ENTRETENIMIENTO, POLÍTICA Y DISCURSO

“Hay elementos políticos y sociales escondidos, pero no ausentes, en el deporte”.

Columnas
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Decir que los deportes son puro entretenimiento o un espectáculo es ignorar sus fuertes connotaciones políticas, sociales y económicas. La Copa del Mundo de Catar ha brindado un interesante espacio no solo en los aspectos deportivos, sino además en temas que van más allá del juego en sí.

Desde el anuncio de la sede comenzaron las críticas hacia la FIFA por la decisión de elegir a Catar como anfitrión. No pasó mucho para que salieran a la luz reportajes y noticias sobre la posible existencia de sobornos y otros actos de corrupción. De la misma manera, las condiciones de los migrantes que construyeron los estadios aparecieron en diversos medios. Aunado a eso, la posición de dicho país respecto de la comunidad LGBT+ desató críticas y comentarios.

A pesar de todo esto el Mundial siguió su marcha, pero no logró ocultar que alrededor de este evento, el más grande de su naturaleza en el planeta, se encuentran elementos políticos y sociales que exponen algunos de los problemas actuales, así como las demandas de ciertos sectores de la sociedad.

El futbol, un deporte tan global, no está eximido de los temas actuales de interés público. Al fin de cuentas es un evento que ven miles de millones de personas en todo el mundo. Difícilmente algo de tan grandes magnitudes puede escapar de cuestiones políticas, mismas que pueden implicar elementos tales como las agendas en distintas materias de derechos humanos por parte de organismos internacionales.

En el caso de Catar 2022 los estadios son más que escenarios donde se juegan los partidos de la Copa del Mundo: también son espacios de protesta, tanto por parte de la afición como por los jugadores.

Visibilizar

Un ejemplo fue el de la selección de Alemania, cuyos once titulares se taparon la boca en la foto del equipo el día de su estreno, protestando contra las amenazas de la FIFA hacia las selecciones que usaran el colorido brazalete One Love en apoyo a la diversidad e inclusión.

Por otro lado, los jugadores de Irán decidieron no cantar su himno antes del partido contra Inglaterra, mostrando así su apoyo a las protestas que ya llevan más de dos meses en Irán por el asesinato bajo custodia de Mahsa Amini. En la afición iraní se nota también el rechazo contra el gobierno por la represión llevada a cabo contra los manifestantes.

Tampoco resultó raro ver que los jugadores de Marruecos celebraron su victoria contra España con una bandera de Palestina. La Copa del Mundo se ofrece a tales discursos.

Además de los ejemplos mencionados hay todavía otros más que hacen ver cómo se adentra la política, tanto nacional como internacional, en este Mundial. A muchas personas les incomoda ver esto e incluso se quejan al escuchar sobre lo que consideran la politización del futbol, ignorando la larga relación entre ambas partes.

Ignoran además los efectos mediáticos que puede tener mostrar estos problemas en dichos eventos: es visibilizar un síntoma en la percepción pública.

En el prefacio de la obra Deporte y ocio en el proceso de la civilización (1986), de Norbert Elias, el sociólogo Eric Dunning establece que la guerra y el deporte “pueden despertar emociones placenteras tanto como dolorosas y conllevan una compleja y variable mezcla de comportamientos racionales e irracionales”. Curioso, considerando que para algunos argentinos la victoria contra Inglaterra en México 1986 “vengó” la Guerra de las Malvinas.

Así que de vez en cuando no estaría loco ver aquellos elementos políticos y sociales que están escondidos, pero no ausentes, en el entretenimiento deportivo y se manifiestan desde las varias acciones emanadas de ahí mismo.