Menos gas metano con dietas para ganado bovino

Necesario establecer estrategias, a fin de eficientar la producción de carne y leche

Redacción
Bienestar
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Foto: UNAM-DGCS

Se estima que aproximadamente 30 por ciento de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero son generadas por el sector agropecuario, y de ese porcentaje la ganadería contribuye con alrededor de 14.5 por ciento. Los bovinos son la población que más aporta, con 65 por ciento, refirió la académica de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, María Fernanda Vázquez Carrillo.

En el ciclo Tópicos de Fisiología y Farmacología 2024, la integrante del Departamento de Nutrición Animal y Bioquímica dijo que en 2022 México contaba con un hato de bovinos de 24 millones 553 mil 565 cabezas, casi la mitad de vacas lecheras y en menor proporción ganado de carne.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (2022), el país ocupa el séptimo lugar a nivel mundial en la producción de proteína animal.

En la conferencia ¿Dónde quedó el metano? El trayecto de la energía bruta consumida en bovinos, expuso que la producción de carne y leche es importante como fuente de proteína de origen animal para el consumo humano. Empero, eso también produce grandes volúmenes de gases de efecto invernadero, particularmente metano.

De acuerdo con la experta, si se conoce “la partición de la energía bruta ingerida por el animal y las pérdidas que hay, podemos establecer estrategias para disminuir estas últimas, de modo que retenga más energía para que, como resultado final, obtengamos más producción de carne o leche”.

Al respecto detalló: el ganado obtiene la energía que necesita del alimento que consume; a eso se le denomina ingesta de energía bruta. Si se colectan las heces y se le restan a esta última, obtenemos la energía digestible.

Si a su vez se mide la producción de orina y se determina su valor calorífico, así como el del metano que el ejemplar emite en 24 horas y se resta, se obtiene la energía metabolizable. Y si a esta le quitamos el incremento calórico que se da por los procesos digestivos y rutas metabólicas, se consigue la energía neta.

Las metabolizable y neta se dirigen al mantenimiento del animal, es decir, a su crecimiento, ganancia de peso, etcétera. En tanto, gran parte de la energía se pierde en heces, gases, orina e incremento calórico, puntualizó.

De ahí la importancia de establecer estrategias para eficientar la producción de carne y de leche, y reducir la emisión de metano que contribuye al cambio climático, afirmó.

Las dietas, acotó Vázquez Carrillo, se deben formular acorde con sus requerimientos, que varían por numerosos factores como raza, edad, etapa productiva, etcétera.

En México hay varias regiones geoclimáticas, y de acuerdo con estas es el tipo de alimento que podemos ofrecer al ganado; eso también define el tipo de producción que se tendrá: sistemas de traspatio, semiintensivos o extensivos.