COVID-19 VOLVERÁ CADA AÑO Y APRENDEREMOS A CONVIVIR CON ÉL

Debemos admitir con respecto de los confinados su carencia de inmunidad.

J. Alberto Castro
Columnas
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“Como sucede con otros coronavirus causantes de gripes anuales el Covid-19 va a estar presente año con año”, prevé la investigadora Rosa María del Ángel, del Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Cinvestav, quien además ve distintos escenarios tras el encierro por la pandemia.

Impulsora de una investigación innovadora sobre el virus del dengue —lo ha estudiado por años—, prevé varias oleadas de Covid-19: “La primera, donde ahora estamos con un número significativo de contagios y víctimas fatales. Enseguida la segunda, quizás en invierno, donde el número de infecciones disminuirá ya que tal vez más de 50% de la población habrá estado ya en contacto con este patógeno”.

Contactada por Vértigo también vislumbra: “Y si para ese momento —la segunda oleada— existe una vacuna se podrá proteger a las personas; esto nos llevará a considerar que las actuales medidas de confinamiento no se repetirán a causa del Covid-19”.

También podría ocurrir no contar con la vacuna en el corto plazo —se espera lista en doce o 18 meses—: la pandemia continuaría pero cada vez más disminuida siempre y cuando los gobiernos permitan con cautela la reapertura de empresas y lugares públicos.

En cualquiera de los dos escenarios, con o sin vacuna, la doctora Del Ángel tiene la certeza del ineludible regreso al trabajo, la reapertura de la actividad económica y el retorno a una “nuevamente formulada normalidad”.

Además, explica, “será a partir de un grupo de personas ya contagiadas, el cual nos da una cierta protección de rebaño; es decir, contaremos con una población inmunizada tras ser infectada. Esta población inmune tendrá anticuerpos y en ella el virus no se va a transmitir. Sin duda habrá una tasa de transmisión menor a la de este momento con toda la población susceptible”.

Sobre las personas de edad avanzada con enfermedades crónico degenerativas afirma que seguirán siendo susceptibles a la infección: “Habrá de tenerse especial cuidado en protegerlas”.

El actual confinamiento “tiene el propósito de no saturar los sistemas de salud y proteger a la población. Sin embargo llegará el momento en que la población salga a la calle y a lo mejor se contagia. La idea del sector salud es aplanar la curva para evitar el colapso”, comparte.

La integrante del Sistema Nacional de Investigadores aclara: “Si podemos disminuir el número de casos aunque nos alarguemos en el tiempo, lograremos atención médica para todas las personas urgidas de un hospital, ventilador y terapia intensiva”.

A juicio de la científica, “vista así, la estrategia del confinamiento tiene mucho sentido, aunque debemos admitir con respecto de los confinados su carencia de inmunidad y tan solo el logro circunstancial de retrasar por unos meses un posible contagio”.

La doctora Del Ángel considera en el caso de México la posibilidad de tener cierta inmunidad de rebaño y se refiere a China, donde el brote se dio en una determinada proporción de la población. Ahí la gente se encerró en casa por un determinado número de semanas y después regresaron a sus actividades de modo paulatino y los números de Covid-19 no se incrementaron superlativamente.

Sanas distancias intermitentes

Por otra parte acentúa la falta de estudios a personas seropositivas de distintas poblaciones a escala mundial. “En el caso mexicano nuestros positivos confirmados son solo una muestra representativa: el sistema Centinela no arroja realmente cuántas personas han sido infectadas en este primer brote”.

Según la especialista para salir de la especulación “se requieren amplios estudios serológicos ya que debemos saber cuántas personas tras un brote en realidad se contagiaron, son positivas y desarrollaron anticuerpos protectores. De esto sabemos poco”.

Muchos países “han considerado los estudios serológicos como una herramienta para definir el momento justo de regreso al trabajo, las actividades productivas y las económicas. La masificación de este tipo de pruebas arroja datos esenciales para decidir quiénes regresan primero a la actividad laboral, quiénes ya están protegidos y quiénes a lo mejor regresan un poco más adelante”, explica.

Entregada al estudio de estos microorganismos indica: “De las personas infectadas sabemos que tras superar la enfermedad de Covid-19 desarrollan anticuerpos neutralizantes. Incluso usados para el tratamiento con suero hiperinmune como protección a los pacientes graves. Empero desconocemos cuánto dura la protección. O si puede haber reinfección”.

Para la doctora aún faltan cosas por conocer. Una dificultad comprensible para la investigación científica es cómo los servicios sanitarios se deshacen rápido de los cuerpos. Tener acceso a los cadáveres permitiría ver si el virus se aloja en un órgano. O definir, por ejemplo, si el virus se replica en el sistema endotelial o solo la inflamación afecta el sistema endotelial. Podríamos saber si solo fue un problema inflamatorio o fue de coagulación. Hay sitios donde el virus se multiplica y otros donde la inflamación generada por la infección tuvo sus peores consecuencias.

Apoyada en el conocimiento científico anticipa: “Tras el confinamiento vendrá el tiempo de las sanas distancias intermitentes. Regresaremos a una reinventada vida social procurando el menor contagio. Serán obligados los cambios en la estrategia de las empresas. Algunos continuarán el trabajo desde casa y otros de manera presencial con sana distancia. Son pocos los países que han regresado a su vida habitual después de la pandemia. China, Corea del Sur e Islandia, con distintas estrategias de abordaje, lograron parcialmente sortear la primera gran ola de Covid-19”.

Para la especialista es muy importante que los gobiernos y las sociedades de los distintos países sean muy innovadores en decidir cuándo y cómo volver a la normalidad. En tres o seis meses se sabrá si las estrategias adoptadas por varias de las élites de gobierno ante la pandemia fueron acertadas o erróneas.

RECUADRO

Ocho sabuesos para detectar Covid -19

La Universidad de Pensilvania en EU impulsa una investigación destinada a comprobar si los perros son capaces de detectar el coronavirus mediante su olfato, de una forma similar a como lo hacen respecto de estupefacientes o explosivos.

El Departamento de Veterinaria ha dado luz verde a un programa de formación para ocho canes, que serán expuestos a muestras de pacientes infectados con el objetivo de averiguar si son capaces de rastrearlos por su olor.

Si el experimento es exitoso se podrían empezar a utilizar a los perros para detectar el coronavirus en julio.

Entre las distintas utilidades que podría tener el uso de perros para olfatear el Covid-19 hay una especialmente relevante: la detección de casos asintomáticos, es decir, aquellas personas que propagan el virus sin estar aparentemente infectadas.