2020: RUMBO AL RÉCORD EN INCENDIOS FORESTALES

Este año en la Amazonia superan en 45% al promedio de la última década, mientras que en California, Oregon y Washington al menos 35 personas han muerto debido a estos siniestros.

Martha Mejía
Ciencia
Recovery Efforts Continue In Butte County, California After Bear Fire Scorches 250,000 Acres
JUSTIN SULLIVAN/AFP

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) advirtió que este año los incendios forestales pueden superar las cifras récord alcanzadas en 2019 en el mundo y si continúa esta tendencia habrá “consecuencias devastadoras” debido a la liberación de millones de toneladas adicionales de dióxido de carbono (CO2).

En su informe Incendios, bosques y futuro: una crisis fuera de control, que elaboró en conjunto con el Boston Consulting Group, WWF reporta que el número de alertas de incendios en todo el mundo durante el mes de abril aumentó 13% en comparación con 2019, que ya fue “un año récord en incendios forestales”.

A escala mundial “observamos un aumento muy preocupante de fuegos. Como sabemos el año pasado hubo una situación extrema en la Amazonia y algunos otros ecosistemas en Latinoamérica, pero también fuegos muy fuertes en Siberia, Australia y otros lugares como California (donde ahora las llamas consumen más de 800 mil hectáreas). Este año hubo 13% de incremento a nivel global de fuegos, comparado con 2019, que ya había sido un año extremo. Nos preocupa que esta tendencia siga en alza y tenga efectos negativos, como el aumento en el cambio climático y la pérdida de biodiversidad”, explica a Vértigo Jordi Surkin, director de Conservación de WWF para América Latina y el Caribe.

El también director de Conservación del Fondo Mundial para la Naturaleza en Bolivia agrega que las principales causas de este fenómeno son la deforestación, debida en su mayor parte a la conversión del suelo para la agricultura, además de un clima más cálido y seco por el cambio climático, el cual hace que la temporada de incendios forestales se incremente en todo el mundo.

Estas circunstancias “se dan por la continua deforestación, que se asocia con la expansión de la frontera agrícola y pecuaria. En algunos lugares, como la Amazonia, tiene que ver con tomas de tierras por parte de gente que busca enfrentar la pobreza. Por otro lado están la falta de políticas adecuadas y la no implementación de políticas ya existentes”, explica Surkin.

El informe destaca que la acción humana es responsable de 75% de los incendios forestales. “Si continúan las tendencias actuales habrá devastadoras consecuencias a largo plazo debido a la liberación de millones de toneladas adicionales de CO2. Esto se suma a los impactos inmediatos de los fuegos, que exterminan la biodiversidad, amenazan vidas, propiedades, medios de subsistencia y economías, además de que representan graves problemas de salud a largo plazo para millones de personas”, señala el informe.

En México, en lo que va del año y hasta el pasado 10 de septiembre, ocurrieron ya cinco mil 579 incendios forestales. Las entidades con mayor número de siniestros son Estado de México (mil 82), Michoacán (608) y Jalisco (590).

Amazonia

La Amazonia es el bosque tropical más grande del planeta. Abarca gran parte del noroeste de Brasil y se extiende hasta Colombia, Perú y otros países de Sudamérica. Es muy valioso por su biodiversidad.

Los datos más recientes muestran que los incendios forestales en esta región superan en 45% al promedio de la última década: en julio pasado se detectaron seis mil 803 incendios, 28% más que en el mismo periodo de 2019, debido a los altos niveles de deforestación ilegal. Entre agosto de 2019 y julio de 2020 las alertas de deforestación fueron 33% más altas que en el mismo periodo del año anterior.

El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil estima que en agosto de este año se quemaron 2.5 millones de hectáreas en la Amazonia y que hay más de 700 incendios forestales activos en aquel país.

“Se trata de un bosque tropical de suelos húmedos y profundos que soportan una gran vegetación. Cuenta con una enorme riqueza de vegetación, por lo que la producción y acumulación de biomasa forestal, tanto en aérea como subterránea, es enorme. Un incendio en esas áreas puede alcanzar dimensiones catastróficas si se combina con fuertes vientos, falta de humedad y además está avivado por intereses que podrían representar el hecho de que se queme esa zona”, explica en entrevista Miguel Gallegos Mora, suplente legal de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en la Ciudad de México.

Otro dato que brinda por su lado Human Rights es que el área deforestada del Amazonas en 2020, combinada con el área despejada pero aún no quemada en 2019, suma cuatro mil 509 kilómetros cuadrados que podrían incendiarse durante esta temporada seca, lo que equivale aproximadamente a 451 mil campos de futbol.

Pantanal

A medida que avanza el fuego de una manera nunca vista en las últimas décadas los animales muertos y los árboles destruidos se convierten en una imagen cada vez más común en el Pantanal, el humedal más grande del planeta, que se extiende principalmente por el estado brasileño de Mato Grosso del Sur y en menor medida por el de Mato Grosso y partes aledañas de Bolivia y Paraguay.

Desde enero de 2020 hasta principios de septiembre hubo doce mil 100 incendios en el Pantanal. Según el INPE se trata de la cifra más alta en el periodo desde 1998, cuando el instituto inició el monitoreo.

