COLIBRÍ, el telescopio robótico que cazará rayos gamma

Una de las particularidades es su velocidad; tiene estructura que puede girar a cualquier punto en el cielo en 20 segundos

Martha Mejía
Ciencia
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Foto: UNAM-DGCS

En México se hace ciencia, ejemplo de ello es COLIBRÍ, un telescopio robótico capaz de detectar destellos de rayos gamma, eventos extremadamente energéticos, pero de cortísima duración.

Instalado en el Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir en Baja California, se trata de una colaboración franco-mexicana.

“Es un telescopio que desarrollamos en el Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, por parte de México, con colaboración (y una parte del financiamiento) del Consejo Nacional de Ciencia (Conahcyt), en conjunto con varias instituciones francesas: tres universidades, bajo el hospicio del Consejo Nacional de Investigación de Francia (CNRS) y la Agencia Espacial Francesa (CNES)”, explica a Vértigo, William Lee Alardín, investigador del IA y líder del proyecto.
El telescopio, agrega Lee, está en particular asociado al satélite astronómico franco-chino SVOM, que fue lanzado en el mes de junio, y que está dedicado como prioridad a observar una clase de fuentes que se llaman destellos de rayos gamma que son una explosiones muy breves e intensas, por lo tanto, visibles a enormes distancias, que básicamente marcan el nacimiento de aguajeros negros.

Naturaleza del universo

Los destellos de rayos gamma son las explosiones más energéticas en el universo y se producen durante la fusión de objetos estelares compactos, como estrellas de neutrones y agujeros negros, y durante la muerte de las estrellas más masivas.

“A lo largo de las décadas nos hemos dado cuenta de que las fuentes que producen estos destellos de rayos gamma son el sitio de nacimiento de agujeros negros de entre cinco y 50 veces la masa del sol, se producen cuando se mueren estrellas muy masivas, cuando colapsan estas estrellas y producen explosiones muy poderosas que llamamos supernovas”, indica el también coordinador de Relaciones y Asuntos Internacionales (CRAI) de la UNAM.

Estos eventos, agrega, son interesantes porque nos hablan sobre las etapas finales de la vida de las estrellas y eso nos ayuda a entender la vida en general, por ejemplo: por qué estas estrellas son tan brillantes y nos permiten verlas a distancias gigantescas en el universo a miles de millones de años luz, como pequeños faros que ayudan a ver la estructura del cosmos y su composición a gran escala.

Lee Alardín destaca que tanto las circunstancias de las supernovas como los destellos de rayos gamma, ayudan también a comprender el origen de los elementos químicos de la tabla periódica. “Estos eventos producen muchos de estos elementos químicos, son un sitio de natural de estos elementos que no encuentras en otro sitio; todas estas razones hacen que para nosotros sea súper interesante entenderlos y estudiarlos”, explica.

El más rápido

Por sus características únicas, con una excelente cobertura espacial y su habilidad de poder posicionarse en su objetivo en menos de 20 segundos, COLIBRÍ ocupa un lugar único en el mundo que le permite estar a la vanguardia de los estudios del cielo por muchos años.
“La velocidad, automatización e instrumentación que tiene este telescopio son las características que lo hacen único, se diseñó y construyó para operar con estas condiciones.

El plan es que el satélite (SVOM) hace la primera detección de estas fuentes en rayos gamma con una cámara de gran campo y después transmite las alertas a una red de antenas de radio en tierra para que telescopios terrestres, en particular COLIBRÍ, puedan darle seguimiento a las contrapartes y luz visible e infrarroja de estas fuentes (que si son visibles desde la superficie de la tierra), explica el astrofísico.

El telescopio cuenta con un espejo primario de 1.3 metros de diámetro, equipado con dos cámaras, una para detectar en infrarrojo y otra en visible, ambas construidas por México y Francia. La innovación ofrece la capacidad de observar objetos cuya emisión de luz es variable, la contraparte de los GRBs, como supernovas o núcleos galácticos activos.

Debido a que los rayos gamma no penetran la atmósfera, agrega Lee Alardín, es por ello que tiene que estar el satélite por arriba. El satélite transmite a una red de antenas en Tierra; para ello Francia desplegó junto con China una red de antenas por todo el mundo (más o menos en el Ecuador), tres de esas antenas están en México: hay una en Baja California en donde tenemos el Observatorio, otra en la reserva de Chamela (en costa del Pacífico del estado de Jalisco) que maneja el Instituto de Biología de la UNAM, y una más en la Facultad de Estudios Superiores Unidad Mérida, en la península de Yucatán, entonces tenemos una cobertura en longitud importante gracias a esas antenas.

“Debido a que los rayos gamma duran muy poco (fracciones de segundo o unos minutos cuando mucho), pero las contrapartes, que es la luz visible infrarroja pueden durar una o varias noches con un brillo suficiente para ser visibles con un telescopio (pueden tomar luz e imagen de manera simultánea en lo que llamamos varios colores en la imagen que van desde el azul hasta el infrarrojo), explica el investigador.

Entonces, agrega, ese es el aparejamiento del telescopio y el satélite SVOM, esa es la razón de ser fundamental de COLIBRÍ; aunque también se puede utilizar para otros proyectos astrofísicos como múltiple mensajero, identificando a los objetos astronómicos que dan origen a las ondas gravitacionales, por ejemplo.

El especialista explica que la palabra “colibrí” tiene dos sentidos: el acrónimo de catching optical and infrared bright transients (detector óptico e infrarrojo de transientes brillantes. Transiente es una señal o forma de onda que inicia en una amplitud cero).

“El otro se refiere a la pequeña ave, abundante en México, que agita sus alas a gran velocidad y es capaz de hacer giros rápidos en distancias cortas”, finaliza.