No hubo freno efectivo que inhibiera el cometido que Donald Trump ya emprendió: postularse por tercera ocasión para la candidatura republicana a la Presidencia de Estados Unidos. Y vaya que el camino no le resulta fácil al polémico magnate; el cúmulo de confrontaciones legales podría apergollarle al grado de hacer inviable dicha postulación; sin embargo, parece que todo este escenario no le quita el sueño al aspirante a ocupar de nueva cuenta la Oficina Oval.
En primer término, el Departamento de Justicia tendrá que valorar los elementos con que cuenta para formular una acusación por la incursión al Capitolio en enero de 2021. Es en este caso donde, de conformarse una formal denuncia, Trump podría enfrentar cargos por al menos cuatro delitos; declaraciones falsas, asistencia a un acto subversivo, obstrucción de un procedimiento oficial y, el más grave, conspiración en contra de los intereses de EU.
En un segundo escalón de las complicaciones, el expresidente podría encarar cargos formales por subversión electoral. Lo anterior derivado del supuesto convencimiento que Trump pretendió hacer a autoridades locales a efecto de revertir el triunfo de Joe Biden. Esta acción legal, que podría llevarse a cabo en Georgia, no se presenta de manera aislada.
De igual manera, el fiscal especial en el mismo estado trabaja en una investigación relativa al hallazgo de documentos clasificados en la residencia de Palm Beach, donde el posible delito cometido tendría que ver con el mal uso de información privilegiada.
Y la larga lista de confrontaciones legales continúa con otro frente abierto que, si bien a muchos sonó peculiar, expertos legales estiman que quizá cuente con la mayor solidez para fincarle en lo inmediato un caso al tan polémico Trump: en tiempos de su pasada campaña por la presidencia Trump en su calidad de candidato a un cargo federal, ordenó y coordinó el pago de 130 mil dólares a una actriz de cine para adultos, por el intercambio de una relación sexual. El pago realizado a Stephanie Clifford, mejor conocida como Stormy Daniels, constituye una irregularidad grave en el manejo de recursos y financiamiento a las campañas electorales en EU. El asunto se complica aún más, ya que existe un testimonio a manera de confesión hecho por el abogado de Trump, Michael Cohen, quien admitió en su totalidad los hechos.
Versión 2.0
Y es con este tan revuelto cuadro de eventualidades que Trump decidió emprender de nuevo la ruta hacia la candidatura presidencial en el vecino país. Se dice que quien pega primero pega dos veces y hasta el momento es el único aspirante que ha hecho públicas sus intenciones de contender. Incluso, al saber de la gran posibilidad que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, tiene en ruta a la candidatura, el expresidente intensificó ese alud de verborrea crítica que tanto lo caracteriza, precisamente hacia quien, al menos en el papel, tiene un camino mucho más terso para poder conseguir el cometido electoral.
Pero tal avalancha de señalamientos también trastoca ahora a México e incluso lesiona a quien en su momento identificara como su gran aliado; Trump retoma las propuestas que sostuvo en 2016 a efecto de reforzar su frontera sur y obligar a nuestro país a contener un flujo migratorio en el que, a su dicho, solo existen asesinos y criminales que buscan quitarles la tranquilidad y el trabajo a los connacionales norteamericanos. Hasta en son de burla se ha referido al caso, ridiculizando el supuesto servilismo mexicano.
Aquí es donde cabe la reflexión: hasta dónde será capaz de llegar un Trump versión 2.0 y hasta dónde su fluido lenguaje corrosivo traerá estragos divisorios como los experimentados en la elección de Biden o incluso peores e inimaginados aún.
Lo cierto es que hay dos cuestiones a tener en cuenta: si Trump es acusado o incluso condenado por un delito sin llegar a pisar la cárcel puede seguir en su carrera electoral y no tendrá censura por decisión de las grandes plataformas de redes sociales; así que, sin barreras ni cortapisas, vendrá aderezado su florido mensaje. He’s back! ¿Podrán detenerlo?