El mundo se enfrenta a una triple emergencia ecológica ligada al cambio climático, la contaminación y la pérdida de hábitat, que supone una seria amenaza para la humanidad.
Se acerca 2022 y con el nuevo año el gran reto de enfrentar de manera directa los problemas que se relacionan con el calentamiento global: de acuerdo con los especialistas, el planeta se enfrenta a una triple emergencia medioambiental ligada al cambio climático, la contaminación y la pérdida de hábitat y biodiversidad.
Durante este año que termina, de hecho, la Organización de Naciones Unidas (ONU) alertó en diversas ocasiones sobre esta triada, la cual supone una seria amenaza para la humanidad.
Crisis climática
Las advertencias sobre el cambio climático existen desde al menos un par de décadas atrás, pero se dispararon aún más cuando a principios de este año el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU lanzó su más reciente informe sobre el tema.
El documento señala que el clima aumenta tan rápido, que probablemente en cuestión de diez años las temperaturas alcanzarán un incremento de 1.5 grados Centígrados, nivel que líderes mundiales pretendían establecer como límite máximo de aumento, lo que Naciones Unidas describió como “un código rojo para la humanidad”.
Las consecuencias del calentamiento se vislumbran por todo el mundo: van desde abrasadoras olas de calor en Estados Unidos, Canadá y España, hasta devastadoras inundaciones en Alemania y China, además de incendios forestales incontrolables en Siberia, Grecia y Turquía.
En este contexto, la reciente 26 Conferencia de las Partes (COP26) que se llevó a cabo en Glasgow, Reino Unido, quedó demasiado corta en sus objetivos e incluso aunque se cumplieran todas las metas que se planteó sobre cambio climático la humanidad está lejos de mantener el aumento de las temperaturas por debajo de 1.5 grados centígrados.
Amenaza
El reporte lanzado por el IPCC, que elaboraron 234 científicos internacionales, concluye que la interacción humana es la responsable de que la temperatura se eleve debido al efecto de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), que provocaron un calentamiento del planeta en 1.1 grados centígrados desde el periodo de 1850-1900 hasta la fecha.
Actualmente “el calentamiento ya acelera la subida del nivel del mar, derrite el hielo del planeta y empeora fenómenos extremos como olas de calor, sequías, inundaciones y tormentas. Los ciclones tropicales se vuelven más fuertes y húmedos, mientras que el hielo marino del Ártico se reduce en verano y el permafrost se deshiela. Todas estas tendencias empeorarán”, señala el informe.
“Este calentamiento global genera olas de calor, inundaciones y sequías. También, por supuesto, los incendios que se vivieron este año en Canadá, Grecia y Turquía, los cuales se pronostican serán más intensos. Con las proyecciones que se tienen también se prevén incrementos de sequías en algunas regiones donde ahora no llueve; y eventos más extremos, así como la ocurrencia, frecuencia e intensidad en las olas de calor”, explicó Ruth Cerezo Mota, única científica mexicana que pertenece al IPCC, durante la presentación del estudio en México.
Destaca el documento que desde 1970 las temperaturas de la superficie global aumentaron más rápido que en cualquier otro periodo de 50 años durante los últimos dos milenios, además de que algunos de los cambios son irreversibles.
¿Y para México?
Si para 2030 no se logran compromisos a nivel global para la reducción del CO2, en el caso de México el panorama será dramático porque podría aumentar hasta siete grados la temperatura al finalizar el siglo, indicó Cerezo-Mota.
El Daño Anual Esperado (DAE) en el país por inundaciones fluviales es de siete mil millones de dólares y por las costeras de 130 millones. Se cree que Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí tendrán los mayores niveles de riesgo. Además se espera que para 2080 el DAE por inundaciones costeras por desarrollo económico y cambio en el clima sea de 116 mil millones de dólares por año.
“México es un país de costas y es un hecho que seguirá aumentando el nivel del mar. Aunque es inevitable, la diferencia es qué tanto. Si hacemos algo tendríamos un aumento en el nivel del mar de hasta 50 centímetros para finales de este siglo; si nos vamos al escenario de mayor cantidad de emisiones sería hasta de un metro 50 en promedio para 2100”, apuntó Cerezo-Mota.
