Las condiciones que impone un mundo globalizado, con una alta dependencia de intercambios comerciales ágiles y vigorosos, obligan a buscar horizontes donde un país pueda desplegar su oferta de productos y servicios para a su vez obtener correspondencia de otra nación.
De tal forma, desde la innovación que marcó época al firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos en 1994 México ha estado en la mesa de atención mundial por ser un eje articulador del buen comercio en los mercados americanos. No es extraño que nuestro país cuente con una red articulada de doce tratados de dicha naturaleza, firmados con 46 países.
Adicionalmente, la red mencionada la perfeccionan los Acuerdos de Complementación Económica, los Acuerdos para la Protección Recíproca de las Inversiones y los Acuerdos de Alcance Parcial. Con todo ello México es una de las naciones con mayor apertura comercial hacia el mundo, contrario al proteccionismo percibido en ocasiones.
Sin embargo, existe una nueva frontera cuyo alcance no solo concede la ampliación numérica de países con los cuales se finque un acuerdo comercial de hondo calado: es esta la oportunidad de abordar temas de vanguardia que puedan ejemplificar cómo se deben modernizar las relaciones bilaterales o multilaterales entre países.
El acercamiento con el Reino Unido es plausible por todos los ángulos que se analice. La primera plática entre la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, y la secretaria de Comercio Internacional de Reino Unido, Anne-Marie Trevelyan, es una magnífica señal en tiempos de astringencia económica y requerimiento de inversión productiva que detone crecimiento. La relación comercial entre ambas naciones ha dejado ya una huella de relevancia que si se sistematiza y fortalece nos puede significar un ingreso considerable de frescos recursos. Tan solo el pasado año la cuantificación del intercambio comercial bilateral equivalió a más de cinco mil millones de dólares.
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Nos constituimos en un territorio que aloja cerca de dos mil compañías oriundas del Reino Unido y catalogamos a aquel país como nuestro sexto socio comercial. Las oportunidades que se avizoran en áreas de interés mutuo, como la agrícola y los servicios, podrían tener una detonación importante al amparo de un tratado bilateral. Lo anterior se vuelve mayormente esperanzador porque el anuncio de la primera ronda de negociaciones a llevarse a cabo en julio adelanta que se incluirán temas de comercio de vanguardia, como el comercio electrónico, los flujos de datos transfronterizos, el comercio digital y la cooperación regulatoria.
Esta puede ser una ocasión para una negociación integral que no solo se aboque con tradicionalismo a la regulación del intercambio de bienes y servicios, sino que virtuosamente puede derivar en una negociación integral que además de los temas mencionados fortalezca las vías de entendimiento en materia de medio ambiente, derechos humanos, migración y desarrollo sostenible. Caso que debería en consecuencia poner hincapié en la relevancia de acuerdos integrales, mismos que han quedado rezagados para su actualización con nuestro vecino del norte, con quien mantenemos ese intercambio que constituyó novedad.
Y pocas veces se visibiliza la importancia de contar con este tipo de acuerdos. Habrá que tener en cuenta que en tiempos difíciles el TMEC ha sido el principal asidero de donde se afianzó la confianza para la inversión extranjera en nuestro país. Ni la pandemia ni la incertidumbre que generaron las decisiones y propuestas legislativas pudieron desbalancear con importancia la inversión extranjera directa, donde la relación comercial con Estados Unidos mucho tuvo que aportar para tal estabilidad.
Es una gran noticia que en un acuerdo comercial se ponga énfasis en el valor que tienen los servicios vinculados a tecnología, tal como recién anunciaron las secretarias de México y Reino Unido. La relevancia se percibe al saber que el valor actual de tal relación ronda los cuatro mil millones de dólares. Reino Unido es ya un líder mundial en materia de servicios tecnológicos; si se cubren los puntos indicados y se fortalecen los canales de intercambio, México se beneficiará por un aumento sensible de los flujos de comercio en materia digital, electrónica, financiera y creativa que nos permitirán estar al frente de esta gran Latinoamérica.