El gobierno de Washington podría considerar pedir la aplicación de herramientas que ofrece el tratado comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (TMEC) si no logra una resolución favorable a la disputa sobre maíz transgénico y barreras al glifosato con nuestro país.
Apenas a inicios de la semana pasada el debate sobre este conflicto que lleva ya varios años subió de tono durante una visita a México del secretario de Agricultura estadunidense, Tom Vilsack, quien afirmó que “el tiempo se acaba” para resolver el asunto.
“El decreto (de veto) tiene potencial para interrumpir sustancialmente el comercio, perjudicar a los agricultores en ambos lados de la frontera y aumentar significativamente los costos para los consumidores mexicanos”, alertó Vilsack en un comunicado.
Grupos agrícolas de EU exigen públicamente a su gobierno impugnar en el marco del TMEC la decisión de México de vetar el maíz transgénico, advirtiendo sobre un posible daño económico de miles de millones de dólares para ambos países.
Vilsack explicó que, en ausencia de una resolución aceptable del problema, “el gobierno de Washington se vería obligado a considerar todas las opciones, incluida la adopción de medidas formales para hacer cumplir nuestros derechos legales en virtud del TMEC”.
La posición de México la perfiló el presidente Andrés Manuel López Obrador: el país no dará marcha atrás en la prohibición de importar maíz transgénico para consumo humano, pero estudiará eventuales alternativas para el que se usa para alimentación animal, es decir, el llamado maíz amarillo.
Sobre el tema del glifosato López Obrador planteó que la agencia de salud de EU y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) realicen un análisis sobre las características de ese maíz amarillo y aseguren que no es dañino para la salud, incluso si se usa como forraje.
“Estuvimos con el secretario de Agricultura de EU; platicamos bien; se le dio toda la información; y se busca una salida. Fuimos muy claros en que no podemos permitir el maíz de importación —ya sea amarillo— que se sostiene es transgénico, para el consumo humano. Nosotros somos autosuficientes en maíz blanco y no vamos a permitir la importación de maíz amarillo para consumo humano”, insistió.
Agregó que se busca la forma “de que ellos entiendan que una cosa es lo mercantil, la ciencia que permite mayor productividad, y otra la salud; y que si se tiene que decidir entre la salud y el mercantilismo, optamos por la salud”.
El presidente apuntó que no debe existir alarma en caso de que las diferencias por el maíz transgénico lleguen hasta los paneles que ofrece el TMEC. “Se avanzó. El secretario de Agricultura de EU es una gente consciente, nos entendió. Hay también mecanismos para dirimir estas controversias en el tratado, pero tenemos elementos para defender el por qué no se permite el maíz transgénico. Vamos a ver si hay un acuerdo”, dijo.
Si no se llega a ese acuerdo, explicó, que se acuda a un tribunal y que decida, “pero nosotros no podemos ceder en esa solicitud”.
Centro y origen
A México se le considera la cuna del maíz porque es donde hace nueve mil años una planta herbácea llamada teocintle se convirtió en lo que hoy conocemos como maíz gracias a un lento proceso de selección humana de las semillas.
“El teocintle se considera la prueba irrefutable de que el maíz es mexicano y que se distribuyen en todo el país 62 razas de maíces. Hay que recordar que el maíz tal y como lo conocemos no existe en la naturaleza: es producto de la manipulación de las culturas antiguas que habitaron en territorios mesoamericanos. En este grano está vertida toda una serie de conocimientos de nueve mil años de generaciones de personas que lo cultivaron y ahora está en la base de nuestra dieta”, explica Dulce Espinoza, del Colectivo Zacahuitzco y especialista en el tema.
Pero a la vez México tiene una amplia necesidad de maíz amarillo, que se destina principalmente al consumo animal: ocho de cada diez toneladas requeridas de este tipo de maíz es para alimentar ganado. Esta demanda se satisface principalmente con las importaciones, que representan casi 75% del total de la oferta de maíz que tiene México.
Al corte de la temporada octubre-septiembre de 2022 se registraban más de 16.5 millones de toneladas importadas, 3.2 millones producidas y 2.3 millones en inventario, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
Gradual
Desde la década de 1990 las comunidades campesinas mexicanas se enfrentaron a la inoculación de semillas de maíz transgénicas.
En 2009 se decretó el fin de la moratoria de 1999 abriendo la posibilidad para que corporaciones transnacionales obtuvieran 155 permisos para sembrar experimentalmente maíz transgénico en México. Sin embargo, en julio de 2013 se promovió una demanda civil de acción colectiva ante el Poder Judicial, que defendía el derecho humano a la diversidad biológica de los maíces nativos y criollos mexicanos. En septiembre del mismo año, se ordenó a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) detener la aprobación de permisos de liberación de maíz transgénico.
Para 2020 el gobierno mexicano anunció la eliminación gradual del maíz transgénico y el herbicida glifosato.
Esto se hizo oficial según un decreto publicado a finales de 2021, el cual señala la prohibición de importar maíz transgénico para consumo humano, que entraría en vigor en enero de 2024.
“Se plantea que también tengamos un plazo para revisar el contenido de ese maíz amarillo, si no es dañino para la salud aun cuando se use como forraje; como eso lleva tiempo, lo que México ofreció es retrasar dos años la prohibición de poder importar este tipo de maíz de uso animal”, explicó al respecto López Obrador.
No obstante, insistió en la necesidad de proteger la salud humana y las cepas nativas de maíz mexicano de la contaminación genética.
Y es que precisamente uno de los riesgos de plantar maíz transgénico, de acuerdo con los especialistas, es la contaminación del maíz, debido a que los transgénicos son plantas de polinización libre, es decir, su polen tiene la capacidad de viajar muchos kilómetros o se puede adherir al cuerpo de animales o de personas. Esto es un problema porque las diversas razas existentes en el país constituyen una fuente de variabilidad en términos genéticos, mientras que los maíces transgénicos representan una constitución genética uniforme.
En este contexto, México y EU acordaron continuar avanzando en temas de seguridad alimentaria.
De hecho, el canciller Marcelo Ebrard dio a conocer que el tema se analizará en la próxima Cumbre de Líderes de Norteamérica y que el presidente López Obrador pidió trabajar con el equipo de EU, “en este como en otros temas, para que estemos listos antes de la reunión, que se llevará a cabo en enero, para presentar opciones o soluciones”.