Anorexia y bulimia son producto de una autopercepción negativa que distorsiona la imagen que una persona tiene de sí misma, tanto intelectual como físicamente.
La autopercepción de los jóvenes juega un papel fundamental en el desarrollo de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), como anorexia, bulimia, atracones y el trastorno compulsivo alimentario: durante la adolescencia una baja autoestima puede aumentar la vulnerabilidad a presentar esta condición.
Quienes desarrollan estos trastornos suelen percibirse con imperfecciones y experimentan sentimientos de vacío e insatisfacción.
De acuerdo con la Secretaría de Salud federal (SSA) la anorexia y la bulimia son trastornos descritos como cuadros clínicos desde finales del siglo XIX y aparecen casos documentados desde el siglo XVII.
Sin embargo, su expansión tanto numérica como territorial y su relación con rasgos de la cultura actual permiten caracterizarlos como patologías propias de la sociedad urbana contemporánea.
La anorexia y la bulimia afectan a millones de personas en todo el mundo. Pueden causar desnutrición, afecciones cardiacas e incluso la muerte. Son difíciles de tratar y permanecen ocultos hasta para las amistades y familiares más próximos de quien los sufre.Si bien los trastornos alimentarios se padecen individualmente y tienen causas sicológicas, el entorno cultural y familiar marca su aparición y los orígenes de los trastornos alimentarios; son, por lo tanto, multicausales.
Además, su expansión social los ubica como un problema de salud pública que requiere ser estudiado y atendido de manera específica con urgencia cada vez mayor. La prevalencia de la anorexia entre la población general varía de 0.5 a 1.5%, mientras que la bulimia alcanza 3%. La población más vulnerable son las mujeres adolescentes.
Causas sicológicasAunque es cierto que los trastornos alimentarios han sido llamados “de la abundancia” y aparecen mayoritariamente en países desarrollados, en zonas urbanas y en estratos socioeconómicos altos, no son exclusivos de ellos y la tendencia parece mostrar su expansión hacia otros países, regiones y sectores sociales.
La organización Voz Pro-Salud Mental Ciudad de México destaca que la manera en que la persona se percibe influye directamente en su salud mental y en la calidad de sus relaciones. Una autopercepción negativa distorsiona la imagen que la persona tiene de sí misma, tanto intelectual como físicamente. Esto puede motivar otras consecuencias, como ansiedad y sentimientos de culpa.
Gabriela Cámara, presidenta honoraria de Voz Pro-Salud Mental, indica que “una autoestima frágil puede llevar a una persona a modificar de manera excesiva su apariencia en un intento de sentirse valiosa. Esto puede derivar en conductas alimenticias de riesgo, como ayunos prolongados, vómitos autoinducidos, restricciones en la ingesta de alimentos, etcétera. Estos comportamientos son los principales detonantes de los trastornos de la conducta alimentaria”.
Juan Manuel Mancilla, doctor en Sicología, explica que los TCA son procesos sicopatológicos que conllevan graves anormalidades en las actitudes y comportamientos relacionados a la ingesta de alimentos. “Implican una percepción distorsionada del cuerpo y producen un miedo intenso a la obesidad”, agrega.
La SSA señala que 25% de los adolescentes en México padece algún tipo de TCA, pero solo 10% busca tratamiento.
Además, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la prevalencia de los trastornos alimenticios aumentó de 3 a 10% tras la pandemia, afectando a aproximadamente 70 millones de personas en todo el mundo.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2022) indica un aumento en los comportamientos alimentarios de riesgo entre los adolescentes en México. Estos hábitos afectan en mayor medida a las mujeres y son más frecuentes en zonas urbanas que en comunidades rurales.
De cada diez casos, nueve son mujeres
Los TCA como anorexia y bulimia causan deshidratación, anemia, malnutrición y pueden llevar a la muerte; de ahí que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) atiende de manera integral con tratamiento médico, sicológico y nutricional a derechohabientes con estos padecimientos.
Esta condición se presenta con mayor frecuencia en personas en edades que van de doce a 25 años y de cada diez casos nueve son mujeres, informa la doctora Leticia Flores Pérez Pasten, siquiatra adscrita al Área de Hospitalización de la Coordinación de Atención Integral en Segundo Nivel del IMSS.
Destaca que la anorexia y la bulimia se caracterizan por el temor a aumentar de peso y tener hambre durante todo el día, pero la principal diferencia es que las personas con anorexia tienen una pérdida significativa de peso al limitar o dejar de comer alimentos que consideran de alto valor calórico, tomar medicamentos o diuréticos para eliminar líquidos y hacer ejercicio en exceso.
Por el contrario, dice, quienes padecen bulimia tienen deseos irresistibles de comer y lapsos en los que consumen grandes cantidades de comida en periodos cortos; y para contrarrestar el aumento de peso eligen métodos como vómito autoprovocado, abuso de laxantes, ayunos prolongados y consumo de fármacos que suprimen el apetito o que prometen bajar de peso.
Por lo anterior recomienda a los padres de familia estar atentos a cambios repentinos de conducta de sus hijos, especialmente los que pasan por la adolescencia, tales como obsesión por conseguir un cuerpo perfecto, como de “modelo de revista”; aislarse de la compañía de familiares y amigos; pretextos para sentarse a la mesa a comer o hacerlo a escondidas; cambios de humor repentinos y baja de peso notoria.
Señala que la falta de consumo calórico apropiado causa otras reacciones y síntomas como intolerancia al frío, disminución en la frecuencia cardiaca y de la presión arterial, deshidratación severa, cálculos renales, anemia, pérdida del esmalte dental y del tono muscular, sensación de desmayo y debilidad general, osteoporosis, anormalidad o atrofia de genitales y en las mujeres desaparece la menstruación.
Ante la presencia de estos síntomas se debe acudir a consulta médica.