NUEVA FASE SOLAR: ¿QUÉ TRAE CONSIGO?

Nuestro astro rey se encuentra en la fase de mínima actividad, no tiene manchas en la superficie y es la etapa que indica el nacimiento del siguiente ciclo, el número 25.

Martha Mejía
Ciencia
Giant Solar FlaresGiant Solar Flares. Sun producing super-storms and massive radiation bursts

Actualmente el Sol pasa por un periodo de mínima actividad y no faltan ya quienes le atribuyen a este nuevo ciclo propiedades capaces de generar terremotos y heladas en el planeta. ¿Qué tan cierto es?

“Ni clima helado ni terremotos; tampoco erupciones volcánicas por la actividad solar: la actividad que actualmente registra el Sol es normal y no es una condición por la que debamos preocuparnos, mucho menos tiene relación con algún otro fenómeno natural”, indica en entrevista Juan Américo González Esparza, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM y jefe del Servicio de Clima Espacial México (Sciesmex).

La noticia sobre el nuevo ciclo solar se hizo viral luego de que Tom Phillips, científico de la NASA, declaró al diario The Sun que el Sol pasa hoy por una fase conocida como “encierro”, misma que podría traer “graves consecuencias” para la humanidad.

“Los recuentos de manchas solares sugieren que es uno de los más profundos (fenómenos) del siglo pasado. El campo magnético del Sol se ha debilitado, permitiendo rayos cósmicos adicionales en el Sistema Solar”, dijo entonces.

Phillips agregó que el exceso de estos rayos cósmicos representa un peligro para la salud de los astronautas y los viajeros polares. “Afecta la electroquímica de la atmósfera superior de la Tierra y puede ayudar a desencadenar los rayos”, afirmó.

De ahí que diversos medios internacionales decidieron reportar que esta no es la primera vez que el Sol experimenta este fenómeno y enseguida lo relacionaron con el periodo de mínimo de Dalton, una fase de caída en la temperatura de nuestro planeta, que entonces se calificó como una miniera glaciar.

“Parte de la desinformación que ocurrió en redes sociales tiene que ver con que en la entrevista se habla de que el Sol está en el mínimo de actividad solar y se prevé que esta sea más profunda que otros mínimos. Esto ya ocurrió en otros momentos de la historia. Por ejemplo en el siglo XVII, entre 1645 a 1715, hubo un mínimo que se conoce como mínimo de Maunder; luego vino otro al que se nombró como mínimo de Dalton (de 1790-1830). Ambos coincidieron con una ligera baja de la temperatura del planeta”, explica ahora González Esparza.

Sin embargo, añade, la actividad solar no tiene relación con otros fenómenos naturales. El Sol tiene periodos de actividad que duran once años, en los que puede variar su energía, pero esto no significa que cuando el Sol tiene muchas manchas (regiones oscuras con campos magnéticos) haya más terremotos que cuando tiene menos: no hay ninguna relación entre estos dos fenómenos.

“Son fenómenos distintos: uno tiene que ver con la corteza del interior de la Tierra, del movimiento de las placas; y el otro con algo que está a 150 millones de kilómetros de distancia, en la superficie de nuestra estrella. A veces coinciden con fenómenos naturales en la Tierra y a veces no”, reitera.

Tranquilo

González Esparza, doctor en Física Espacial por el Imperial College de la Universidad de Londres, Reino Unido, y con posdoctorado en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA, expone que nuestro astro rey es una estrella mediana que tiene una edad de aproximadamente cinco mil millones de años “y le quedan cinco mil millones de años más de vida. Tiene en su interior un motor nuclear que genera su energía. Ese es el secreto de cómo las estrellas producen su luz e irradian calor, el cual es fundamental para la vida en la Tierra. Y ahora mismo el Sol se encuentra en su ciclo 24”.

En estos momentos, agrega, el Sol está muy tranquilo, en el mínimo de actividad, prácticamente dormido. Se podría decir que en el pico (en 2014) no tuvo pocas ni muchas manchas. “Ahora estamos en la etapa que indica el nacimiento del siguiente ciclo, el número 25”, expresa.

Aclara que esta disminución temporal tampoco contribuirá a aminorar el calentamiento global.

Pero si bien se ha difundido que ya no tendremos que preocuparnos, tampoco es del todo verdad: “Sabemos que el calentamiento global incrementa la temperatura del planeta; es un efecto producido por los gases contaminantes que generamos durante muchas generaciones y que provocan un cambio muy fuerte en la temperatura del planeta. Se cree erróneamente que si el Sol baja su actividad esto pudiera compensar el efecto del calentamiento global. Esto no es cierto: aunque el Sol tuviera una baja en su radiación no sería suficiente para frenar ese fenómeno”.

Ciclo 25 y sus efectos

Algunos modelos sin fundamento físico, con base en un análisis de series de datos de tiempo, señalan que el número de manchas solares decrecerán, por lo que también se especuló que los siguientes ciclos serían menos intensos y posiblemente se repetirían mínimos como el de Maunder o el de Dalton.

Sin embargo González Esparza comenta que “la mayoría de la comunidad académica que nos dedicamos a estudiar al Sol y cómo su actividad afecta a nuestro planeta no coincidimos con las predicciones de esos modelos. En general el consenso de la comunidad científica, y como estableció la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) de Estados Unidos, es que el siguiente ciclo será muy parecido al que acabamos de terminar. Los integrantes de la organización Internacional de Servicios de Meteorología del Espacio (ISES) también coinciden con esta predicción”.

El próximo máximo de la actividad solar ocurrirá en cuatro o cinco años (2024 o 2025) y los expertos consideran que será parecido al de 2014 en cuanto a intensidad y número de tormentas solares.

“Lo que sí puede suceder es que cuando el Sol despierta comienza a producir tormentas. Algunas de estas pueden ser muy intensas y llegar directamente en dirección de la Tierra. Existen varios sistemas tecnológicos indispensables que pueden ser afectados por ellas: están los satélites, las telecomunicaciones, los sistemas de posicionamiento global, la navegación aérea y la navegación marítima, las redes de generación y distribución de energía eléctrica, tecnologías que son indispensables para la vida cotidiana y que son vulnerables a estos fenómenos”, explica.

González Esparza añade que ejemplo de lo anterior es la tormenta de 1989 que produjo un apagón en la provincia de Québec, en Canadá, dejando a más de nueve millones de personas sin electricidad. “Otro caso fue la tormenta de Halloween en 2003, que ha sido uno de los eventos más intensos de los últimos 30 años. Y en septiembre de 2017 el Sol comenzó a tener actividad y esto coincidió con sismos y huracanes en México. Por eso en redes sociales se empezó a viralizar y a decir que había una relación entre estos fenómenos físicos, pero en realidad fue una casualidad que nos sorprendió a todos”, aclara.

Señala que desde la NASA y la NOAA se monitorea y se da seguimiento a toda la actividad solar con el propósito de estar preparados para cuando ocurran este tipo de fenómenos. “En el caso de México, desde el Laboratorio Nacional de Clima Espacial se despliega una red de instrumentos que cubren prácticamente todo el territorio nacional para poder medir las afectaciones que las tormentas solares producen en las diferentes regiones del país. Trabajamos, por ejemplo, con el Cenapred para instalar un sistema de avisos cuando la actividad solar pueda producir efectos importantes sobre sistemas tecnológicos indispensables”, finaliza.