También entre enero y abril de este año en las selvas bolivianas hubo un incremento de 35% en los focos de los fuegos en comparación con 2019, año en que los incendios afectaron más de 6.4 millones de hectáreas en ese país, de las que dos millones correspondieron a bosques.

Mientras en Paraguay el fuego impactó en 904 mil 800 hectáreas en 2019, de las que 204 mil 500 forman parte de áreas protegidas.

Además de los incendios esta región sudamericana enfrenta una serie de problemas que según los expertos favorecen al rápido avance del fuego: entre octubre y marzo, en temporada de lluvias, la zona tuvo un volumen de precipitaciones 40% menor que el promedio del mismo periodo en años anteriores, según datos de la Corporación Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa).

La situación provocó también que el río Paraguay, principal formación del Pantanal, registrara el nivel más bajo de las últimas décadas.

Estados Unidos

En el oeste de Estados Unidos el fuego consume ahora mismo bosques, destruye ciudades y deja miles de personas y animales silvestres sin hogar. En California, Oregon y el estado de Washington al menos 35 personas han perdido la vida desde principios de agosto.

Además se reportan decenas de desaparecidos y se quemaron casi dos millones de hectáreas de terrenos.

En esa zona los cielos se han teñido de naranja y la calidad del aire empeora. De acuerdo con la agencia de bomberos del estado actualmente se lucha contra 29 grandes incendios en su territorio, además de que 254 mil hectáreas se quemaron este año, lo que superó cualquier registro anterior en la historia de California.

Por ejemplo, el incendio conocido como August Complex, que empezó el mes pasado, es oficialmente el fuego incontrolado más grande que se registra en ese estado y ya quemó más de 190 mil hectáreas.

“Sin duda el fuego ha puesto en riesgo regiones importantes para el planeta y las personas. En América Latina áreas como la Amazonia o el Pantanal, claves para regular el clima y mantener nuestras reservas de agua, se han visto muy afectadas. Pero hay que entender que la gran mayoría de los fuegos en esta región son provocados a fin de beneficiar a la agricultura intensiva, contrario al caso de California, donde los incendios forestales son comunes: se dan muchas veces por descuidos humanos y por causas naturales como el clima. Suelen propagarse porque una buena parte del estado es bastante seca”, explica Surkin.

De acuerdo con lo reportado por diversos medios locales la mayoría de los incendios en California son producto del descuido de personas. Por ejemplo, el incendio de El Dorado, que ha crecido a más de cuatro mil hectáreas, se inició cuando una familia utilizó un “dispositivo pirotécnico” para anunciar el sexo de un nuevo bebé.

Muchos otros se originan por acciones rutinarias, como conducir un carro que suelta hollín y humo en la vegetación seca, como fue el caso del incendio Apple.

Otros más son causados por líneas de transmisión de energía u otros equipos de servicios públicos que pueden provocar e iniciar incendios en áreas muy boscosas y remotas. Los equipos de Pacific Gas and Electric causaron el mortal incendio Camp en 2018, por ejemplo.

En Oregon el diario The Statesman Journal informó que los incendios en el área del cañón de Santiam se iniciaron cuando árboles que caían derribaron cables de electricidad.

Pero a veces los fenómenos naturales también son la causa al encender fuegos de manera inevitable: este año los relámpagos que cayeron durante las inusuales tormentas secas provocaron algunos de los incendios más grandes.

No obstante los especialistas coinciden en que el cambio climático impulsa la gravedad de los fuegos forestales: su magnitud, la rapidez con que se propagan y lo difícil que resulta combatirlos.

“Los incendios de este año se han visto agravados por una ola de calor que forma parte de los cambios cada vez más extremos de la región entre el clima cálido y seco, cuando es probable que se inicien los incendios, y las fuertes lluvias que estimulan el crecimiento de plantas que se convertirán en combustible para los incendios”, comenta Jordi Surkin.

Otras zonas

En Colombia la deforestación en los primeros cuatro meses de 2020 sugiere que el área quemada podría superar las cifras de todo 2019, revirtiendo una tendencia de caídas continuas en las últimas décadas.

Ucrania registra ahora los peores incendios forestales en la historia de la zona de Chernobyl, que comenzaron a arder en abril, mientras que los incendios en todo el país aumentaron ya 30% este año.

Rusia registró en 2019 el segundo nivel más alto de incendios forestales y se proyecta que en 2020 el fuego afectará un área de por lo menos la misma magnitud, si no es que más grande. Para tener una idea de la escala cada año los incendios destruyen tres veces la cantidad de bosques perdidos por la tala industrial en Rusia. De hecho Siberia acaba de experimentar su abril más caluroso jamás registrado.

Tailandia vivió los peores incendios forestales en décadas en el norte del país en abril, que destruyeron 20% del área boscosa y causaron “niveles críticos” de contaminación del aire en Chiang Mai.

En Australia la temporada de incendios 2019-2020 ha sido la peor en su historia: se destruyó una quinta parte de todo el bioma de bosques templados de hoja ancha y mixtos, equivalentes a un área casi del tamaño de Inglaterra.

