RECICLAJE QUÍMICO: HACIA LA INFINITA CIRCULARIDAD DE LOS PLÁSTICOS

“Una persona utiliza 195 botellas de PET, unos 6.5 kilogramos, al año”.

Martha Mejía
Bienestar
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La ventaja de reutilizar materiales es que no se tienen que extraer y procesar nuevas sustancias, lo que conlleva un impacto ambiental mínimo y un costo económico menor.

¿Te imaginas que la botella de plástico de la que tomas agua o refresco pudiera ser reciclada una y otra vez? Y no solo eso, ¡que también lograra convertirse en nuevos materiales! Pues ya es posible gracias al reciclaje químico.

Se trata de un proceso innovador que logra transformar un material que se usó anteriormente, en otro nuevo, señala Maricruz López, del Instituto de Química de la UNAM.

“Es un ciclo. En el caso particular del reciclaje químico hablamos de cambiar la estructura del material original con una reacción química, la cual puede requerir aplicación de temperatura o presión”, dice.

Agrega que la ventaja de reutilizar materiales o sustancias químicas es que no se tienen que extraer y procesar nuevas sustancias, debido a que esto conlleva un impacto ambiental y un costo económico.

Héroe o villano

Según el Banco Mundial (BM) apenas 10% del plástico se recicla en el planeta, mientras que alrededor de diez billones de toneladas acaban vertidas cada año en los océanos.

Se estima que en México cada individuo ingiere 163 litros de bebidas embotelladas por año, lo que equivale a 195 botellas de polietilentereftalato (PET), es decir, 6.5 Kg de PET. Por ello, conseguir aumentar la cantidad de plástico que se reutiliza es una cuestión fundamental para reducir su impacto en la huella de carbono.

Por su alta transparencia, baja densidad y alta impermeabilidad a gases el PET encontró su nicho de aplicación en envases de bebidas, pero se desechan tras un uso único.

El PET es un poliéster que se produce a partir del petróleo, el cual se extrae de las profundidades de la tierra y se refina para separar los diferentes hidrocarburos que contiene, los cuales a sirven de materia prima para un gran número de productos (incluyendo botellas de PET).

Para fabricar el PET es necesario el paraxileno, que se separa de las gasolinas y se transforma en bishidroxietilen tereftalato (BHET); finalmente, este último compuesto es polimerizado para obtener el polietilentereftalato.

El PET ya formado es entonces fundido e inyectado para la fabricación de botellas transparentes y otros productos.

No hay que olvidar que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que produce todo este proceso hacen que las botellas de PET sean un producto altamente contaminante incluso previo a su comercialización.

Sin embargo, una vez que se utilizan las botellas de PET pueden llegar a ser más tóxicas debido a que gran cantidad de estas llegan a los océanos; ahí se degradan por efecto de la radiación solar, el agua salada y otros factores, lo que conduce a la generación de micropartículas plásticas.

Hoy se tienen evidencias de la existencia de residuos plásticos en el tracto digestivo de peces y mariscos, que a su vez consumimos los humanos.

Una solución

Mediante una combinación de tratamientos físicos, térmicos, químicos y en ocasiones biológicos es posible separar los plásticos en sus componentes simples, que pueden reutilizarse para producir plástico con la misma calidad que el original. Así se eliminan residuos del medio ambiente, incluido el CO2, y se fomenta la economía circular.

“Específicamente donde se utiliza más el reciclado químico es en la parte de los plásticos, debido a que estos se componen de cadenas de químicos que se van acumulando. Por eso su composición es muy larga, de alto peso molecular. La idea es que, al término de ese producto, cuando lo regresemos a través de un proceso que se llama ‘pirólisis’, pudiéramos eliminar todos esos enlaces químicos y al final tener la molécula original. Eso nos da la posibilidad de obtener nuevamente la materia virgen original, con la que otra vez puedo volver a fabricar ese mismo producto u otro diferente”, indica Rubén Muñoz García, director de Medio Ambiente Seguridad e Higiene de la Asociación Nacional de la Industria Química (ANIQ).

En detalle, la pirólisis consiste en el calentamiento del plástico en un ambiente sin presencia de oxígeno, donde las moléculas del plástico se rompen en fracciones más pequeñas. Como los compuestos que se usaron para crear el plástico provienen del petróleo crudo, si los plásticos se rompen a nivel molecular nuevamente, se genera un aceite que se parece químicamente a lo que se encuentra en el petróleo crudo.

Los aceites se pueden reincorporar en la fabricación de nuevos plásticos, aunque por supuesto no todos son buenos candidatos porque al separar sus componentes se obtienen sustancias indeseadas; pero en combinación con procesos de reciclaje mecánico “la pirólisis se convierte en un catalizador de la economía circular”, indica Muñoz García.

De acuerdo con el especialista la tecnología ya está disponible en México. “Es como todo: cuando comienzas el costo es elevado. En el Estado de México tenemos algunos centros importantes para el reciclaje de plásticos. De hecho, la Ciudad de México es pionera para el tratamiento y reciclaje del unicel. En cuanto al poliestireno, ya también tenemos un centro de acopio. Pero imagina, por ejemplo, traer vasos de unicel o desechables desde Mérida a la Ciudad de México para reciclarlos aquí; la verdad no tiene sentido; si echamos en cuenta la carga ambiental de las emisiones de C02 que gasté para traerlos, pierdes los beneficios ecológicos”.

Lo que necesitamos hacer, agrega, es generar toda esa infraestructura en las diferentes zonas del país a fin de que se realice un reciclaje más local y específico.

“Los beneficios son múltiples y gracias al reciclado químico es posible acelerar la circularidad de los plásticos para conseguir no solo una ciudad o un país, sino un mundo más sostenible”, finaliza el especialista.