Tanto por sus particularidades biológicas como por sus implicaciones culturales, el ajolote es un animal emblemático e icónico: la mitología azteca lo relacionaba con el dios Xólotl, deidad asociada a la idea del movimiento y de la vida.
El género Ambystoma incluye 33 especies que se distribuyen desde el sur de Canadá hasta la zona centro de México. En México existen 18 y 17 de ellas son endémicas.
La Ciudad de México conserva dos especies: el Ambystoma mexicanumk, originaria de Xochimilco y que se mantiene todo el tiempo en el agua; y Ambystoma altamirani o ajolote de arroyo de montaña.
Este último está clasificado como especie amenazada en la Norma Oficial Mexicana NOM-059-Semarnat-2010 y se le considera en peligro de extinción por la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés).
“Se trata de una especie de anfibio muy amenazada. A diferencia del Ambystoma de Xochimilco que viven en los humedales, el altamirani habita en agua dulce. Pero como sabemos los cuerpos de agua se contaminan a gran velocidad en todos lados y por ello es muy vulnerable” dice a Vértigo la bióloga Regina Ibarra Castillo.
Técnico responsable de la Unidad de Manejo de la Vida silvestre (UMA) El Pantano, Ibarra señala que conservar al ajolote de montaña “es prioritario, sobre todo porque su distribución está muy restringida; en la capital solo lo encontramos en tres alcaldías: Álvaro Obregón, Cuajimalpa y Magdalena Contreras”.
Agrega que además de sus propias características una de las principales aportaciones ecológicas es que se trata de una especie sombrilla; “es decir, a través de su conservación se preserva también todo lo que está a su alrededor, todos los animales que cohabitan de manera directa o indirecta con el ajolote. El objetivo es cuidarlos a todos a través de esta especie”.
El Pantano
Con el objetivo de proteger, reproducir y conservar al ajolote de arroyo de montaña la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema), en colaboración con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conap) y la alcaldía Cuajimalpa, inauguraron la Primera UMA El Pantano, que se ubica en el Parque Nacional Desierto de los Leones.
“La UMA está compuesta por nueve cabañas de madera y tres de concreto. Aloja en este momento a 30 ejemplares adultos, los cuales están a cargo de un equipo de especialistas quienes les proporcionan alimento, registran periódicamente su peso, estudian su conducta para detectar posibles puntos de estrés y actitudes territoriales, además de atender su salud en caso de algún signo de malestar o enfermedad”, explica la bióloga durante un recorrido por el lugar.
Asimismo, “vigilan las condiciones del agua y temperatura de las peceras donde habitan los organismos”, indica Ibarra.
Puntualiza que los objetivos específicos de esta unidad son la investigación, el manejo en cautiverio y la educación ambiental. A mediano y largo plazo, añade, también se prevé incluir el aprovechamiento extractivo y no extractivo, así como la reproducción de la especie para una posible reintroducción o repoblación en caso de ser necesario.
Lidia Gabriela García Gutiérrez, técnico operativo en la coordinación de proyectos de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) de la zona poniente, comenta en entrevista que El Pantano se registró en 2021 y este año la Dirección General de Vida Silvestre de la Semarnat otorgó un permiso de colecta de aprovechamiento, mediante el cual se obtuvieron los primeros 30 ajolotes, traídos de la Reserva Ecológica San Nicolás Totolapan.
“Como parte de las actividades de las ANP se realizan monitoreos para conocer la biodiversidad y su estado. De esa forma se detectó que en San Nicolás hay una población que actualmente se encuentra estable y a través de ese monitoreo se determinó que podía ser el sitio de donde se podían retirar algunos individuos sin que esto perjudicara a la población”, indica.
Nueva casa
Los ejemplares de la UMA habitan en peceras amplias, pero a decir de las especialistas conforme se reproduzcan y aumente su población vivirán en dos estanques rehabilitados que son parte de la estación de manejo.
Dichos espacios se acondicionarán con sustrato y rocas para que sean un refugio adecuado y similar al que hay en vida silvestre.
Los ejemplares se alimentan con lombrices nativas del Desierto de los Leones, mientras que el agua de los acuarios se obtiene del cauce de la misma zona; el líquido llega a contener macroinvertebrados que también forman parte de la dieta de estos anfibios. Con dichas medidas se evita la introducción de especies exóticas.
“Hemos visto cómo colocan sus huevos debajo de las rocas, a diferencia del mexicanumk que lo hace en la vegetación. No tienen extremidades mientras están en su estado larvario con sus branquias. Conforme crecen desarrollan sus extremidades. Cuando es larva mantienen todo su ciclo en el agua y una vez que cumplen la metamorfosis ya pueden incursionar en la zona terrestre. Sin embargo, no hemos visto que salgan frecuentemente a la zona terrestre, aun en su estado adulto se mantienen mayormente en el agua”, explica García Gutiérrez.
Conservación
De acuerdo con las especialistas entre los factores que ponen en riesgo la conservación del ajolote de arroyo de montaña destacan la presencia de fauna exótica y la contaminación de los cuerpos de agua.
“Por ello se diseñó un programa de educación ambiental, específicamente para la UMA, el cual cuenta con diferentes actividades y diversos recorridos que comienzan en octubre para usuarios que pueden ser comunidades, familias, escuelas o cualquier persona que quiera venir a conocernos. Son bienvenidos”, indica la técnico operativo.
En este sentido, Ibarra agrega que hay ciertas recomendaciones que el visitante de El Pantano debe tomar en cuenta. “No debemos olvidar que estamos dentro de un ANP y eso le da condiciones diferentes a los de un parque urbano. Una de ellas es que no acudan con animales de compañía, porque todas las especies exóticas traen consigo ciertas perturbaciones a la fauna nativa. Otra recomendación es no contaminar la zona ni el cauce del arroyo Santo Desierto, que atraviesa el lugar”.
Agrega que los usuarios de bicicletas deben tener especial cuidado debido a que causan un gran impacto al aplastar a los organismos que viven en la zona. “Aquí podemos encontrar, por ejemplo, especies como la rana arborícola, el lince, el venado cola blanca, diferentes aves rapaces y reptiles. Una vez nos encontramos en los monitoreos a una culebra alimentándose de un ajolote de montaña. Entonces, hay que darnos cuenta de que si alguna de estas especies falta se destruye el equilibrio. Los ajolotes, por ejemplo, también necesitan ser controlados por especies nativas; no porque haya mucho quiere decir que está bien, sino que tiene que ser justo lo necesario para equilibrar el ambiente”, finaliza.