Es necesario transitar de un modelo lineal hacia otro que lleve al crecimiento y al empleo sin comprometer al medio ambiente.
La economía es una parte fundamental en la lucha contra el cambio climático, pero hoy en día el mundo opera a través de un sistema económico lineal porque “estamos acostumbrados a extraer de la naturaleza diversos recursos, los transformamos en bienes y productos, los consumimos y después los desechamos”, señala el diputado local José Fernando Mercado.
Este modelo de economía liberal, puntualiza el legislador, “acusa varios problemas, entre ellos la escasez de materia por su uso desmedido, además de la contaminación que se genera, muchas veces por no tener una correcta disposición y gestión final”.
De acuerdo con el informe Los desechos 2.0: Un panorama mundial de la gestión de desechos sólidos hasta 2050, del Banco Mundial, de no adoptarse medidas urgentes para dicho año los desechos a nivel mundial crecerán 70% respecto de las cifras actuales.
Según el reporte, en los próximos 30 años la generación de residuos que impulsan la urbanización y el rápido crecimiento de la población podría aumentar de dos mil diez millones de toneladas a tres mil 400 millones.
En este sentido, de acuerdo con cifras de la Semarnat, cabe apuntar que México genera más de 44 millones de toneladas anuales de residuos y se espera que este número alcance 65 millones para 2030.
¿Qué hacer?
Ante este panorama adverso se presenta como alternativa un modelo económico que no solo permite regular el aprovechamiento de los recursos, sino que además incentiva el crecimiento económico del país.
“La economía circular lo que hace es que, desde la concepción y el diseño, los productos se planean para que duren más; es decir, que una vez terminada su vida útil permitan la reutilización ya sea de sus componentes o del producto en sí. Imaginemos, por ejemplo, un celular del cual después de su vida útil los componentes pueden servir para otros productos, por decir, la pila para otros tipos de aparatos, el microchip para un refrigerador y el plástico se pueda reciclar, que se pueda convertir en otros productos”, señala el diputado del Congreso de la CDMX.
Agrega que con ello se plantea reducir, reutilizar, reparar y reciclar, logrando así una fabricación y un consumo más sostenibles.
La implementación de la economía circular no es solo teoría: países como España, Holanda y Francia ya dan los primeros pasos para transitar a ese modelo. En el caso de México el modelo avanza tras la aprobación del dictamen por el que se expide la Ley de Economía Circular de la Ciudad de México.
“La CDMX es punta de lanza a nivel nacional en la promoción de la economía circular. Ahí están como ejemplos la planta de Biodiésel que convierte aceite en combustible en la Central de Abasto, la producción de banquetas a partir del reciclado de cascajo, el parque Cuitláhuac en Iztapalapa y los pasamanos hechos de bolsas de plástico y materiales reciclados”, señala el legislador, autor de la iniciativa.
¿En qué consiste?
Este instrumento normativo se compone por un total de 35 artículos, cuatro títulos y cinco transitorios. Su principal objetivo es establecer las bases que impulsen la transición a una economía circular a través de la creación de un programa que permita cumplir con un mecanismo de planeación que impulse políticas públicas, proyectos y actividades generadas por la implementación de esta norma.
La legislación, explica Mercado, genera oportunidades, sobre todo para entender una nueva manera de consumir. En este sentido “nos interesa que la circularidad se ponga gorda, que así como las nuevas generaciones defienden a los animales o hacen conciencia sobre el desperdicio del agua, también protejan y hagan suyo este modelo de desarrollo”.
Destaca que este concepto es algo que los capitalinos ya traen en los genes. “Por eso no creo que la implementación de esta ley cueste trabajo. Por ejemplo, cuando abrimos el refrigerador de cualquier familia y el bote de crema ya tiene frijoles o el bote de yogurt lo utilizas para poner jabón y lavar los trastes: eso es ser circular”.
Añade: “Considerando las facultades que tenemos, ya que no nos podemos meter, por ejemplo, en temas de regulación de la materia productiva y de comercio porque son competencia federal, lo que sí buscamos es generar un ecosistema que fomente este tipo de prácticas, que se pase a una economía más tecnológica, más de servicios; es decir, desmaterializar la economía, que cada vez haya menos vasos desechables o cosas que terminan siendo basura; que los empaques y los embalajes cada vez sean menores y que no representen este volumen actual de desperdicio que ahora tenemos”.
Empresas
La ley también considera generar incentivos positivos para que desde la ciudad y de acuerdo con el sector empresarial se empiecen a dar distintivos a las compañías que se sumen a los diversos planes, programas y actividades que deriven de esta norma.
Al respecto Marina Robles, titular de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), indica: “Uno de los puntos más importantes de esta ley es que busca estimular, promover y motivar la circularidad en la ciudad. En este sentido es posible ver cuáles son las mejores condiciones para hacer que todas las empresas avancen en el ritmo que sea posible hacia la circularidad”.
No se trata, agrega Robles, de una ley punitiva, sino de una ley promotora, que parte de los acuerdos de la construcción de consensos. “Esto nos lleva a que el proceso de reconocimiento del estado de circularidad en el que se puede encontrar cada una de las empresas puede ser reconocido y por lo tanto la certificación ser voluntaria, pero implica un reconocimiento público que ayuda a saber que una empresa tiene esta responsabilidad social y con el medio ambiente”, dice.
Posible
De acuerdo con el diputado Mercado esta ley se dictaminó a finales del periodo legislativo pasado, en diciembre. “Aunque la iniciativa general fue de un servidor, no se parece nada lo que yo presenté a lo que terminó siendo, ya que fue un proceso vivo de Parlamento Abierto donde participaron PAN, Partido Verde y PRI, pero donde también todo el tiempo estuvimos trabajando con el gobierno de la CDMX, así como con diferentes organizaciones dedicadas al tema de la sustentabilidad y de economía circular, también siempre en compañía del sector empresarial porque al final de cuentas sin ellos no hay nada. La verdad es que todos salimos muy contentos con el producto legislativo final”.
Explica que el horizonte para que se vote en el pleno es la segunda o la tercera semana de febrero. “Pensando que la primera semana del mes inicia el periodo de sesiones, estamos buscando que para el 7 o el 14 de febrero ya pueda ser presentada y votada. Y a partir de ahí desarrollar los reglamentos que le tocan al gobierno de la ciudad”, finaliza.