Despoblación

Un siglo de vivir de dinero prestado ha afectado profundamente la conducta de la humanidad

Guillermo Fárber
Columnas
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Supér mercado
Foto: Cuarto Oscuro

Entre las ene mil calamidades que acarreará el colapso económico global que ya comenzó, destaca un fenómeno solapado que no lo tiene consciente nadie, ni académicos, ni líderes sociales o religiosos, ni muuucho menos líderes políticos (que suelen ser las personas más miopes del planeta).

Sobre este fenómeno terrible e inesperado que acarreará el colapso económico que ya comenzó, me dice Demagog: “Acerca de población y mortandad que vendrá con el ‘reajuste’. El mundo ha estado viviendo una colosal pachanga desde, ¿qué será?, ¿desde que se creó la Reserva Federal de EU en 1913? La pachanga ha sido el resultado de poder vivir de dinero prestado durante un siglo. Una consecuencia de la pachanga ha sido la multiplicación de los seres humanos, como has notado. Cuando se vive de dinero prestado, se pierde el piso, se comienza a gastar en forma pródiga, todo es color de rosa. Un siglo de vivir de dinero prestado ha afectado profundamente la conducta de la humanidad”.

El mundo, añade, “ha estado viviendo de dinero prestado —la contraparte de la gigantesca deuda global acumulada— en tales cantidades, que la conducta de la humanidad se ha convertido en la de un deudor borracho, cada vez más imprudente. El borracho se relaja, se embrutece, se vuelve un gordo apestoso, que exige se le cumplan sus deseos. No ha trabajado, vivió toda la vida de dinero que consiguió prestado. Y nunca va a pagar, por supuesto. La juventud ha perdido todo sentido de modestia y respeto para los mayores, porque el padre de familia ya no es la figura protectora de la familia. El Estado proporciona los fondos para todo. ¿Madres solteras? No preocuparse. ¿Jóvenes que no trabajan? No preocuparse. Papá Estado pone la lana. El libertinaje y las deudas son siempre compañeros. Con dinero prestado, el Estado fomenta el libertinaje, para controlar a la población embrutecida. La mentira monetaria cobra sus cuentas. La pachanga se tornará en cruda muy dolorosa. Dolor para los que ya no podrán vivir del dinero que el Estado tomó prestado para tenerlos contentos, y dolor para los ricachones que no podrán cobrar los pagarés (bonos) que se emitieron para crear el dinero prestado”.

La mentira monetaria

Esta pavorosa reacción (¿cósmica, natural, kármica?) no será “una plaga más”, sino la causa de todas las otras, obvias: guerras, hambrunas, enfermedades, desempleo, miseria, desfonde en los sistemas de pensiones, de atención a la salud, etcétera.

Donde se dice “dinero prestado” algunos prefieren decir “dinero inventado”. Pero a fin de cuentas son dos formas de llamarle a la misma mentira monetaria. Quienes se limitan a pronosticar una contracción salvaje del crédito, no especifican sus brutales repercusiones; cuando mucho meramente las insinúan.

¿Alcanzará a salvarnos la tecnología? ¿O habrá que depurar antes la Cantidad Humana a fin de reducirla a proporciones “razonables”? Mí no saber, pero darme retiharto miedo, tristeza, angustia…