Consecuencias

El fuego forestal provoca un gran desequilibrio en la fauna y flora de los lugares donde acecha, sobre todo aquellos que se consideran santuarios de biodiversidad.

“Sin duda el fuego ha puesto en riesgo regiones importantes para el planeta y las personas. En América Latina áreas como la Amazonia o el Pantanal, claves para regular el clima y mantener nuestras reservas de agua, se ven muy afectadas. Tan solo la Amazonia abastece 20% del agua dulce del mundo. Lo que pasa en estas zonas tiene un impacto potencialmente fuerte a nivel global de varias formas, incluyendo aumentar la pérdida de biodiversidad”, expresa Surkin.

De acuerdo con el informe Planeta Vivo 2020 las casi 21 mil poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios analizados en todo el planeta han disminuido en 68% en promedio.

En América Latina el resultado es aún más impactante: una reducción promedio de 94% entre 1970 y 2016.

Las causas principales, explica Luis Germán Naranjo, director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia y uno de los editores del informe, son los cambios de uso de suelo, incluyendo la pérdida de hábitat y la degradación de los suelos. Esto implica la modificación del medio ambiente donde vive una especie, por remoción completa, fragmentación o reducción de la calidad del hábitat clave.

El documento también advierte que sin la biodiversidad del suelo los ecosistemas terrestres pueden colapsar ya que hasta 90% de los organismos vivos de estos ecosistemas, incluidos algunos polinizadores, pasan parte de su ciclo de vida en estos hábitats.

Agrega que la pérdida de biodiversidad amenaza también la seguridad alimentaria, por lo que urgen acciones para transformar el sistema agroalimentario mundial.

Tan solo por citar un ejemplo: datos oficiales estiman que en la región del Pantanal viven ocho jaguares por cada diez mil hectáreas, por lo que es posible ver hasta 15 de estos animales en una semana. Pero expertos conservacionistas de este felino señalan que a pesar de las destrezas de este animal, el tercer mayor felino del mundo después del tigre y el león y el más grande del continente americano, las llamas por incendios forestales lo afectan fuertemente, ya sea por quemaduras directas o por la devastación de su hábitat.

Conocido científicamente como panthera onca y en Brasil como “onça pintada”, el jaguar puede llegar a medir 1.80 metros de largo y alcanzar un peso de hasta 150 kilogramos, por lo que se considera el más robusto de su especie, por encima del leopardo y el guepardo.

De acuerdo con la organización Procarnívoros existen cerca de 87 mil jaguares en Brasil, la mayoría en la Amazonia y en el Pantanal.

Los jaguares adultos tienen una capacidad de desplazamiento más rápida, pero “la intensidad del fuego es tan elevada que hasta ellos están siendo quemados”, asegura Ricardo Bulhosa, presidente de esta ONG.

¿Qué hacer?

Sin duda perder un bosque es perder una parte del mundo. Desafortunadamente a veces el proceso para restaurarlo llega a ser insostenible. “Después de que un bosque fue siniestrado es muy costoso restaurarlo, por lo que en algunos casos es mejor que el ecosistema se recupere solo. Puede costar en promedio mil dólares por hectárea. La otra cuestión es que la restauración no únicamente depende del grado de afectación que el fuego ha tenido en ese sistema: intervienen varios factores. En algunos casos lo mejor que podemos hacer es dejar que el ecosistema se recupere solo, pero hay que evaluar caso por caso”, indica Jordi Surkin.

En este sentido WWF hace un llamado para que exista “un compromiso de los países de todas las zonas más afectadas por los incendios forestales” y en particular de la Amazonia y la cuenca del Congo, a fin de que desarrollen planes y políticas de deforestación cero para sus bosques primarios.

“La mejor estrategia es mantener todo el tiempo ocupados, junto con asistencia técnica, a los dueños de los bosques mediante un manejo forestal sustentable que incluya aprovechamiento de sus diversos productos, evitar la tala ilegal, control de plagas y enfermedades, control de todos los agentes que el hombre pudiera ejercer para dañar el bosque, además de amortiguar mejor los disturbios naturales”, puntualiza Miguel Gallegos Mora, de la Conafor CDMX.

En este sentido agrega que el reto para las agencias gubernamentales encargadas de los bosques es estar justo en el momento en el que el dueño pretende hacer “algo” en el bosque y “que lo podamos orientar bien antes de que cualquier cosa suceda”.

Jordi Surkin añade que igualmente se debe presionar a los gobiernos a fin de que tomen mayor voluntad para implementar políticas para no autorizar fuegos donde no se debe.

“Urge un cambio de políticas hacia un modelo económico mucho más sostenible, que no se base en la deforestación, en la pérdida de biodiversidad, ya que además tiende a ser un desarrollo económico injusto para la mayoría de la población, que beneficia a sectores más ricos y a la expansión agropecuaria grande. Por otro lado, esto tiene que acompañarse de acciones por parte de todos, es decir, cambiar nuestros hábitos alimenticios, ser más conscientes del origen de los alimentos que consumimos y de los impactos que estos puedan generar en la biodiversidad”, concluye.