CREAN PRUEBA PCR PARA DETECCIÓN DE COVID-19 CON SALIVA

“La carga viral en la boca se asocia a la gravedad de la enfermedad”.

J. Alberto Castro
Columnas
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El doctor Víctor Julián Valdés Rodríguez y sus colaboradores en el Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM simplificaron la prueba de detección por PCR del virus que provoca el Covid-19: luego de un año y seis meses de intensa investigación crearon un método de autotoma de muestras de saliva para la detección del flagelo SARS-CoV-2, el cual es una alternativa más sencilla que el hisopado nasofaríngeo, es decir, el conocido bastoncillo de algodón metido por la nariz.

Sin duda contar con una prueba PCR mexicana de este tipo se traducirá en generar ahorros en material de protección personal en una versión más efectiva, barata y rápida que las disponibles comercialmente y que además reduce los riesgos asociados con el manejo de muestras infecciosas.

Para ahondar más sobre este hallazgo, en entrevista con Vértigo, Valdés recuerda: “A inicios de la pandemia del nuevo coronavirus notamos que teníamos la infraestructura básica necesaria para hacer las pruebas PCR en el laboratorio, pero no contábamos con las condiciones para tomar las muestras de manera segura, ni los kits necesarios para purificar el ARN del virus”.

Los protocolos más usados dependen de purificar el ARN viral antes de realizar el PCR, que es el estándar de oro internacional para el diagnóstico de SARS-CoV-2. Sin embargo, la purificación del ARN toma tiempo y requiere el uso de kits comerciales de los que ha habido desabasto en distintos momentos de la pandemia.

Además esta estrategia es costosa porque implica el manejo y toma de muestras por personal de enfermería y con equipo de protección e instalaciones con características de bioseguridad específicas.

Frente a esta situación el equipo del IFC se concentró en introducir modificaciones sustanciales en la primera etapa de la prueba PCR, de acuerdo con Valdés: “La principal innovación en el examen detector de Covid-19 consistió en el diseño de un buffer o solución amortiguadora cuyos componentes permiten inactivar el virus para su análisis sin necesidad de purificar el material genético de la muestra, como ocurre en otros protocolos que se usan masivamente para diagnosticar la presencia del SARS-CoV-2. Dicho compuesto (buffer) se integra por un detergente, una proteasa (enzima que degrada las proteínas que forman el virus) y un inhibidor de RNAsas, el cual impide que se dañe el ácido ribonucleico del SARS-CoV-2 y que por tanto se pierda la oportunidad de detectarlo.

Sostiene el académico que sin intervención directa de personal especializado, la persona simplemente en un recipiente deposita una pequeña toma de saliva, se seleccionan 20 microlitros del líquido mediante un tubo capilar y posteriormente se colocan en un contenedor equipado con una sustancia que inactiva el virus pero permite conservarlo para un análisis posterior.

Al instante de esta primera etapa, en la cual el paciente no tiene necesidad de utilizar ningún tipo de protección especial, la muestra se lleva a un laboratorio donde la saliva se esteriliza al exponerla a casi 100 grados Centígrados y sin dilación se hace el diagnóstico PCR en tiempo real, que es la prueba más exacta para detectar la presencia del coronavirus.

Personalización

La mayoría de los protocolos de diagnóstico realizan tres reacciones de PCR independientes para detectar dos genes virales y un control, por lo que para reducir aún más los costos el equipo del IFC optimizó el PCR para detectar en un solo tubo todos los blancos.

El científico universitario refiere que luego del primer año de la pandemia investigadores de Reino Unido y Estados Unidos señalaban que la saliva de las personas con Covid-19 contenía niveles altos de SARS-CoV-2 y diversos estudios sugerían que las pruebas de saliva eran casi tan fiables como el frotis nasal profundo para diagnosticar la enfermedad.

La inmunóloga Akiko Iwasaki, de la Universidad de Yale, demostró el tremendo potencial de la saliva para diagnosticar las infecciones por el nuevo coronavirus. Incluso el estudio de la especialista apuntaba que la cantidad de virus en la saliva ayuda a predecir el futuro de los pacientes con Covid, ya que la carga viral en la boca se asocia a la gravedad de la enfermedad y podría ayudar a personalizar los tratamientos.

