Because our imagination allows us to envision the future, it is essential part of being able to shape and build it.
Ken Robinson
Creo que todos nosotros alguna vez nos hemos encontrado en una de esas conversaciones donde afirmamos que la educación es la gran solución de todos los problemas importantes de la sociedad. Es fácil llegar a esa conclusión, porque al generalizar, es simple decir que todos los países que tienen educación son prósperos. Pero si eso fuera cierto, ¿por qué si en México destinamos más de 300 mil millones de pesos del presupuesto federal anuales a la educación, las cosas no cambian?
Lo que he aprendido a lo largo del tiempo en Fundación Azteca es que la educación en sí misma no cambia las cosas, sobre todo la educación pensada en masa ayuda a cumplir con las metas de cobertura y de las pruebas PISA y ENLACE, pero no está preparando a los niños para el futuro.
Todos los seres humanos somos diferentes, tenemos diferentes capacidades y talentos. Tenemos que hacer algo distinto con la educación pensando en el individuo y no en la masa. Personalizar la educación ayuda a potenciar nuestras habilidades y talentos. No todos somos buenos para todo, y ese debe ser el punto de partida. Una educación que identifique en cada ser humano sus intereses y habilidades para enfocarse en ellos. Eso no solo formará personas exitosas, sino más felices y plenas, con un propósito definido.
Nosotros, por ejemplo, tenemos el Plantel Azteca, una escuela con gran nivel académico, que por más de 24 años ha dado alumnos con grandes promedios y resultados. Sin embargo, tras reflexionar precisamente nuestros logros, nos dimos cuenta de que nos estábamos enfocando en lograr alumnos con muy buenos promedios, pero poco capaces de generar cambio para sí mismos y sus entornos.
Repensando la educación
Esto no es menor, porque el mundo de hoy está exigiendo que los jóvenes tengan competencias mucho más allá de las académicas. La movilidad social en nuestros días se logra con una mentalidad distinta, con habilidades y herramientas que amplían la visión, y que forman el carácter para generar valor propio, así como la claridad para eliminar las barreras que nos impiden pensar diferente y trascender.
La educación actual se está quedando corta en impulsar el talento de nuestros jóvenes. Se está quedando corta en impulsar la imaginación, la curiosidad y la capacidad de innovar. Los esquemas educativos tradicionales se han vuelto obsoletos porque encasillan la mente, porque no sacan el máximo potencial al talento de cada alumno. Hoy más que nunca, la educación exige ser repensada y actualizada.
En Fundación Azteca este es nuestro reto diario. Estamos repensando la educación para empoderar a los jóvenes y que sean los líderes de un mundo mejor. En los últimos años, gracias a grandes alianzas y a un proceso profundo de reinvención, hemos obtenido aprendizajes clave que vale la pena compartir y que me gustaría ir abordando con ustedes en este espacio. En mi próxima columna les hablaré de un aspecto fundamental en nuestro modelo: el papel del maestro en la educación.