La lechuza común se ha convertido en un símbolo de cooperación entre académicos árabes e israelíes, al sobrevolar las fronteras del conflicto en Oriente Medio. Expertos de 12 países se reunieron en Grecia para discutir una iniciativa de conservación que comenzó en los años 80 entre Israel y Jordania. Esta ave, que controla plagas de roedores, es esencial para la agricultura, ya que una pareja puede consumir entre 2 mil y 6 mil roedores al año.
El proyecto, que comenzó con 14 cajas de anidación en un kibutz, ha crecido hasta incluir 5 mil cajas en Israel y colaboraciones con Jordania, Palestina, Chipre y Marruecos. Aunque la urbanización ha reducido los lugares naturales para sus nidos, las iniciativas buscan crear refugios artificiales y reducir el uso de pesticidas.
A pesar de las tensiones políticas, la colaboración científica ha persistido, adaptándose incluso durante los conflictos, como el actual en Gaza. Además, se han implementado programas educativos para combatir supersticiones locales que ven a las lechuzas como presagios de mala suerte. Este esfuerzo demuestra que la ciencia puede superar divisiones y promover la cooperación entre naciones.