Desde hace tiempo, dijo, los expertos tratan de saber qué pasará en tres escenarios: en el primero se logra reducir las emisiones y que la temperatura suba 1.5 grados; en el siguiente se instrumentan acciones, pero no se alcanza la meta; y, finalmente, aquel donde no se hace nada. “Desafortunadamente, en cualquiera de los escenarios, para 2030 estaremos alcanzando los 1.5 grados. La diferencia es si empezamos a bajar gradualmente la temperatura, pero el escenario medio y de alto riesgo implicaría aumentos de cuatro grados de temperatura media global, que para México implica un incremento de hasta siete grados por arriba de la media y eso implica poner en riesgo la salud de la gente, pérdida de cultivos, pérdida de ganado, etcétera”, destacó.
Sin acciones concretas se observarán sequías intensas, con un déficit de lluvias importante, de hasta 30% menos líquido. Además, se espera que ocurran eventos extremos húmedos como las lluvias torrenciales, puntualizó.
Precisó que el sector que más contamina es la quema de combustible para la generación de energía, seguido del transporte particular y público, por lo que es necesario impulsar el eléctrico o transitar a energías no dependientes de combustibles fósiles.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) México se encuentra en la posición 14 de los países con mayores emisiones de GEI.
Cerezo-Mota recuerda que nuestro país firmó múltiples acuerdos climáticos, por lo que en este momento se debería transitar hacia el uso de energías renovables; es decir, impulsar la solar, eólica o bien nuevas fuentes energéticas.
Acuerdos
Al finalizar la COP26, diplomáticos de 197 países firmaron un acuerdo cuyo objetivo es intensificar la mitigación y el combate del cambio climático, en el que se invita a los gobiernos a regresar en 2022 con planes más sólidos y específicos para frenar las emisiones, también solicita a las naciones más ricas del mundo “duplicar al menos” el financiamiento para proteger a los países más vulnerables ante los riesgos que implican las temperaturas más elevadas para 2025.
Uno de los convenios más importantes en esta cumbre mundial fue entre Estados Unidos y China para reducir con mayor rapidez las emisiones. China se comprometió por primera vez a desarrollar un plan para el metano.
Asimismo los participantes acordaron reducir las emisiones de metano en 30% para fines de esta década. Además, los líderes de más de 100 países, incluidos México, Brasil, China, Rusia y Estados Unidos, prometieron poner fin a la deforestación para 2030. El acuerdo cubre aproximadamente 85% de los bosques del mundo que son cruciales para absorber dióxido de carbono y aminorar el ritmo del calentamiento global.
No obstante, algunos activistas criticaron el acuerdo por carecer de fuerza y señalaron que esfuerzos similares fracasaron en el pasado.
En este sentido diversos observadores, organizaciones internacionales y activistas consideran que si bien en la COP26 se produjeron avances, los compromisos no fueron lo suficientemente fuertes para el momento que vive el planeta. Estos temas, coincidieron, deben ser prioritarios para los países desarrollados cuando la COP vaya en 2022 a Egipto.
Contaminación del agua
En México, como en todo el mundo, la contaminación de los cuerpos de agua representa un problema adicional al desperdicio y a la poca disponibilidad que existe. A diferencia de otros recursos naturales el agua no presenta grandes pérdidas cuantitativas: su volumen total en la Tierra es siempre el mismo (tres cuartas partes). La razón es que el ciclo hidrológico funciona como un proceso autorregulador y autodepurador; el problema radica en su desigual distribución y en que su desperdicio puede conducir al irreversible deterioro en la calidad del líquido al superar la contaminación al proceso depurador del ciclo hidrológico.
Industrias, ciudades y explotaciones agrícolas saturan diversos cuerpos de agua con contaminantes que van desde aguas fecales hasta químicos tóxicos, pasando por toneladas de plástico, lo que provoca graves problemas de falta de agua potable en muchos puntos del mundo, especialmente en países en vías de desarrollo.
Sin embargo, hay muchas naciones cuyo problema va más allá del plástico: los derrames de petróleo, los vertidos incontrolados de la industria pesada, los agroquímicos y las aguas residuales sin tratamiento son algunos de los grandes desafíos que enfrentan muchas aguas fluviales.
De acuerdo con la UNESCO el volumen de agua que utiliza la industria es bajo: constituye menos de 10% del total de extracciones. Sin embargo, la industria ejerce una enorme presión sobre los recursos hídricos no tanto por la cantidad que consume en la propia producción, sino más bien por los impactos derivados de los vertidos de aguas residuales y su potencial contaminante.
En Indonesia, por ejemplo, unas 200 fábricas textiles vierten sus aguas residuales en el río Citarum, que se considera el más contaminado del mundo. En México, en 2012 Greenpeace denunció a varias empresas fabricantes de mezclilla por contaminar los ríos San Juan en Querétaro y San Pedro en Aguascalientes.
