Investigadoras del Instituto Politécnico Nacional (IPN) han identificado un cambio significativo en las causas de cirrosis hepática en México. Mientras que los casos asociados con los virus de hepatitis B y C han disminuido, se ha registrado un aumento notable en los casos relacionados con la esteatosis hepática metabólica, antes conocida como hígado graso no alcohólico.
De acuerdo con el artículo “Panorama de la cirrosis hepática y el trasplante en México: cambios en las principales causas”, publicado en la revista Annals of Hepatology de la editorial Elsevier, la enfermedad hepática es un problema de salud pública que provocó casi 42,000 muertes en 2022, incluyendo la cirrosis. Esto equivale a 114 muertes diarias, situándola entre el cuarto y quinto lugar de principales causas de fallecimiento en el país.
El hígado graso no alcohólico suele presentarse junto con alteraciones metabólicas como sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión arterial y dislipidemias (niveles elevados de triglicéridos y colesterol), padecimientos altamente frecuentes en la población mexicana.
La investigación fue realizada por especialistas de diversas instituciones, incluyendo la Escuela Superior de Medicina (ESM) del IPN, el Hospital Juárez de México, el Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca, el Instituto Tecnológico de Monterrey, el Hospital General de México, la Universidad de Guanajuato y la Clínica Hospital del ISSSTE Huauchinango. El estudio fue encabezado por las investigadoras Icela Palma Lara y Carmen Palacios Reyes, de la Sección de Estudios de Posgrado e Investigación (SEPI) de la ESM, así como por la doctora María Guadalupe Ortiz López, del Hospital Juárez.
La doctora Carmen Palacios explicó que es difícil encontrar datos exactos sobre las enfermedades hepáticas en el país año con año. No obstante, la experiencia de diversos especialistas permitió identificar que los casos de cirrosis por alcoholismo se han mantenido, mientras que la incidencia de hepatitis B y C ha disminuido gracias a programas de detección, vacunación y tratamientos antivirales de acción directa.
“Sin embargo, nuestro estudio mostró que en los últimos 10 años ha habido un incremento en los casos de cirrosis hepática causados por hígado graso acompañado de alteraciones metabólicas como sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión arterial y dislipidemias. Esto se denomina esteatosis hepática metabólica o enfermedad esteatósica hepática asociada a disfunción metabólica”, indicó.
La situación es grave, advirtió la especialista en genética, ya que el hígado graso suele ser una enfermedad silenciosa. Al no presentar síntomas en sus etapas iniciales, puede pasar desapercibida hasta que ya se ha desarrollado inflamación, fibrosis o incluso cirrosis y cáncer hepático.
Palacios Reyes explicó que la cirrosis hepática ocurre cuando el tejido del hígado es sustituido por cicatrices o fibrosis, lo que impide su correcto funcionamiento. Entre las que destacan: Metabolismo de los alimentos; Producción de colesterol y bilis (para la digestión de grasas); Procesamiento de medicamentos y alcohol; Eliminación de toxinas en la sangre; Producción de proteínas esenciales para el sistema inmunológico.
Manifestó que, si bien el trasplante hepático es un tratamiento eficaz para la cirrosis, lo ideal es implementar medidas preventivas en todas las edades, como realizar actividad física regularmente y evitar el consumo de refrescos y alimentos ultraprocesados debido a su alto contenido de azúcares añadidos y grasas saturadas, que afectan directamente la salud hepática.
“Es importante que la población entienda que el hígado graso puede revertirse con cambios en el estilo de vida. De lo contrario, puede progresar a cirrosis, lo que requeriría un trasplante y conlleva costos extremadamente altos en todos los sentidos”, enfatizó Palacios Reyes.