A solamente siete días de que concluya la Jornada Nacional de Sana Distancia en todo el país, es decir, el próximo 1 de junio, la pandemia por Covid-19 aún no se ha logrado “domar”: el número de personas infectadas por el virus SARS-CoV-2 sigue su tendencia en ascenso, así como la pérdida de vidas humanas, principalmente en el Valle de México.
De ahí que al cierre de esta edición se estima que en la Fase Tres se alcanzarán los 65 mil casos confirmados y siete mil 500 decesos, de una población de 127 millones de habitantes.
En medio de la incertidumbre sobre el impacto real del coronavirus en la población mexicana, tanto de infectados con síntomas o sin ellos como del número de fallecimientos por complicaciones derivadas de la infección, miles de familias han tenido que enfrentar la pérdida de sus seres queridos de una manera muy diferente: antes se les podía velar, acompañar con rezos u oraciones, con flores y música, para al final lanzar un puñado de tierra o una flor sobre el féretro; o bien lanzar sus cenizas al mar, en el bosque o un acantilado… Pero ahora no hay oportunidad de nada de eso sino únicamente de llorar su ausencia.
Según versiones de las autoridades sanitarias mexicanas respecto de la existencia de un subregistro de decesos, este se debe a que a menudo los pacientes llegan en un estado de tal gravedad que ya no hay tiempo para realizarles pruebas de laboratorio de manera oportuna y confirmar si tienen coronavirus o no. Además el gobierno federal reconoce que hay un desfase entre las muertes por Covid-19 y su inclusión en las cifras oficiales diarias debido a retrasos de certificación de las muertes y el procesamiento de la información en los hospitales y morgues.
En resumen México no cuenta con estadísticas en tiempo real sobre muertes en el país: los datos de mortalidad más recientes son de 2018, lo cual dificulta el cálculo de “exceso de mortalidad”, un término utilizado por epidemiólogos para estimar el aumento de mortalidad en comparación con las condiciones normales.
Alejandro Macías, epidemiólogo y comisionado nacional de México para influenza AH1N1, considera que un cálculo de más del doble de muertes podría ser acertado. “En estos tiempos decir doble no me suena demasiado” e incluso podría ser “un poco más grande”.
El exceso de mortalidad es un medio reconocido para determinar el impacto de una pandemia, dice, y añade que la “grave subestimación” de México en el número de muertos no indica una conspiración del gobierno para esconder las cifras: “Es una consecuencia de no hacer suficientes pruebas”.
Datos del comportamiento en el número de servicios funerarios de dos de las empresas más importantes del país reflejan un poco la realidad de la mortalidad en la zona centro del país. La cadena J. García López señala que registra un aumento de 40% en los servicios funerarios desde que arrancó el mes de mayo, en comparación con el año pasado, y que realiza en promedio 50 servicios funerarios diarios. En tanto la cadena Gayosso revela que tuvo un incremento de servicios de 50% en el mes que transcurre.
Sobre el tema Jesús Cantú, jefe de la Unidad de Información y Relación con Medios de la Presidencia de la República, expresa que el gobierno mexicano no ha escondido las cifras sobre Covid-19 y, por el contrario, está abierto a la consulta de toda la ciudadanía.
Explica que pueden faltar conteos en cuanto a las defunciones que está pendiente confirmar si se debieron o no a coronavirus, que se catalogan como sospechosas; sin embargo las muertes por coronavirus quedan asentadas claramente en las actas de defunción. “Puede haber un faltante, pero tampoco se ha escondido. Y tan no se ha escondido que se dan a conocer las defunciones de los casos que habían sido sometidos previamente al examen de Covid-19 y habían resultado positivos”.
Derecho a decir adiós
Las personas infectadas por coronavirus y que ingresan a las áreas de urgencias lo hacen solas y muchas veces no les da tiempo de despedirse de sus familiares. Por fortuna 80% de los hospitalizados logran librar la enfermedad y reunirse nuevamente con sus seres queridos, pero otros no lo logran. Y mientras luchan por conservar la vida lo hacen solo en compañía del personal médico. De ahí que en países como Italia y España, al ver que en los nosocomios morían en soledad los pacientes, se movilizaron y adquirieron tabletas para crear un canal de comunicación entre los enfermos y sus familiares. En los casos graves fue la única oportunidad de despedirse con amor y en paz.
