OCEANUS, EL PROYECTO MEXICANO QUE RESTAURA ARRECIFES DE CORAL

“Para 2040 al menos 25 áreas habrán experimentado dos fenómenos de decoloración grave por década”.

Martha Mejía
Bienestar
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ARRECIFES

Biólogos dedicados a la conservación y restauración de estas estructuras marinas.

Los arrecifes de coral son las estructuras más grandes y espectaculares hechas por organismos vivientes. Sirven como espacios de reproducción de especies, cambian la dirección y velocidad de las corrientes marinas y tienen una estrecha relación con otros ecosistemas.

Influyen, por ejemplo, en los pastos marinos y los manglares donde algunos peces e invertebrados pasan su periodo de larva y juvenil hasta su etapa adulta, cuando regresan al arrecife para aparearse y poner sus huevos.

También funcionan como barrera natural para las costas frente a huracanes.

Sin embargo, los arrecifes de coral están desapareciendo y con ellos los servicios ambientales que proporcionan, lo que afecta a la economía de las comunidades costeras.

Trasplantar corales

El amor, pero también el inminente peligro que corren los arrecifes de coral, llevó en 2009 a los biólogos Gabriela Nava y Miguel Ortiz a fundar Oceanus AC, una organización dedicada al desarrollo de proyectos para la conservación y restauración de estos frágiles ecosistemas.

“Actualmente los arrecifes de coral están muy amenazados, sobre todo por los efectos del cambio climático; es decir, por el incremento de las temperaturas del agua de mar: esto les provoca blanqueamiento”, señala Nava en entrevista.

La bióloga marina y socia cofundadora de Oceanus añade que “durante este verano tuvimos un blanqueamiento masivo en toda la región, por lo que estamos en un momento crítico para su recuperación. Todo esto aunado a otros impactos como el desarrollo costero, las descargas de agua residuales y el mal manejo de la basura que va a parar al océano”.

Su programa incluye la identificación y selección de material genético de poblaciones donadoras sanas y que podrían ser resistentes, de manera natural, al cambio climático.

Además, se busca incluir a comunidades locales, prestadores de servicio, hoteleros, empresarios y otros actores para formar una red de restauración.

“Con Miguel, que es mi esposo, y el otro socio cofundador de Oceanus, venimos realizando este trabajo desde 2009. En nuestros primeros años (de 2006 a 2009) estuvimos haciendo estudios poblacionales ecológicos para la especie en que nos íbamos a enfocar (Acropora palmata), además de probar técnicas con diferentes materiales, cementos, pegamentos para que fueran más resistentes; finalmente, en 2009, pudimos tener nuestras primeras colonias trasplantadas en Veracruz, lugar en donde atendíamos encallamientos en arrecifes”, comparte.

Fue así como se convirtieron en los primeros biólogos mexicanos en tener un Programa de Restauración de Arrecifes.

Actualmente el proyecto lleva más de 80 mil colonias plantadas por todo el Caribe mexicano.

Cuerno de alce

Cuando un arrecife es dañado por encallamientos, tormentas o huracanes, las colonias pueden resultar rotas, removidas o cubiertas de sedimento, situaciones que hacen decaer su salud.

Para recuperar esos sitios y restituir las poblaciones de corales clave la opción que Oceanus implementa es introducir la especie Acropora palmata, comúnmente denominada coral cuerno de alce.

Se trata de una especie de coral que en México se encuentra en la categoría de sujeta a protección especial de acuerdo a la NOM-059 y globalmente se halla en peligro crítico de acuerdo a la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión (UICN, por sus siglas en inglés).

Es considerada como uno de los corales de arrecife más importantes. Fue una de las especies más abundantes en el Caribe y los Cayos de la Florida, pero desde 1980 experimentó una mortandad masiva provocando una gran afectación a los arrecifes. Su población disminuyó entre 80 y 90 por ciento.

No obstante, el crecimiento de esta especie de coral es rápido, teje un entramado en las zonas someras del arrecife conocidas como la Cresta Arrecifal. Esta área es la parte menos profunda del arrecife, donde rompen las olas, por lo que el cuerno de alce aquí ayuda a retener el impacto del oleaje. También forma parte de la barrera arrecifal, lo cual ayuda a disminuir la energía de huracanes y brinda protección a la costa, evitando la erosión de las playas.

¿Cómo lo hacen?

La técnica de Oceanus consiste en recolectar fragmentos que caen de las colonias grandes de Acropora palmata, para luego hacerlos más pequeños. Posteriormente, “los colocamos en conectores (piezas de PVC que sirven para unir dos tubos del mismo material) y en viveros de PVC”, indica Gabriela Nava.

En los viveros, de acuerdo con la especialista, se estabilizan durante dos o tres meses y después se trasplantan al arrecife como una nueva colonia de coral.

La ventaja de este método es que de un fragmento grande se pueden obtener gran variedad de pequeños, aumentando el porcentaje de sobrevivencia y formando más colonias de coral.

“Todos estos procesos, incluida la técnica de trasplante, toda esta tecnología es mexicana. Nació en Veracruz y afortunadamente la hemos podido llevar a otros sitios. En paralelo se han desarrollado otras técnicas similares en otros países y regiones. Hoy hay varios proyectos de este tipo en el mundo. Entonces, lo que actualmente hacemos es combinar experiencias con otros proyectos que nos ayudan a desarrollar otras técnicas para, por ejemplo, trabajar con otras especies y en otros hábitats que puedan resistir otras condiciones; digamos, mayor profundidad”, explica la investigadora.

De acuerdo con la bióloga sembrar un coral cuesta alrededor de 450 pesos “más o menos; depende del sitio; por eso tenemos un programa de adopción de corales en donde la gente puede aportar esa cantidad y ayuda a que se siembre un coral más en el arrecife”.

Restaurar a la naturaleza

De acuerdo con la UNESCO, de las 29 áreas de arrecifes Patrimonio Mundial al menos 25 habrán experimentado para 2040 dos fenómenos de decoloración grave por década.

En este contexto, la recuperación de un arrecife es lenta en comparación con su degradación y se mide por el número de colonias trasplantadas, su porcentaje de sobrevivencia, el área repoblada, la densidad de peces (que debe aumentar), así como el número de personas certificadas y de instituciones involucradas.

“En cada sitio se debe trabajar entre tres y cinco años para poder observar cambios evidentes; es decir, ver a las colonias reproducirse, generando estructura para peces y otros organismos. Los corales son organismos muy pequeñitos que tardan mucho en crecer. Estas especies, que son de las más rápidas, crecen alrededor de siete a diez centímetros al año. Otros tipos de corales crecen un centímetro anual. Así, su restauración es muy lenta, el trabajo es continuo y hay mucho todavía por hacer, pero sin duda también hay mucha satisfacción, personal, profesional y humana”, indica Nava.

Por ahora, agrega, el objetivo es encontrar aliados y financiamiento para ampliar el impacto y escalar los esfuerzos de restauración a más sitios y más comunidades con diferentes hábitats y especies clave.