La diabetes tipo 1 (DM1) aparece principalmente en niños y adolescentes, pero también puede presentarse en adultos; no es posible prevenirla y no está relacionada con el estilo de vida o la obesidad. De acuerdo con expertos y portavoces de pacientes de América Latina; Argentina, Chile, Colombia, México, Perú y Puerto Rico, la DM1 presenta un alto índice de subdiagnóstico debido al desconocimiento de la población, la limitada cantidad de profesionales de la salud especializados en el área y a la escasez de recursos dedicados al diagnóstico y tratamiento. Esta carencia se vincula directamente con una tasa de mortalidad más elevada, consecuencia de la ausencia de tratamiento oportuno.
Según un informe de la Organización Panamericana de la Salud, la región enfrenta un acceso limitado a tecnologías innovadoras esenciales para el manejo efectivo de la diabetes. Solo 12 países cuentan con seis tecnologías básicas necesarias, como equipos para medir la glucosa en sangre, pruebas para el diagnóstico temprano de complicaciones y tiras reactivas de orina para el análisis de glucosa y cetonas.
A pesar de este panorama desafiante, los especialistas destacan la existencia de soluciones tecnológicas avanzadas disponibles para el tratamiento de la DM1. Entre ellas, se encuentran los sistemas de administración automatizada de insulina, que han demostrado reducir complicaciones y permitir hasta el 90% de los pacientes alcancen el control óptimo de glucosa recomendado.
De acuerdo con el Dr. Segundo Seclén, presidente de la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD), el manejo adecuado es crucial, ya que la DM1 puede ocasionar daño cerebral funcional, afectar el coeficiente intelectual debido a las hipoglucemias y, por ende, disminuir la esperanza de vida y aumentar la mortalidad.
Sin embargo, la utilización de estas y otras tecnologías varía: hoy se observan notables disparidades entre los países de la región en lo que respecta al acceso a recursos fundamentales para el tratamiento de esta condición médica.
En el caso de México, aun con el avance en temas legislativos tras ser aprobada a nivel Federal la reforma a la Ley General de Salud en materia de diabetes y sus diferentes tipos, la cual establece la obligación de las autoridades e instituciones de salud de diferenciar el diagnóstico, atención y tratamiento de los tipos considerando Diabetes Tipo 1, Diabetes Tipo 2 y Diabetes Gestación, las personas con diabetes tipo 1, deben acudir a un hospital de tercer nivel del sector salud y/o ser beneficiario de alguna asociación de pacientes para tener acceso a tratamientos con insulina, pero no pueden acceder a tecnologías como los sistemas de administración automatizada de insulina (también llamados bombas) y de monitoreo continuo de glucosa.
“El proceso que deben seguir los pacientes para acceder a tratamiento, es un proceso muy frustrante ya que en la mayoría de las ocasiones; si no hay insulina en el sector salud, la tienen que comprar por su cuenta y eso representa un costo más a lo que ya hacen con la compra de jeringas, lancetas y tiras reactivas y ni se diga de las tecnologías más avanzadas que muy pocos pueden tener acceso a ellas”, comentó Ma. Elena Mota, Directora Ejecutiva de la Asociación Mexicana de Diabetes capítulo Jalisco (AMD Jalisco)
Por su parte, Ruth Vélez, Fundadora y directora de la Asociación Con Diabetes Sí Se Puede, I.A.P. afirma, “la falta de disponibilidad de acceso a tecnología en nuestro país ocasiona que se tenga un mínimo control metabólico, lo que lleva, en muchos casos, a complicaciones asociadas a la enfermedad. Sumado a ello, la ausencia de permisos para la importación de bombas de insulina y el limitado presupuesto gubernamental para la implementación de tratamientos innovadores, restringe un tratamiento adecuado”.
En Chile, por ejemplo, la Ley Ricarte Soto contempla el acceso a terapias innovadoras, incluyendo insulinas análogas, sistemas de administración automatizada de insulina y dispositivos de monitoreo continuo de glucosa, como las bombas de insulina, que permiten un control y tratamiento más preciso y efectivo al suministrar la insulina de forma dinámica, ajustándose a las necesidades del organismo de la persona que padece esta enfermedad.
Asimismo, en Colombia, el acceso a tratamientos innovadores como la insulina análoga y los sistemas de administración automatizada de insulina está contemplado tanto en el régimen contributivo como en el régimen subsidiado de salud. Esto facilita el control de la enfermedad y evita complicaciones a corto y mediano plazo que podrían representar mayores costos para pacientes, familiares y entidades de salud.
En Argentina, la Ley Nacional de Diabetes garantiza el acceso a servicios esenciales para mejorar el control glucémico y reducir complicaciones, incluyendo insulinas análogas o bombas de insulina. No obstante, la escasez de suministros médicos y la inestabilidad económica afectan el acceso a estas tecnologías.
Por otro lado, en Perú, los pacientes con diabetes tipo 1 continúan siendo tratados con insulina humana, un enfoque en desuso a nivel global y que solo persiste en países con recursos muy limitados, como algunos del continente africano.
Por su parte, Puerto Rico existe la Ley 177 la cual obliga que todos los planes de salud cuenten con la cobertura de un medidor de glucosa en sangre, tirillas y lancetas y las microinfusoras de insulina para el tratamiento de la diabetes tipo 1. Aún queda por lograr la enmienda a dicha ley para que se incluya el monitor continuo de glucosa que tanto beneficio provee a un paciente con diabetes. Sin embargo, la falta de profesionales especializados para tratar este tipo de enfermedades se convierte en un problema importante para el sector médico.
En esa línea, los expertos señalan la importancia de seguir las buenas prácticas de países como Argentina, Colombia y Chile e impulsar la implementación de políticas de salud pública en cada país. A su vez, destacan la necesidad de alinear la legislación con la realidad operativa, asegurando que lo establecido por la ley se refleje efectivamente en la práctica médica. Este alineamiento busca garantizar diagnósticos precisos y tratamientos innovadores para lograr un mejor control de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Adicionalmente, indican la relevancia de promover alianzas entre gobiernos, organizaciones de salud, y la industria para desarrollar estrategias integrales que aborden los desafíos actuales, ya que la colaboración es crucial para América Latina.