Esta experiencia se busca implementar en México, por lo que especialistas en medicina crítica y tanatología solicitan el apoyo de organizaciones de la sociedad para que proporcionen tabletas que permitan a los pacientes en etapa terminal por Covid-19 conversar y despedirse por videollamada de sus familiares.
Alejandra Luna García, maestra en Sicología Social de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza de la UNAM, menciona que la información es vital en momentos de amplia incertidumbre por el deceso de un familiar. Por eso debería ponerse en marcha de manera más amplia la iniciativa Derecho a decir adiós, que surgió en Milán, Italia, cuando en el Hospital San Carlo compraron tabletas para ayudar a los pacientes a que en sus últimos momentos de vida hicieran videollamadas con el auxilio del personal sanitario.
La doctora en Tanatología insiste en señalar que pese a que los sistemas hospitalarios se puedan ver rebasados es necesario que no se descuiden los mecanismos de contención de la familia; es decir, que exista un informe constante a los familiares sobre las condiciones del paciente y con esto se eviten especulaciones sobre lo que ocurre al interior del nosocomio o la manera en que se trata a los enfermos.
Por su lado Felipe Martínez, presidente de la Asociación Mexicana de Tanatología, comenta que al no poder velar a sus muertos las familias de personas fallecidas por Covid-19 no tienen oportunidad de despedirse, lo que incrementa el dolor y el desasosiego.
“Esta pandemia tiene implicaciones emocionales muy importantes para los que se quedan ya que no tienen la tranquilidad de haber visto por última vez a sus seres queridos”. Al no permitirse las visitas en las zonas de Covid-19, el especialista recomienda hacerles llegar mensajes a los pacientes a través de algún dispositivo electrónico, tabletas o celulares. O bien, una carta, un mensaje en tarjetas.
El tanatólogo expone que “hay que pensar que la persona ya no está físicamente pero siempre estará en tu corazón y memoria. Con la ayuda de una fotografía pueden hablar de lo que ocurrió y de lo que desean expresarle. En el caso de los niños se les tiene que explicar por medio de dinámicas o con la ayuda de cuentos, para que entiendan lo que representa un deceso”.
Un ejemplo sencillo es la transformación de una oruga desde que está en su capullo hasta que se convierte en mariposa y se va. “Hasta antes de los seis años la muerte es reversible para el niño. La persona no fallece sino que va a regresar. Entonces hay que darle una explicación sin confundirlo, porque si no van quedando más dudas y el menor se va sintiendo más triste y más solo. Hay que hacer una separación entre religiosidad y espiritualidad, pero cuando las personas tienen una creencia ayuda mucho a seguir adelante y encontrarle sentido a todo esto”, explica.
En el mismo tema Anahí Polo, coordinadora del programa de Tanatología en Grupo Gayosso, comenta que para “aminorar la angustia de las personas que no han podido despedirse de un ser querido de manera directa es recomendable tratar de realizar en casa algún ritual de despedida, así como compartir y comprender el dolor que provoca la pérdida y permitirse expresar libremente las emociones que el duelo genera, como pudieran ser rabia, pena, dolor, culpa, a través del modo que necesite: llorar, gritar, escribir o dibujar para mitigar el dolor”.
La especialista señala que es recomendable usar la tecnología disponible para realizar un acompañamiento a distancia y confiar en que habrá un día en el que se podrá hacer el ritual funerario y completar el proceso de duelo pendiente.
Duelo
“En las últimas semanas nos ha tocado ver escenas dramáticas ya que los familiares de las personas que mueren por Covid-19 no pueden estar cerca para reconfortar, para acompañar, para tomar la mano de su ser querido que está enfermo y no pueden estar presentes en el momento de la muerte”, comparte Gina Tarditi, sicóloga y tanatóloga, quien asegura que para nadie es bueno morir en soledad.