Razona Valdés que los descubrimientos de sus colegas dejaron en claro que el Covid-19 está muy presente en la saliva, porque el flagelo infecta las glándulas salivales y desde ahí se empiezan a reproducir nuevos virus; ello explica por qué es tan contagioso. Por ejemplo, el virus de la influenza tiene más presencia en el fondo de los pulmones que en la saliva. De ahí que en este caso funcione muy bien el hisopado nasal; por el contrario, tratándose del SARS-CoV-2 se fortalece la convicción de que sería mejor usar la saliva como muestra prioritaria.

Además, señala el experto: “Es mucho más fácil recoger saliva que un hisopo nasofaríngeo. No necesitas personal especializado. Cada persona puede escupir en su casa en un botecito. Y evitas el riesgo al tomar la muestra con el hisopo, porque a veces a la gente le da por estornudar o toser y se generan aerosoles”.

Otra ventaja de la prueba PCR del IFC es que al quedar inactivo el virus, el personal que trabaja en el laboratorio de procesamiento de pruebas no corre el riesgo de contagio y no se requiere de instalación de bioseguridad específica. La reducción en el uso de equipos de protección significa además menos producción de desechos. De ello, Valdés resalta: “Se nos viene un grave problema de contaminación. Porque durante la pandemia se generaron toneladas de basura al día derivada de las pruebas. Por fortuna nuestro protocolo reduce al mínimo la cantidad de desechos”.

El protocolo rediseñado en el IFC y cuyo desarrollo financió la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Sectei) tiene una efectividad superior a 80% (mayor a muchas de las pruebas rápidas de antígenos disponibles comercialmente), por lo que puede resultar útil para la detección temprana de casos y rastreo de cadenas de contagio.

La validación de la prueba y su eficacia se describen en un artículo recién publicado en la revista internacional Vaccines con el título Desarrollo y prueba de un tampón de inactivación de bajo costo que permite la detección directa de SARS-CoV-2 en saliva, en cuyo abstract indica: “Evaluamos el rendimiento de nuestra prueba en comparación con el protocolo con base en la extracción de ARN de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EU en muestras de saliva de 70 pacientes con Covid-19 y encontramos una buena sensibilidad de 85.7% para el N1 y 87.1% para el N2”.

En la publicación científica también se asienta que sus autores proponen además un protocolo de recolección automática de muestras de saliva, una reacción multiplex para minimizar el número de reacciones de PCR por paciente y reducir aún más los costos y el tiempo de procesamiento de varias muestras, manteniendo los estándares de diagnóstico a favor de las pruebas masivas.

Observa Valdés que cualquier persona o laboratorio puede acceder al estudio publicado y estar en libertad de hacer buen uso del conocimiento e implementación de la prueba PCR de toma de saliva creada en el IFC de la UNAM, porque interesa brindarle a la sociedad protocolos de prueba Covid-19 que sean económicos, rápidos y suficientemente sensibles.

Prevalencia de síntomas posCovid-19

Uno de cada ocho adultos que se contagió de coronavirus durante las primeras etapas de la pandemia experimenta síntomas persistentes de la enfermedad.

Lo anterior lo confirma una nueva investigación publicada en la revista The Lancet, donde la doctora Judith Rosmalen, de la Universidad de Groningen, solicitó a más de 76 mil 400 adultos en los Países Bajos que completaran un cuestionario en línea sobre 23 síntomas prolongados comunes del Covid-19.

El promedio de edad de los participantes en el estudio fue de 53.7 años y 60.8% eran mujeres.

Los sobrevivientes de Covid-19 informaron de dolor en el pecho, dificultad para respirar, dolor al respirar y en los músculos, pérdida del gusto o del olfato, hormigueo y pesadez en los brazos y las piernas, un nudo en la garganta, sensación de calor y luego de frío, y fatiga de tres a cinco meses.