Enfrentan graves peligros como urbanización, mala calidad y contaminación del agua e introducción de carpas y tilapias al ecosistema.
En 1998 se contabilizaban hasta seis mil ajolotes por kilómetro cuadrado viviendo en los canales de Xochimilco y para 2013 había únicamente 36. Modelos matemáticos pronostican que este año que comienza desaparecerán estos anfibios.
No obstante, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) llevan a cabo diversas estrategias en busca de salvar de la extinción a esta especie icónica.
Pequeños anfibios
Los ajolotes son originarios de México, de los canales de Xochimilco. Son una especie de salamandras que se desarrollan en el agua. Pueden alcanzar hasta 30 centímetros de largo, aunque su tamaño promedio es de 15 centímetros.
En la época prehispánica la especie representaba a Xólotl, el dios que escapó de la muerte y huyó de un sacrificio.
Hoy ese pequeño anfibio endémico de la cuenca de México se encuentra en estado crítico.
“El último censo, que se realizó en 2014, detectó que hay aproximadamente 36 ajolotes por kilómetro cuadrado. Estamos por iniciar un nuevo censo, pero una especie no es una especie sin su ecosistema. Durante muchos años el ajolote se ha posicionado como una especie bandera, una especie que todo el mundo conoce y le encanta; desafortunadamente nos enfocamos en eso y creemos que tener un ajolote en una pecera es conservación: en realidad para hablar de la conservación de una especie debemos hablar de la conservación de su ecosistema”, explica Diana Laura Vazquez Mendoza, investigadora del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
Y en este sentido, puntualiza, “si queremos ver ajolotes en vida libre en 30 años lo primero que tenemos que restaurar son los canales de Xochimilco”.
Peligros
Esta situación es producto de la contaminación, el mal estado del agua, el turismo irresponsable y la introducción a los canales de especies de peces como la carpa y la tilapia, que depredan a este anfibio.
Desde hace 20 años la UNAM, a través del Laboratorio de Restauración Ecológica, trabaja para rescatar Xochimilco y con ello ayudar a la conservación de esta especie.
“Podemos identificar tres presiones más marcadas sobre este humedal: una es la urbanización, pues cada vez hay más asentamientos irregulares dentro de esta Área Natural Protegida (ANP). Por ejemplo, todo el tiempo están la música, el baile y la fiesta, que no son actividades compatibles con una ANP”, explica la también maestra en Ciencias de la Sostenibilidad.
Un segundo factor, agrega, es la contaminación del agua. “Sabemos que Xochimilco es un punto turístico muy importante, pero la realidad es que no hay un manejo óptimo de estos residuos, adicional a las descargas de agua de estos asentamientos irregulares, lo que hace que la calidad de agua sea muy mala en algunas zonas del humedal”.
El tercer factor, indica, es la introducción de especies exóticas. En Xochimilco existen carpas y tilapias, especies que se introdujeron a mediados de 1940-1950, cuando se decidió que al ser un humedal se podía practicar ahí la acuacultura. Sin embargo la vocación de Xochimilco es agrícola. Entonces, los pobladores nunca hicieron este manejo de los peces y más que un beneficio terminó siendo una especie que depreda al ajolote y a otras especies nativas.
Un refugio
A través del proyecto Chinampa-Refugio investigadores y estudiantes de la UNAM trabajan con los chinamperos de la zona de Cuemanco para rehabilitar su chinampa como refugio para los ajolotes y, al mismo tiempo, hacer productivo ese pedazo de tierra.
“Este proyecto busca dos cosas: la reactivación de la actividad chinampera como modelo agroeconómico (rescatar chinampas abandonadas); y, por otro lado, la creación de refugios para salvaguardar al ajolote y a otras especies nativas”, indica la especialista.
Recordemos, agrega, que las chinampas pueden ser extensiones de tierra bastante grandes. “Entonces, se colocan estos refugios, en los extremos se crea un filtro con plantas acuáticas nativas que hace que también disminuyan los contaminantes en agua, y estos refugios son monitoreados semanalmente hasta llegar a un punto donde se determina que las condiciones son estables y ya se puede hacer reintroducción de ajolotes”.
Así, “se combinan la restauración ecológica del humedal y la agricultura tradicional, la valorización del campesino, de la gente que trabaja la tierra; eso nos da como resultado una conservación integral de esta especie”, explica Vázquez.
Todos los días, desde 2018, los investigadores recorren las 36 chinampas que están incluidas en el proyecto Chinampa-Refugio para cuidar que la calidad del agua, nivel de oxígeno, pH y la cantidad de alimento sean óptimos para los ajolotes. También vigilan su actividad, que mayoritariamente se da por las noches.
En el Laboratorio de Restauración Ecológica otro grupo de investigadores se encarga de cuidar a 120 ajolotes, entre exploradores (aquellos que ya irán a algún refugio) y juveniles, donde se vigila permanentemente el estado de su piel, salud, se mantiene la calidad del agua y la temperatura que tendrían en su estado natural, así como la alimentación para que no pierdan el instinto de caza a la hora de ser liberados.
Adopta
Para lograr la meta de rescatar más espacios que puedan ser refugio para los ajolotes el Instituto de Biología de la UNAM lanzará por tercer año la campaña “Adopta un axolote”, con la que se busca que más chinamperos se conviertan en un refugio para esta especie y rescatar su hábitat.
“Buscamos promover la educación ambiental, que la gente conozca nuestro trabajo y que sepa por qué es importante conservar al ajolote. A través de donativos las personas pueden hacer varias tareas: pueden invitar a cenar un ajolote, tunear la casa de un ajolote, adoptar a un ajolote por un mes, seis meses o un año, o adoptar una chinampa refugio. Este último esquema está más orientado a empresas, porque el mantenimiento de una chinampa anualmente significa un gasto importante, pero les garantizo que vale la pena”, indica la bióloga.
El primer año, dice, “logramos juntar aproximadamente 400 mil pesos; el segundo año recaudaron cinco millones de pesos, lo cual para nosotros fue un gran respaldo. Este año esperamos duplicar ese monto. No obstante, un dato relevante es que la mayor parte de los donativos provienen de Estados Unidos y algunos países de Europa y no de México. Por ello nos gustaría acercarnos más a la población que visita Xochimilco, a fin de crear una mayor conciencia sobre la relevancia no solo de la especie sino del ecosistema, que finalmente es su hogar”, finaliza.