Para los familiares, además del dolor de perder a un ser querido significa dejar asuntos pendientes. “No solo es poder acompañar al familiar enfermo en sus últimos momentos sino que se pierde la oportunidad de sacar asuntos que han quedado guardados desde hace mucho tiempo o de pedir perdón. Y el tiempo para prepararse para la muerte es muy corto”, expone la especialista.
Tarditi menciona que, peor aún, en la mayor parte de los casos no pueden ver al familiar fallecido ya que si bien los lineamientos para la disposición de cuerpos establecen que debe ser reconocido y se debe permitir a dos personas cercanas verlo por algunos momentos, sin tocarlo, en la mayoría de los casos no ocurre.
“El ver siempre es importante. En sicología tenemos el término de ‘duelo ambiguo’, que la doctora Pauline Boss acuñó hace muchos años, que se refiere a cuando quedan en el aire muchas cosas: cuando los rituales están ausentes por la razón que sea, porque no se vio al cuerpo, porque no se supo qué pasó exactamente… y este es un factor de riesgo para desarrollar duelo complicado, porque aunque sepan que el familiar murió de Covid-19 no lo pudieron ver los últimos días y la información que tendrá será muy poca, por no decir que nula”.
Por lo anterior sugiere: “Quisiera decirles a todas esas familias que viven este drama y no pueden acompañar a sus seres queridos, que no les permitieron verlos una vez fallecidos y tengan que hacer la inhumación o la incineración rápido y no un funeral como hubieran deseado, que piensen en la posibilidad de hacer un ritual diferente en el momento y en la forma que ellos lo deseen o necesiten”.
RECUADROS
Trato digno
Un equipo multidisciplinario del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) trabaja de manera coordinada y actualizada en establecer directrices para el manejo ético, seguro, transporte y disposición final de cadáveres que presenten confirmación o sospecha por Covid-19. En el proceso se involucran varias categorías: patólogos, enfermería, camilleros, trabajo social, personal de intendencia y el médico tratante. Ante la muerte de un paciente se notifica a los deudos y al equipo encargado del manejo del cadáver para su preparación y traslado al mortuorio del hospital lo antes posible. Para identificar el cuerpo el personal de enfermería es quien coteja todos los datos del paciente con: expediente, número de Seguridad Social, que el nombre completo sea el correcto, y fecha y hora de defunción. El personal de camillería es el encargado de realizar el tránsito del cadáver al servicio de patología en una mortaja que no se debe abrir. Dar a conocer este procedimiento no es fácil ya que no todos están preparados para hacer frente a la muerte.
Comunicación
El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) implementó la Guía operativa para la salvaguarda de los derechos humanos en la atención médica durante la pandemia por Covid-19, la cual regula y explica el protocolo de comunicación e información con familiares de pacientes con esta enfermedad y que son atendidos en las 112 clínicas y hospitales. En caso de que la salud del paciente sea grave o lamentablemente fallezca se le informa de manera inmediata al familiar responsable. En ese momento se activa el protocolo establecido en la Guía sectorial operativa para el manejo de cadáveres de casos de Covid-19, que implementó el instituto en las unidades médicas.
Recomendaciones para afrontar la pérdida
Preparar una reunión virtual por videollamada y organizar una despedida grupal entre familiares y personas allegadas.
Crear un grupo en redes sociales o hacer una página memorial para esa persona y que cada quien escriba lo que siente, suba fotografías y comparta sus sentimientos, anécdotas, enseñanzas y aprendizajes.
Es importante incluir a los niños en estos rituales, explicándoles de forma clara y natural la situación, valorando su edad y capacidades y respetando la forma en que puedan y quieran participar.
Crear un espacio físico en la casa para el recuerdo, elegir una foto, colocar velas o flores e incluso objetos de la persona.
Darle permiso a nuestro ser querido de “ya no estar”.
Es útil pensar que al ser querido que falleció le gustaría que estuviésemos en estas circunstancias con bienestar.
Buscar ayuda en línea con tanatólogos para generar estrategias de afrontamiento en el duelo en época de pandemia.
Recordar que esta situación no durará para siempre y cuando todo esto termine se podrá realizar una despedida presencial junto a los demás seres queridos.