Tras casi seis meses de pandemia de Covid-19 no tenemos todavía un fármaco específicamente creado para combatir el SARS-CoV-2: hasta este momento se usan varios tratamientos comerciales contra el nuevo coronavirus que son inespecíficos ya que han sido indicados contra ébola, artritis reumatoide, VIH e influenza.
Entre otros se han probado Oseltamivir, Remdesivir, Lopinavir y Arbidol con resultados dispares y poco prometedores ante una enfermedad que genera una amplia gama de signos y síntomas, provocando males respiratorios, gastrointestinales e incluso la muerte.
Tanto en México como en algunos otros países tenemos científicos convencidos de la “urgente necesidad” de un tratamiento que demuestre una ventaja terapéutica, lo cual implica el desarrollo de fármacos específicos frente a una diana selectiva que altere la evolución del Covid-19.
A este núcleo innovador pertenecen los doctores en Ciencias Claudia Guadalupe Benítez Cardoza y José Luis Vique Sánchez, de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (ENMH) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quienes después de una ardua investigación ubicaron 20 compuestos farmacológicos (seguros para seres humanos) enfocados hacia un blanco terapéutico específico y dirigidos a desarrollar nuevos fármacos y proponer un tratamiento efectivo contra el Covid-19.
La trascendencia del hallazgo no pasa desapercibida: lo destacó, por ejemplo, la revista especializada Life Sciences, una de las más prestigiosas en el ámbito de la medicina, la cual publicó el artículo Potential inhibitors of the interaction between ACE2 and SARS-CoV-2 (RBD), to develop a drug (“Potenciales inhibidores de la interacción entre ACE2 y SARS-CoV-2 (RBD), para desarrollar un fármaco”) de Benítez y Vique, en cuyas páginas se detalla la capacidad latente de estas moléculas que además están disponibles en laboratorios de todo el mundo para iniciar ensayos in vitro y determinar su efectividad.
Contactado por Vértigo Vique Sánchez, médico y maestro en biomedicina por la ENMH, manifiesta que estos compuestos farmacológicos impedirían la interacción entre las células humanas y el virus SARS-CoV-2 ya que se dirigen a la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), que se encuentra en la superficie de las células de varios tejidos del organismo humano, como riñones o pulmones, y que según reportan algunos estudios es la principal entrada del virus, por lo que resulta fundamental bloquear su interacción.
“Buscamos un nuevo fármaco, algo diferente, innovador, para abatir el Covid-19. Por ello el enfoque hacia un blanco terapéutico específico: la enzima convertidora de agiotensina 2 (ACE2) localizada en la membrana de la célula es importantísima para que el virus SARS CoV-2 pueda entrar hacia la célula. De ahí el interés por bloquear la región de interacción entre el virus y ACE2 con la finalidad de impedir que el virus entre a las células humanas y frenar el proceso infeccioso del Covid-19”, comparte.
Recuerda cómo en un principio para realizar la investigación, con recursos del proyecto SIP-IPN, se consultaron artículos publicados desde diciembre de 2019 y otros relacionados al virus SARS-CoV, que apareció en 2002 y 2003 en docenas de países de Norteamérica, Sudamérica, Europa y Asia, porque tiene un mecanismo de ingreso a las células del organismo humano similar al SARS-CoV-2. “Podría decirse que comparten la enzima ACE2 como puerta de entrada”, precisa.
Fármaco profiláctico
Una vez establecida la interacción del virus con la ACE2, cuenta el especialista politécnico, junto a su colega buscaron una aguja en el pajar porque revisaron una base de datos (quimioteca) con más de 500 mil compuestos con estructuras y características farmacológicas precisas. Luego de algunos meses de efectuar un análisis computacional de predicción y toxicidad lograron ubicar 20 elementos con la capacidad de acoplarse a las regiones de interés.
“Este acoplamiento toma en cuenta características físicas y químicas de ambas moléculas, es decir, de la proteína y del compuesto farmacológico, como pueden ser la estructura tridimensional, el volumen, la carga, hidrofobicidad, entre otras, por medio de la técnica de simulación del acoplamiento molecular, mejor conocida como docking”, manifiesta.
El académico anticipa que se han propuesto crear un fármaco coadyuvante y profiláctico con la capacidad de impedir o dificultar la entrada del virus a las células.
“Se podrá suministrar junto a los tratamientos antivirales con el propósito de superar en menos tiempo la enfermedad, sin efectos secundarios. Y sobre todo para evitar situaciones donde los pacientes se agravan y llegan a una insuficiencia respiratoria o la muerte”.
Pensando en la gente reacia a las vacunas, añade Vique Sánchez, “queremos lograr un medicamento seguro y sin efectos secundarios que pudiera recomendarse como si fueran vitaminas. Se podría proponer como un profiláctico orientado a prevenir un factor de riesgo”.
Sostiene que “tenemos una propuesta de fármaco diferente: no hay manera de compararla porque no hay algo parecido”. Además resalta que “podrá funcionar contra los distintos tipos de coronavirus porque podremos bloquearle la puerta de entrada a las células”.
Conscientes de la urgencia ante la pandemia de Covid-19 los investigadores seleccionarán uno o dos compuestos de los 20, efectuarán investigación in vitro y buscarán hacer la formulación del fármaco. Calculan que si cuentan con presupuesto suficiente (cinco millones de pesos) y un laboratorio adecuado para trabajar directamente con el virus SARS- CoV-2, en cuatro o cinco meses podrían proponer un compuesto con una solución inhibitoria.
Entretanto solicitarán al IPN acelerar la obtención de la patente del prometedor fármaco profiláctico contra el Covid-19, que tendría mayor durabilidad que una vacuna porque interactúa en una región del flagelo que tiene menor probabilidad de mutar. De concretarse la repercusión de este medicamento específico hacia el coronavirus sería de impacto mundial.
Aire
En el hospital de la Universidad de Florida en Gainesville, Estados Unidos, se efectuó un estudio preliminar (publicado el 4 de agosto) que demostró que el coronavirus puede flotar a casi cinco metros de un paciente de Covid: el virus capturado al vuelo y llevado al laboratorio es capaz de infectar células y se multiplica en ellas. Es infectivo.
Además los virus apresados en el aire son genéticamente idénticos a los extraídos de la garganta del paciente sintomático. El nuevo estudio encontró “el arma del crimen”: la prueba de que puede existir transmisión aérea del coronavirus en espacios cerrados.