TERREMOTOS, LA FUERZA DE LA TIERRA

Diario ocurren miles de sismos imperceptibles, pero también los hay fulminantes, capaces de provocar destrucciones masivas, como el que colapsó a zonas de Turquía y Siria.

Martha Mejía
Bienestar
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Ya sea por su magnitud, su intensidad o por los estragos que dejan a su paso, los terremotos son una de las actividades geológicas de la Tierra que más impresionan a la humanidad. ¿Pero qué son y por qué ocurren?

“Terremoto, sismo, temblor son distintas palabras para referirnos al mismo fenómeno”, señala Raúl Valenzuela Wong, investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM.

Detalla que estos eventos son resultado del lento movimiento de las placas tectónicas que generan tensiones en la corteza terrestre y el manto superior. Con el tiempo, la tensión llega a un punto de ruptura y se libera en un temblor que puede enviar bloques de la Tierra fuera de lugar.

“Se producen como consecuencia de deslizamientos de grandes bloques de roca, que originan las famosas fallas; justo en estas se producen las ondas sísmicas que pueden viajar grandes distancias y producir daños importantes”, indica.

Es importante mencionar, agrega, que muchas de estas fallas sísmicas se encuentran a profundidades de entre cinco, diez, 50 y hasta 600 kilómetros, por lo que no pueden observarse a simple vista. No obstante, quizás el ejemplo más famoso e infame sea el de la falla de San Andrés, en California, que se extiende a lo largo de mil kilómetros desde el sur de esa entidad hasta la ciudad de San Francisco.

Indica que el movimiento lateral de las ramificaciones de esta falla se produce por el movimiento de la placa del Pacífico en dirección noroeste bajo la placa continental de Norteamérica. La falla de Anatolia, responsable del terremoto de Turquía y Siria de 2023, es también una falla de desplazamiento o transformante.

Pronósticos

Casi 80% de los sismos del planeta ocurren en las costas del Océano Pacífico, un área que también recibe el nombre de Anillo de Fuego por la gran actividad volcánica que presenta. La mayoría de los terremotos ocurre en zonas sísmicas o fallas geológicas, donde las placas tectónicas colisionan o se rozan entre sí.

“Al año se registran en el mundo de 15 a 20 temblores de magnitud 7 y 7.9; de magnitud 8 tenemos uno cada año o cada dos. Muchas veces la gente no lo percibe porque afortunadamente estos eventos ocurren alejados de centros importantes de población y no causan daños considerables. No obstante, a pesar de que sabemos aproximadamente qué tiempo tiene que pasar para que se registre un nuevo sismo de cierta magnitud en determinada región del mundo, no podemos determinar magnitud, fecha y hora exacta. En este sentido no tenemos la capacidad de hacer predicción de estos eventos, a pesar de que mucha gente lo ha intentado”, señala Valenzuela.

Medición

Desde principios del siglo XX la ciencia busca formas y herramientas para medir y calificar los terremotos. Hasta hace poco los científicos medían los sismos utilizando la escala de Richter, desarrollada por los sismólogos norteamericanos Charles F. Richter y Beno Gutenberg en la década de 1930.

En su escala logarítmica de magnitud de un terremoto, cada número representa una intensidad diez veces mayor que la anterior. Hasta ahora ningún terremoto ha superado los 9.5 grados registrados en Chile el 22 de mayo de 1960.

Los científicos asignan escalas a los movimientos telúricos en función de la magnitud o duración de sus ondas sísmicas. Por ejemplo, indica Valenzuela, un sismo de 3 a 5 grados se considera leve; de 5 a 7 es moderado a fuerte; de 7 a 8 muy fuerte; y al superar los 8 grados se considera catastrófico (Richter o Mercalli).

“Los sismógrafos nos permiten registrar la amplitud y el desplazamiento de las placas; de manera muy general, entre más grande sea el valor de magnitud será la amplitud del desplazamiento y la cantidad de energía que libera el sismo”, indica el especialista.

Prevenidos

La mayoría de los temblores son demasiado pequeños para que el ser humano pueda percibirlos, pero de vez en cuando se produce uno de gran magnitud, como el que se produjo la noche del 5 al 6 de febrero de 2023 entre Siria y Turquía con saldo de al menos 46 mil muertos, la mayoría de ellos en Turquía. Con una magnitud de 7.8, la sacudida podría ser, de acuerdo con los especialistas, una de las más mortíferas de los últimos tiempos.

“En el caso particular de Siria y Turquía las poblaciones afectadas tan terriblemente se encontraban muy cercanas a la falla (de Anatolia). Un factor muy importante es la magnitud del sismo. De hecho, fueron dos, uno de 7.8 y el otro de 7.5. El tercer factor tiene que ver con la calidad de las construcciones que por diversas razones no estaban lo suficientemente reforzadas para resistir un terremoto de tales características”, explica el especialista.

Realmente, agrega, que un edificio no se caiga durante un sismo no es un problema científico, ni técnico, no es un problema de ingeniería; más bien es un problema de tipo económico y social, ya que para que nuestro edificio pueda resistir más movimiento necesitamos emplear más concreto, más acero, lo cual obviamente eleva el costo de la construcción.

En este sentido, apunta, las políticas públicas deben estar más enfocadas “a la prevención que a la predicción; es imperativo saber cómo podemos garantizar que nuestras viviendas y construcciones estén bien hechas”.

De acuerdo con el especialista, en el caso particular de México “cada año o año y medio ocurre un sismo de magnitud entre 7 y 7.9 grados. La resistencia ante un temblor en cierta medida depende de qué tan lejos o qué tan cerca se encuentra el edificio o la ciudad del epicentro. Los reglamentos de construcción en la Ciudad de México previenen la ocurrencia de sismos en la zona de subducción; por ejemplo, cuando hay epicentros en la costa de Jalisco hasta Chiapas y de manera muy importante en Michoacán, Guerrero o Oaxaca, con una magnitud 8 u 8.2, pudiera resistirlo la metrópoli solo si se cumple con el reglamento de construcción”.