El dilema del PIB

Carlos Ramírez
Columnas
Elaboración de billetes
Foto: Cuartoscuro

En 1967 el economista Enrique Padilla Aragón publicó un ensayo que sacudió a la clase política gobernante de entonces: México, desarrollo con pobreza. Con base en cifras oficiales demostró que el crecimiento económico, a pesar de sus cifras oficiales de 6% promedio anual, había generado más pobreza que bienestar social. Para contrarrestar el pasivo social, propuso un modelo de crecimiento económico con distribución de la riqueza.

En casi medio siglo el modelo de desarrollo mexicano se pervirtió más: si en el periodo estabilizador México creció a una tasa de 6% de PIB con 2% de inflación y estabilidad del peso-dólar, la crisis del desarrollo compartidos o neopopulismo y luego la del liberalismo han llevado a México a un promedio anual de crecimiento económico de 2.5%, con inflación promedio anual de 20% en el periodo 1971-2015. Y el tipo de cambio que duró 22 años fijo y libre pasó de 12.50 pesos por dólar en agosto de 1976 a 15 mil 500 pesos, con el engaño de 15.40 por nuevos pesos con tres ceros menos.

De acuerdo con estudios del Banco Interamericano de Desarrollo, México necesitaría crecer a tasas promedio anual de 7% para otorgar empleo en el sector formal de la economía al millón 200 mil personas que cada año se incorporan por primera vez al mercado de trabajo. Los años de oro del desarrollo estabilizador lograron tasas promedio anual de 6% en un horizonte de 1941-1981, aunque los años de 1970-1981 fueron con inflaciones altas.

Las razones de un crecimiento económico bajo radican en la existencia de un modelo de desarrollo limitado por la estructura productiva estatal o la hegemonía legal, regulatoria y de propiedad del Estado. La disminución de la propiedad del Estado de sectores clave de la producción ha sido insuficiente para detonar mayor actividad económica; tasas de crecimiento mayores a 2.5% generan presiones inflacionarias, condenando a la economía a crecer menos ante una demanda creciente de bienestar de cuando menos el 70% de la población mexicana.

Rediseño

La liberación productiva ha sido un juego de tensión dinámica entre los viejos sectores estatistas que quieren el regreso del Estado intervencionista en la producción y los neoliberales que aspiran a la privatización absoluta de la economía, pero ambos sin un modelo funcional de desarrollo.

El debate se ha agobiado en la dinámica de Estado-mercado y no en la exigencia de una mejor funcionalidad de la economía no sólo para crecer sino para distribuir la riqueza producida.

Mientras la definición del modelo de desarrollo siga presa en la ideologización de los instrumentos del crecimiento, las posibilidades de romper el determinismo del crecimiento bajo seguiran condenanismo del crecimiento bajo seguirosibilidads de romper Estado intervencionista en la producciñon y los neoliberales quán condenando a la economía mexicana a un modelo de subdesarrollo con pobreza o de crecimiento económico bajo sin distribución de la riqueza. Ahí es donde se localiza la esencia del debate nacional, pero es justamente el tema que ninguna de las fuerzas políticas determinantes quiere discutir a fondo.

Hasta ahora el modelo de desarrollo nacional es el mismo de la Revolución Mexicana: el Estado intervencionista y controlador de sectores estratégicos, mecanismos fiscales de distribución y decrecimiento del salario como generador de bienestar social. Ha habido endurecimientos estatistas y aflojamientos neoliberales, pero la estructura de producción es la misma. De ahí que México necesite de un rediseño total de su modelo de desarrollo para aspirar a un crecimiento con bienestar social. Lo demás es demagogia.