El refrigerio escolar preparado con alimentos naturales y nutritivos contribuye a elevar el nivel de atención durante las horas de clase; en cambio, los productos ultraprocesados como cereales de caja y galletas están asociados con hiperactividad, informó la jefa de la División de Nutriología Clínica del Hospital General “Dr. Manuel Gea González” de la Secretaría de Salud, Angélica León Téllez-Girón.
Los productos ultraprocesados no deben incluirse en el refrigerio escolar, ya que solo contienen las llamadas “calorías vacías” que no aportan las vitaminas y los minerales presentes en verduras, frutas y cereales integrales, recordó.
En entrevista con motivo del inicio del ciclo escolar 2023-2024, la especialista señaló que las y los escolares deben recibir alimentos adecuados y no saltarse el desayuno, por todos los beneficios que proporciona, ya que mejora la salud, la concentración, la atención y el aprendizaje.
Angélica León explicó que un desayuno equilibrado puede ser medio mollete, medio sándwich, dos quesadillas chicas o un vaso pequeño de yogurt con cereal integral, acompañado de una fuente de proteína como queso, pollo o frijoles. Además, este tipo de alimentación aporta la energía suficiente hasta la hora del refrigerio en la escuela.
Recomendó a quienes preparan los alimentos planear el menú de toda la semana, involucrar a niñas, niños, adolescentes y jóvenes con base en lo que más le gusta para favorecer la adecuada selección y evitar las bebidas azucaradas, como refrescos o jugos, ya que representan un aporte muy alto de azúcar.
La especialista resaltó que el cambio hacia una dieta saludable desde la niñez involucra al padre y la madre, así como a las personas cuidadoras para romper hábitos alimenticios perjudiciales. En el seno familiar, las personas adultas son ejemplo para infantes, adolescentes y jóvenes en todos los aspectos de la vida, que incluyen el patrón de alimentación, indicó.
Precisó la necesidad de estructurar cinco tiempos de comida en el menú de los infantes, es decir, desayuno, comida, cena o merienda y dos colaciones; esto incluye el refrigerio, coloquialmente conocido como lunch para el receso escolar.
Del total de nutrientes que el organismo necesita a lo largo del día, entre 20 y 25 por ciento los debe proveer el desayuno; 30 por ciento, la comida; de 20 a 25 por ciento la cena y, el resto, las colaciones.
En general, añadió, la población escolar registra baja ingesta de fibra, fruta y verdura. Lo ideal es que durante el día coman tres tazas de verdura y al menos dos frutas picadas o enteras, depende del tipo, pero no en forma de jugo, para aprovechar la fibra. En la semana deben consumir verduras de todos los colores: roja, verde, amarilla, naranja.
Mencionó que la población escolar tampoco tiene consumo adecuado de leguminosas, entre ellas los frijoles, habas, lentejas y garbanzos. Lo ideal es por lo menos una ración al día.
Destacó que la deficiencia de nutrientes conduce a la desnutrición. “A veces los padres ven a sus hijos delgados y no consideran que pueda tener algún déficit asociado a la desnutrición, como la falta de hierro, ácido fólico, vitamina B12, que pueden desencadenar otras afecciones como la anemia”. Como ejemplo, la falta de calcio ocasiona déficit óseo y crecimiento insuficiente.
El exceso en el consumo de alimentos provoca sobrepeso u obesidad, con consecuencias a corto o largo plazo como la resistencia a la insulina y concentraciones altas de lípidos (colesterol y triglicéridos) desde la niñez. En la actualidad, abundó, hay adolescentes con síndrome metabólico porque desde etapas tempranas empezaron a desarrollar este tipo de problemas.
Las diferentes ediciones de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) muestran que la obesidad infantil ha ido incrementando; hasta 80 por ciento de escolares consume bebidas azucaradas en gran proporción y menos de la mitad come la ración adecuada de verduras, concluyó.
La Secretaría de Salud recomienda como base de la alimentación la llamada Dieta de la Milpa, un modelo basado en la cultura y características regionales del país que es saludable para las personas y amigable con el medio ambiente.
La Dieta de la Milpa promueve el consumo diario de verduras y hortalizas, en la mayor cantidad posible en todas las comidas: calabaza, nopales, quelites, verdolagas, romeritos, huazontle, jitomate, tomate, pimiento, chayote, berros, huitlacoche y hongos, entre otros; seguida de las frutas completas sin azúcar adicional, así como los cereales integrales.
En menor cantidad, los aceites cardioprotectores e insaturados, semillas, leguminosas, lácteos, endulzantes y proteína animal.
Se sugiere aprovechar los alimentos regionales y de temporada para elaborar recetas y platillos; esto los hace más nutritivos y económicos; de preferencia, adquirirlos en los mercados locales.
Esta dependencia difunde de forma permanente y por los diversos canales de comunicación institucionales, como las cuentas de redes sociales y la página electrónica, información sobre los beneficios de la alimentación saludable.
A través de la campaña “Sabrosa, nutritiva y divertida”, basada en evidencia científica, detalla los aportes nutricionales de alimentos como huevo, cebolla y jitomate, con opciones de preparación para una alimentación equilibrada.