Hasta antes de la pandemia por covid-19, el cáncer de mama representaba la segunda causa de muerte en mujeres mexicanas de 30 a 54 años de edad, de acuerdo con un informe de la Fundación Mexicana para la Salud, lo que pone a este padecimiento como uno de los principales problemas de salud a nivel nacional.
Pero a diferencia de otras enfermedades, un tumor cancerígeno en las mamas no es la causa puntual de los decesos, sino la metástasis (propagación de las células cancerosas del tumor primario a otros órganos). En ese sentido, un grupo científico del Cinvestav, dirigido por José Eduardo Pérez Salazar, se ha centrado en analizar los mecanismos que llevan a las células cancerosas a migrar en el cuerpo y, a partir de ello, proponer terapias y métodos diagnósticos.
De acuerdo con el investigador adscrito al Departamento de Biología Celular, si el tumor pudiera contenerse en las glándulas mamarias, un cirujano podría extraerlo y evitar cualquier otro daño. El problema ocurre cuando el padecimiento no se detecta a tiempo y las células cancerosas invaden a otros órganos, muchos de ellos lejos del tumor primario, tales como hueso y cerebro.
En una reciente investigación, publicada en el Journal of Cell Communication and Signaling, se hace referencia al papel que juega un factor de crecimiento similar a la insulina, abreviado como IGF-1, en la producción de vesículas extracelulares por las células cancerosas mamarias, que corresponderían a las células que forman el tumor mamario, las cuales son captadas por otras células mamarias para que adquieran la capacidad de migrar, invadir y finalmente producir metástasis.
“El IGF-1 se encuentra en los seres vivos y es sintetizado en la mayoría de los tejidos del cuerpo humano, principalmente en el hígado, y su accionar está relacionado al desarrollo y función de la glándula mamaria. Sin embargo, se ha encontrado mayor cantidad en muestras de sangre de mujeres con cáncer de mama, por lo que decidimos estudiar su relación con el padecimiento”, explicó Pérez Salazar.
A través de un estudio in vitro, los investigadores estimularon células cancerosas mamarias en cultivo con el IGF-1 y observaron que se producían vesículas extracelulares con capacidad de inducir un proceso denominado Transición Epitelio-Mesénquima (TEM) en células mamarias no cancerosas, las cuales adquieren la capacidad de migrar e invadir, proceso clave en el desarrollo de la metástasis. Estos resultados sugieren la posibilidad de que el IGF-1 en las mujeres con tumores mamarios podría estar estimulando a las células cancerosas mamarias a invadir vasos sanguíneos y linfáticos, con posterior formación de tumores secundarios en otros órganos.
En el caso de las células sanas, el IGF-1 no induce la secreción de vesículas extracelulares con esta capacidad estimulatoria, por lo tanto, no inducen migración de las células que forman la glándula mamaria a otros tejidos. Pero cuando se presentan en procesos cancerígenos mamarios sí realizan esa función, de modo que este factor de crecimiento podría tener un papel importante en el proceso de metástasis en el cáncer de mama.
A partir de este conocimiento se podrían sugerir nuevos blancos moleculares para dirigir los tratamientos oncológicos que eviten el proceso metastásico del cáncer de mama. También, se trabaja en conjunto con la Dra. María del Rocío Thomson Bonilla, especialista del Hospital 1º de Octubre del ISSSTE, con la intención de desarrollar pruebas diagnósticas tempranas basadas en identificar algunas proteínas que conforman las vesículas extracelulares.
Además de la generación de nuevo conocimiento útil para hacer frente al cáncer de mama, esta investigación ha servido en la formación de tres doctores en ciencia por parte del Cinvestav: Elizabeth Leal Orta, Javier Ramírez Ricardo y Alejandra García Hernández.