Crisis del agua: sus primeros efectos serán en la salud pública

En México el 58.8% del agua superficial y el 57.2% del agua subterránea están contaminadas

Redacción
Bienestar
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Especial

La crisis hídrica ya no es una amenaza para la salud pública, es una realidad que se cuenta
en índice de mortalidad. El acceso limitado al agua potable, que podría agravarse debido al
cambio climático, el crecimiento demográfico y la mala gestión de los recursos hídricos, está
llevando a la humanidad al borde de una catástrofe sanitaria sin precedentes.

Antes de 2030, miles de millones de personas en el mundo se quedarán sin acceso a
servicios de agua potable, saneamiento e higiene en el hogar, de acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud (OMS) y la UNICEF.

“Ante esta situación, los habitantes se ven obligados a recurrir a fuentes contaminadas de
agua, para beber, regar y bañarse, exponiéndose así a patógenos que pueden causar
brotes epidémicos de cólera, disentería, fiebre tifoidea y hepatitis A. Dichas enfermedades,
aunque prevenibles, siguen siendo causa de mortandad en muchas regiones del planeta”,
afirma Leandro Barrionuevo, cofundador y director de Pura, empresa especializada en
purificación de agua.

En el mundo, 1.4 millones de personas mueren cada año por falta de agua potable y a
causa de enfermedades diarreicas. Además, en 2023 se registraron más de 700,000 casos
de cólera con tasas de letalidad por encima del umbral del 1%, según la OMS.
Una realidad global y local

La escasez de agua ya se ha hecho presente en México. De acuerdo con datos de la
Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), más de 65 % del territorio nacional presenta
algún grado de sequía. En la Ciudad de México, a pesar de que la temporada de lluvias ha
dado un respiro, el Sistema Cutzamala sigue en uno de sus niveles más bajos en la historia,
con 30% en promedio de su capacidad, para abastecer a una de las urbes más grandes y
pobladas del planeta.

“La falta de agua no distingue entre países desarrollados o en vías de desarrollo, tampoco
entre clases sociales. Complejiza, por igual, las prácticas de higiene esenciales para
prevenir la propagación de enfermedades”, añade Lucas Barrionuevo, cofundador de Pura.

De acuerdo con la Red Nacional de Medición de la Calidad del Agua (Renameca), el 58.8%
del agua superficial en el país (ríos, lagos, lagunas, etc) está contaminada con heces
fecales o agentes bioquímicos; mientras el 57.2% del agua subterranea cuenta con agentes
coliformes, fecales, nitratos, arsénico o metales como Plomo o Mercurio.

Grandes problemas, enormes soluciones

Pura recomienda implementar una serie de soluciones para enfrentar esta problemática:

1. Gestión integral de recursos hídricos (GIRH)
Es un proceso que promueve el desarrollo y la gestión coordinada del agua, la tierra y los
recursos relacionados, maximizando el bienestar económico y social sin comprometer la
sostenibilidad de los ecosistemas vitales. Esto incluye la planificación y manejo del agua en
todos los niveles (local, regional y nacional) y entre todos los sectores (agricultura, industria,
medio ambiente y consumo humano).

2. Reutilización de agua
La reutilización del agua implica tratar las aguas residuales para que puedan ser utilizadas
nuevamente en diferentes aplicaciones, como la agricultura, la industria y, en algunos
casos, el consumo humano. Si bien, ya se lleva a cabo, es necesario que las plantas de
tratamiento de aguas residuales se actualicen.

3. Innovar en tecnología
En el ámbito de la purificación de agua, las tecnologías de regeneración como la ósmosis
inversa, la desalinización y los sistemas avanzados de filtración son fundamentales para
proporcionar agua potable segura y de alta calidad. Estas tecnologías permiten la
reutilización eficiente de aguas residuales, lo cual es esencial tanto para el consumo
humano, como para el sector agrícola, donde el uso de agua regenerada no solo ayuda a
conservar los recursos hídricos naturales, sino que también apoya la producción sostenible
de alimentos al asegurar un suministro constante y fiable de agua para cultivos. La
innovación y la responsabilidad ambiental pueden ir de la mano en la lucha contra la crisis
hídrica.