El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) hace un llamado a mujeres jóvenes y adolescentes, así como a sus padres o familiares, para solicitar atención médica si durante la menstruación hay presencia de sangrado abundante que dura ocho días o más, ya que esta condición puede provocar anemia.
La doctora Nora Elena Quiroz Valencia, médico pediatra y encargada de la Clínica de Ginecopediatría del Hospital de Pediatría, “Dr. Silvestre Frenk Freud”, Centro Médico Nacional “Siglo XXI”, CDMX., detalló que el periodo de menstruación debe durar de dos a siete días y la cantidad promedio de sangre que se pierde es de 30 a 80 mililitros durante toda la menstruación, es decir, el uso tres a cinco toallas sanitarias o tampones en el transcurso de un día.
Detalló que fuera de estos parámetros, si el sangrado es más abundante o de mayor duración y no se atiende en forma oportuna puede provocar anemia, enfermedad que se caracteriza por una disminución en la cantidad de glóbulos rojos o hemoglobina en la sangre y que se manifiesta con fatiga, falta de energía, debilidad, dificultad para respirar, náuseas, mareos, palidez y diversos problemas de salud.
Indicó que la causa principal de las menstruaciones abundantes es la inmadurez en las funciones hormonales de las adolescentes a partir de su primera menstruación y en los siguientes dos a tres años; le siguen alteraciones deficiencias en los factores de coagulación; quistes o hiperplasia (desarrollo excesivo) del endometrio y síndrome de ovario poliquístico.
“Cuando el sangrado está fuera de los parámetros normales para una adolescente, son muy abundantes aunque sea un solo día con cambios recurrentes de la toalla cada hora y hay expulsión de coágulos mayores de cinco centímetros de diámetro, son datos que nos van a hablar de alarma para acudir a recibir atención, de ser posible prevenir la anemia o dar un tratamiento oportuno si ya la tiene”, explicó.
Resaltó que en la Clínica de Ginecopediatría, única en el IMSS a nivel nacional y a la que llegan pacientes referidas de unidades médicas y hospitales de Primer y Segundo Nivel, se atienden un promedio de 300 consultas al año y de éstas 55 por ciento corresponde a trastornos menstruales, “por lo tanto el sangrado uterino anormal es nuestro principal motivo de consulta”.
La doctora Quiroz Valencia afirmó que la principal herramienta que tiene el personal de salud es la educación y orientación, que cada joven conozca los parámetros normales de una menstruación e identifiquen datos de alarma para que acudan a tiempo al hospitales o área de atención médica de Urgencias que permita iniciar tratamiento y así evitar la anemia o sus consecuencias, “y esto no solo en las adolescentes que ya tienen menstruación, sino en aquellas que iniciaron una pubertad y están a la espera”.
En este sentido, recomendó a cada joven llevar un registro mensual desde el momento en que inicia con su menstruación “y así poder de forma objetiva vigilar la cantidad, duración y características del sangrado; de esa forma los padres y las propias jóvenes puedan conocer cuando hay un dato fuera de lo normal y acudir a recibir atención en forma oportuna”.
Indicó que el tratamiento depende del grado de anemia, si es leve o moderada, se trata con medicamentos hemaníticos y una dieta alta en hierro, además de fármacos del grupo AINES para prevenir el sangrado y hormonales; cuando se diagnostica como anemia severa, se valora si requiere transfusión y/o hospitalización para estudiar y tratar la causa, incluso una cirugía si así se requiere.
Karla Hernández tiene 17 años y es paciente de la Clínica de Gínecopediatría; relató que antes de concluir la secundaria le gustaba practicar deportes hasta que comenzó a sufrir dolor e inflamación en el abdomen, mareos, náuseas, vómito, fatiga y le molestaba el contacto físico y los abrazos, además de mal humor constante; a la par de esto, su menstruación pasó de cuatro o cinco días a durar una semana, con sangrado muy abundante y posteriormente sangrado escaso a normal de más de un mes de duración.
“Empecé a bajar de peso, dejé de comer porque incluso la comida me empezó a dar asco; pasó primero un mes, luego dos y al llegar a seis meses tuve confianza para platicar con mi mamá lo que me estaba pasando y preguntarle si esto era normal. Una madrugada me sentía tan mal que literalmente no podía levantarme de la cama y fue como llegamos a Urgencias del Centro Médico Nacional Siglo XXI; iba muy débil, con bastante dolor en el abdomen, ya no quería caminar y solo tomaba agua”, indicó.
Dijo que fue internada en el Hospital de Pediatría para realizarle diversos estudios, en la Clínica de Ginecopediaría recibió un trato amable, comenzaron a darle tratamiento y cuando el ultrasonido reveló que tenía un quiste de tres centímetros en el ovario izquierdo, de inmediato entró a cirugía a fin de preservar esta glándula que es fundamental en la salud y la capacidad reproductiva de las mujeres.
Actualmente Karla tiene buena salud, su menstruación es regular, ya no sufre dolores, fatiga y tampoco tiene anemia; a las jóvenes y adolescentes les recomendó “que tengan confianza con sus familiares, si no es su mamá o su papá, una tía o incluso amigas que estén informadas, que lleven un calendario y tengan control sobre las toallas que usan, cómo se sienten y de sus malestares”.