¿INSURGENCIA SINDICAL?

La espada de Damocles vuelve activos y hasta rijosos a sindicatos añejos.

Alberto Barranco
Columnas
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Foto: Especial
Cuartoscuro

La colocación en la mesa del Congreso de una iniciativa de reforma laboral, aunada a la catarata de huelgas en Tamaulipas y los emplazamientos a firmas tradicionalmente ajenas a conflictos sindicales, encienden los focos rojos sobre una insurgencia sindical en puerta.

Los señalamientos apuntan a un posible apoyo gubernamental a la nueva central sindical que encabeza el senador Napoleón Gómez Urrutia, en paralelo a una eventual mano negra del abogado sindical Arturo Alcalde Justiniani, padre de la secretaria del Trabajo.

Lo cierto, sin embargo, es que las aguas se agitaron ante dos hechos: la incorporación de México al Acuerdo 92 de la Organización Internacional del Trabajo sobre libertad sindical y el incremento al salario mínimo en la frontera norte.

En el primer caso la posibilidad surgió desde el sexenio pasado como una exigencia de los países que integrarían el fallido Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica, con dedicatoria a Vietnam, donde los salarios para maquila son simbólicos.

El documento le abre la puerta a trabajadores descontentos con sus sindicatos para adherirse a otros o crearlos ellos mismos.

Naturalmente la espada de Damocles vuelve activos y hasta rijosos a sindicatos añejos con perfil de blancos, blandos o charros, en afán de no perder el botín de las cuotas.

Uno de ellos, la CROC, emplazó a huelga a la más importante cadena de tiendas de autoservicio pese a que los empleados ni siquiera sabían que los representaba.

En el caso de las maquiladoras de Tamaulipas el activismo llegó al quedar rebasadas las percepciones de quienes tenían salarios mínimos con las que estaban ligeramente arriba.

Los emplazamientos apuntaban a empatar la tabla.

Jaque

Sin embargo el oportunismo de Gómez Urrutia, quien le abrió la puerta en su central a la participación en México de sindicatos estadunidenses o canadienses que lo protegieron en su exilio dorado en Canadá al venderles la historia de que era un líder perseguido, llevó al extremo la petición salarial en cuatro firmas, lo que provocó su salida del país.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que su gobierno no apoya a ningún sindicato. Y en el caso de la Secretaría del Trabajo no existe prueba alguna de que el padre de la titular estuviera llevando agua a su molino.

Lo cierto es que el nuevo marco coloca en jaque la simulación en la intermediación de la relación obrero patronal, en cuyo escenario se buscan membretes para firmar contratos colectivos de trabajo a modo.

Ahora que la reforma laboral contiene exigencias de Estados Unidos en el marco del acuerdo mercantil con México y Canadá para evitar que la principal atracción de nuestro país sean los bajos salarios.