El miércoles 4 de marzo de este año el PRI asistirá a su peor celebración: 92 años desde que el presidente Plutarco Elías Calles anunció la creación del partido del Estado en 1928 para terminar con el ciclo de los caudillos y 91 años de la fundación formal del Partido Nacional Revolucionario en 1929.
Pero no hay que cantar victoria total. El PRI, en efecto, está liquidado como partido en el poder presidencial, pero sobrevive el priismo como régimen político. Es decir, el PRIno será inmortal como partido, pero síinmorible como régimen. El PAN y Morena en la Presidencia carecen de una propuesta de nuevo sistema político/régimen de gobierno/Estado constitucional y han decidido mantener el priista.
El PRI, en los hechos, murió en marzo de 1992 cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari estuvo en la sede del partido para anunciar el fin histórico de la Revolución Mexicana como discurso ideológico cohesionador de una gran coalición social del PRI. En su lugar introdujo el concepto de “liberalismo social” que quiso ser una especie de centro-progresismo sin ideología y sí como propuesta de bienestar social… posible. En el proceso histórico de México el liberalismo social fue modelo de Benito Juárez para construir las bases del capitalismo estilo estadunidense.
Como partido del Estado de la Revolución Mexicana el PRI duró hasta 1992. Y la razón de su fin histórico estuvo en la ruptura interna: el grupo tecnocrático-neoliberal de Salinas se apropió del gobierno y del PRI en 1982 con la presidencia de Miguel de la Madrid, excluyó en 1987 a los cardenistas del pasado populista y consolidó al priismo neoliberal en 1991 con el inicio de negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que significó, como lo razonó el entonces embajador John Dimitri Negroponte, luego jefe de inteligencia y espionaje de EU, la declinación final del nacionalismo mexicano.
Derrota
El PRI entró en zona de colapso en 1994: continuidad neoliberal en la candidatura de Luis Donaldo Colosio, alzamiento guerrillero zapatista el 1 de enero contra el TLC, asesinato de Colosio, relevo en la candidatura por Ernesto Zedillo como el abanderado del neoliberalismo salinista, elecciones que le dieron al PRI la victoria y desde entonces la ausencia de una opción progresista opositora al neoliberalismo.
El regreso del PRI a la Presidencia de la República en 2012 fue responsabilidad del fracaso del PAN como gobierno y de los radicalismos de López Obrador. Sin embargo en 2018 el PRI tuvo su derrota más grave: 13.5% del voto presidencial como PRI y sin aliados y 9.5% de bancada en las dos cámaras federales. La corrupción y el fin de sus banderas sociales truncaron el sueño priista.
El PRI de este 4 de marzo de 2020 y rumbo a las legislativas de 2021 se presenta sin liderazgo real. Su presidente formal, Alejandro Moreno Cárdenas Alito, ha sido una nulidad: el partido no representa alguna idea, sus cuadros se están pasando de manera paulatina a las filas de Morena y el peor lastre del priismo lo representa no solo el expresidente Enrique Peña Nieto y los casos de corrupción en su gobierno sino la ausencia de nuevos cuadros dirigentes con capacidad política.
El partido de Calles y de la Revolución Mexicana está liquidado.