El efecto CNTE

El conflicto CNTE-reforma educativa ha significado un paso más en la reforma del régimen político.

Carlos Ramírez
Columnas
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La CNTE continúa con sus movilizaciones
Foto: NTX

El conflicto CNTE-reforma educativa ha significado un paso más en la reforma del régimen político: al privilegiar la evaluación de conocimientos, el gobierno federal asentó la decisión de romper con el modelo de la vieja alianza política del Estado con los trabajadores en términos de compromisos políticos.

En el debate en el Senado, el PRD y el PT tuvieron razón a medias: la reforma educativa es una reforma de relaciones laborales entre la SEP y los maestros. Sin embargo, su efecto es mucho mayor: al hacer énfasis en el conocimiento mediante la evaluación de los maestros, el gobierno privilegió el saber por encima de la militancia sindicalista corporativa.

Si se mira con este enfoque, entonces se puede entender que la reforma educativa también tiene una onda de choque como reforma del Estado priista, del Estado que fundó el presidente Lázaro Cárdenas en 1938: el corporativismo sindical como parte de la alianza del Estado con los maestros (te apoyo y me apoyas).

Hoy, sin embargo, el Estado ya no requiere de esos compromisos, porque tiene ya un funcionamiento autónomo.

La CNTE nació en 1979 como un movimiento organizado en torno de dos banderas: la democracia sindical para romper con el SNTE y la lucha por el salario deprimido de los maestros.

Sobre la marcha, sin embargo, la CNTE se convirtió en un movimiento de masas ya con un programa proletario de gobierno y sus banderas pasaron a la de influir en el rumbo del proyecto nacional de desarrollo.

El modelo de la evaluación magisterial truncará el papel de los maestros como guardianes del proyecto popular de Estado, serán llevados a la consolidación de conocimientos educativos y no operarán como factores de cambio social. Hoy en la CNTE para ser maestro se requiere de una formación ideológica, los objetivos educativos de la organización se orientan a luchar contra el neoliberalismo y las escuelas entonces deben funcionar como centros de educación ideológica.

Así funcionaban los maestros en el pasado, sólo que en relación a la ideología de la Revolución Mexicana.

Derrota

El grado de conflicto en la relación SEP-gobierno por la reforma ilustra la dimensión de la pérdida por parte del Estado de la rectoría de la educación. Desde 1979 los maestros de la Coordinadora educaban a los niños no en función de la educación universal, sino de la ideología socialista-popular. Al repudiar la evaluación, la CNTE sólo se ajusta al temor de que los maestros tengan que abandonar sus planes de educación ideologizante para abrir el conocimiento a un saber universal.

De ahí que la disputa por la educación entre la SEP y la CNTE se centre en la evaluación pero no asumida con criterio laboral sino político: el enfoque de la educación. La CNTE lo supo desde el principio, por lo que ha ido profundizado en carácter de confrontación de su lucha y la SEP también vio el fondo de las cosas, por lo que endureció su negociación con los maestros disidentes de las SNTE.

Por el tema de fondo, nunca hubo espacios de negociación política entre el gobierno y la CNTE. Derrotados en lo institucional, arrinconados en las calles y ya sin mecanismos de presión para defender sus posiciones, los maestros de la CNTE perdieron la batalla política e ideológica de la educación. El problema radicó en que a la dureza del modelo económico neoliberal se enfrentó la inflexibilidad de la ideología radical-revolucionaria. Y entre la lucha de contrarios, el poder en ejercicio siempre gana las batallas.

La CNTE perdió porque quiso imponer un modelo ideológico.