La calidad del aire no solo representa un riesgo para los pulmones: también está afectando seriamente la salud visual. Cada vez más personas padecen síndrome de ojo seco, una condición ocular silenciosa pero común, que sigue siendo subestimada y poco diagnosticada.
El ojo seco ocurre cuando los ojos no producen suficientes lágrimas o la calidad de estas es deficiente, provocando molestias como ardor, enrojecimiento, sensación de arena en los ojos y fatiga ocular. A largo plazo, puede comprometer la calidad de vida y dañar la superficie ocular si no se trata adecuadamente.
Según datos de la Universidad de Medicina Avanzada de México (UMAN), en México, el 36% de las personas entre 18 y 44 años presentan síntomas de ojo seco, una cifra que tiende a aumentar durante las temporadas de alta contaminación.
Para René Barona, fundador de la Clínica del Ojo Seco, los altos niveles de polución agravan esta condición: “Durante las contingencias, los ojos se exponen a partículas suspendidas, ozono y gases irritantes. Estas sustancias alteran la película lagrimal, provocando resequedad, irritación y sensación de cuerpo extraño en el ojo”, explica.
Factores que contribuyen al aumento del ojo seco en condiciones ambientales adversas:
Contaminación del aire: Las partículas PM10 y PM2.5 afectan directamente la superficie ocular.
Ambientes secos: Durante la contingencia, se recomienda mantener ventanas cerradas, lo que disminuye la humedad interior.
Uso de cubrebocas prolongado: Puede dirigir el flujo del aire hacia los ojos, acelerando la evaporación de la lágrima.
Calor y ozono: La combinación de altas temperaturas y niveles elevados de ozono es especialmente irritante para los ojos.
Deshidratación: El calor puede reducir la ingesta de líquidos, afectando la producción lagrimal.
Aunque las lágrimas artificiales ofrecen alivio temporal, no atacan la raíz del problema. Para una solución real y duradera, es necesario restaurar la función de las glándulas de Meibomio, que producen la capa lipídica de la lágrima y evitan su evaporación.
Una opción innovadora es el tratamiento con luz pulsada intensa regulada (IRPL), que estimula dichas glándulas, mejorando la calidad de la lágrima. Esta terapia ha demostrado ser efectiva, especialmente en pacientes expuestos de forma continua a ambientes contaminados.
“El abordaje debe ser personalizado”, señala Barona. “No se trata solo de aliviar los síntomas, sino de entender qué los está provocando. En temporadas de alta contaminación, incluso quienes nunca habían tenido molestias oculares pueden empezar a sentirlas.”
Recomendaciones para proteger tus ojos durante la contingencia ambiental:
Evita actividades al aire libre durante las horas de mayor contaminación.
Hidrátate adecuadamente, al menos 2 litros de agua al día.
Usa lentes de protección si necesitas salir, incluso unos lentes de sol
pueden reducir el impacto de las partículas.
Ventila los espacios cerrados de forma controlada y, si es posible, utiliza
humidificadores.
Consulta a un especialista si presentas síntomas persistentes como
picazón, ardor o visión borrosa.
“Cuidar los ojos también es proteger la salud frente a la contaminación. El ojo seco es más que una molestia pasajera: es un llamado de atención del cuerpo para tomar medidas”, concluye Barona.