FRENA MÉXICO EL USO DE GLIFOSATO

Un estudio del Conacyt revela que existe presencia del herbicida en fluidos como leche materna, sangre y orina de agricultores y sus familias.

Martha Mejía
Ciencia
CUAUTLA, MORELOS 12ENERO2019.- Un campesino fumiga su sembradío. FOTO: MARGARITO PÉREZ RETANA /CUARTOSCURO.COM
Margarito Pérez/Margarito Pérez

El glifosato es el herbicida que se usa en el mundo desde que lo introdujo al mercado la empresa Monsanto en 1974 con su patente más conocida, el Roundup®.3. Entró a México sin ningún tipo de restricción y durante más de 30 años se comercializó en el país, pero esto cambió en noviembre pasado, cuando la Semarnat negó la importación de mil toneladas de la sustancia bajo el “principio precautorio” para la prevención de riesgos.

No obstante sus partidarios dentro del gabinete no se hicieron esperar y salieron en su defensa, lo que provocó choques internos entre servidores públicos, mismos que orillaron al presidente Andrés Manuel López Obrador a subirse al debate y dictar un veredicto.

Daños

El fallo se sustenta —además de diversos estudios— en la recomendación 82/2018 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), orientada a que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) restrinja el uso de plaguicidas de alta peligrosidad, lo que se cumple en el caso del glifosato, que representa un riesgo ambiental alto al existir una presunción fundada respecto de que su uso puede generar un daño ecológico y a la salud irreversible.

De acuerdo con el estudio Expediente científico sobre el glifosato y los cultivos GM, realizado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y que lideró la científica María Elena Álvarez-Buylla Roces, existe presencia del glifosato en fluidos como leche materna, sangre y orina de agricultores y sus familias a escala mundial y en México, particularmente en niños, adolescentes y adultos de comunidades de Campeche, Yucatán y Jalisco.

El caso más reciente, detalla el estudio, es el de la comunidad El Mentidero, en Autlán, Jalisco, donde se analizó la orina de 93 menores de preescolar y primaria y 53 de secundaria: 100% de los niños tuvieron rastros de herbicida en su orina y la sustancia más recurrente y peligrosa que se encontró fue el glifosato.

En otros países se ha detectado este herbicida en agua potable, vinos y cervezas e incluso en productos de higiene personal como gasas, vendas, compresas e hisopos elaborados con algodón transgénico tolerante a glifosato.

Respecto de los organismos genéticamente modificados (OGM) hay varios estudios que demuestran la presencia de secuencias transgénicas en maíces y algodones nativos, cultivos originarios de México. Además se ha probado la presencia de transgénicos y glifosato en alimentos hechos con base en maíz.

“Gran parte de los problemas que hoy enfrentamos en materia de producción alimentaria y de salud son consecuencia de las administraciones neoliberales, que han cooptado el carácter crítico de la ciencia por los intereses del capitalismo en su fase corporativa. De manera que hoy cerca de 70% de los casi ocho millones de científicos del mundo están al servicio de las grandes empresas corporativas y solo 30% se ajusta a un perfil académico”, señala Víctor Manuel Toledo, titular de la Semarnat.

En México, afirma, se ha desplegado un esfuerzo histórico: colegas se aliaron en la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad para suspender el uso de maíz transgénico y su labor ha trascendido para fortalecer la nueva política ambiental.

Desacato

“Esta decisión, lo sabemos, afecta los intereses de la industria química transnacional y nacional de los plaguicidas, aliada al organismo empresarial del gran agronegocio. Ha habido al respecto una campaña para boicotear la negativa a la importación de glifosato e impedir su prohibición total para 2024, que va en contra de los intereses legítimos de la población y de los derechos humanos a la salud, a la alimentación y a un medio ambiente sano”, expresa por su lado Catherine Marielle, de la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País.

Una de las expresiones de este boicot se dio el 3 de agosto al publicar la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Seder) un anteproyecto de decreto presidencial sobre glifosato, en el sitio web de la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer), que no cumplía con los acuerdos que previamente se establecieron entre las secretarías y la Presidencia de la República.

Como respuesta, el 4 de agosto la Semarnat publicó en su sitio web la solicitud de una disculpa pública a la Seder por utilizar sin su consentimiento el nombre de su titular, Víctor Manuel Toledo, en dicho anteproyecto ya que “no refleja sino que contradice las instrucciones dadas por el presidente de la República”.

Ante tal situación López Obrador informó que el uso del glifosato se eliminará de manera gradual en los próximos cuatro años. Mientras tanto ordenó que el químico no se utilice en ningún programa de gobierno.

“Decidimos no usar este agroquímico en nada que tenga que ver con el gobierno, por ejemplo, en Sembrando vida no se usa ni se usará; y limitarlo a la producción particular. Año con año ir reduciendo los volúmenes de importación, porque no podríamos quitarlo así de un golpe, se nos caería la producción de alimentos y de productos; tendríamos que importar, aunque también hay alimentos que se cultivan con estos agroquímicos”, dijo el presidente.

Al reconocer que el uso del herbicida provocó un desencuentro entre los secretarios de Agricultura y Medio Ambiente indicó que se llegó a un acuerdo para equilibrar los principios y la eficacia en el uso de este producto.

Sustitución

De acuerdo con Marcel Morales Ibarra, director de la empresa de base biotecnológica Biofábrica Siglo XXI, la polémica en torno del glifosato en México abre la oportunidad de plantear la urgente necesidad de cambiar el modelo de producción agrícola actual, recurriendo a prácticas como la reutilización de residuos de cosecha enriquecidos con bioinsumos e incursionar en procesos de desarrollo que plantea la economía circular.

Luis Ángel Rodríguez del Bosque, director general del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), afirma a su vez que actualmente no hay ningún método agroecológico que sustituya completamente al glifosato en la agricultura intensiva y extensiva, el cual tiene características deseables que no posee ningún otro.

Considera que mientras se investigan métodos de control, tanto mecánicos como físicos y biológicos, se harán solamente algunos controles deficientes que tendrán mayor costo, lo cual en la agricultura de subsistencia no afectará tanto como en la comercial.

Expuso que ese instituto prepara un trabajo de investigación para generar tecnologías, validarlas y transferirlas a la educación y capacitación de productores y técnicos para el manejo integrado de malezas bajo diversas condiciones agroecológicas del país en los próximos años.

Al respecto Renzo D’Alessandro, director regional del Conacyt, informa que por mandato presidencial esta institución se encargará de coordinar el desarrollo de alternativas al uso del glifosato ya que tiene las capacidades requeridas en este proceso, con el fin de avanzar hacia la producción saludable con soberanía tecnológica y eliminarlo gradualmente en cuatro años.