Mientras que en los países desarrollados la contaminación del agua se considera un delito, en los países en vías de desarrollo esta actividad parece pasar inadvertida.
“La industria de la ropa, por ejemplo, genera aproximadamente 8% de los GEI, incluyendo el CO2, y la cantidad de agua que se consume para producir ropa es impresionante”, explica a Vértigo Gabriela Jiménez Casas, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM.
“El caso más visible son los pantalones de mezclilla, puesto que todos usamos este tipo de prendas en algún momento: unos jeans consumen siete mil 500 litros de agua pura”, indica.
Actualmente la cuenca del río Tula y el Valle de Mezquital, en Hidalgo y Estado de México, y la cuenca del río Coatzacoalcos, en Veracruz, se consideran entre las más contaminadas. La primera, convertida históricamente en el vertedero de aguas negras de la Zona Metropolitana del Valle de México; y la otra, por concentrar en la zona la actividad de transformación de la industria petrolera y petroquímica más importante del país y más grande de América Latina.
Pérdida de biodiversidad
Muchos ecosistemas son cruciales para las sociedades porque proporcionan agua, alimentos, materiales de construcción y otros elementos esenciales. También brindan beneficios como la mitigación del cambio climático y la conservación de la biodiversidad. Pese a su importancia, en las últimas décadas el hombre llevó a muchos de estos hábitats al límite.
De acuerdo con especialistas los siguientes son algunos de los ecosistemas que requieren urgentemente ser protegidos en 2022 para evitar ser fragmentados o incluso desaparecer.
La selva amazónica es el bosque tropical más grande. Abarca gran parte del noroeste de Brasil y se extiende hasta Colombia, Perú y otros países de Sudamérica. Es muy especial por su biodiversidad, pero en 2010 se registró un grave aumento de incendios forestales en la zona.
En su informe Incendios, bosques y futuro: una crisis fuera de control, WWF reportó que el número de alertas de incendios en todo el mundo durante el mes de abril de 2020 aumentó 13% en comparación con 2019, que ya había sido un año récord en incendios forestales.
“A nivel mundial observamos un aumento muy preocupante a nivel de fuegos. Nos preocupa que esta tendencia siga en alza y tenga efectos negativos, como el aumento en el cambio climático y la pérdida de biodiversidad”, dijo a Vértigo Jordi Surkin, director de Conservación de WWF para América Latina y el Caribe.
El también director de Conservación del Fondo Mundial para la Naturaleza en Bolivia agregó que las principales causas de este fenómeno son la deforestación, el cambio del suelo para la agricultura, además de un clima más cálido y seco por el cambio climático, que hace que la temporada de incendios forestales aumente en todo el mundo.
Estas circunstancias “se dan por la continua deforestación, que se asocia con la expansión de la frontera agrícola y pecuaria. En algunos lugares, como la Amazonía, tiene que ver con tomas de tierras por parte de la gente que busca hacer frente a la pobreza. Por otro lado, están la falta de políticas adecuadas y la no implementación de políticas ya existentes”, indicó Surkin.
Bosques tropicales
No es solo el Amazonas. En México, como en todo el planeta, los bosques tropicales peligran también por la deforestación a gran escala, la cual tiene como objetivo mantener funcionando a la industria ganadera.
A causa de esta deforestación los bosques de la Riviera Maya y Yucatán pierden importantes ejemplares de especies en peligro de extinción, que además forman parte de la identidad histórica de nuestro país, como el jaguar y el mono araña.
“En el bosque maya estamos viendo una fuerte afectación por la pérdida de hábitat debido a múltiples causas, principalmente el desarrollo agrícola y pecuario, pero si a eso le sumas modelos de desarrollo urbano asociado a polos turísticos, como en la zona de la Riviera Maya, donde se pierde espacio con respecto de la urbanización y la especulación de la tierra, entonces este es uno de lo grandes factores de detrimento y que aceleran la deforestación en la zona”, explica en entrevista María José Villanueva, directora de Conservación de WWF México.
Agrega que la crisis por Covid-19 mostró que la degradación y la deforestación de los bosques son de los factores que más influyen en el surgimiento de epizootias. “Entonces no sabemos qué virus esté a la vuelta de la esquina esperando y seguramente surgirá en algún frente de deforestación”, dijo.
Océanos
La devastación humana amenaza a los océanos de maneras múltiples. El cambio climático, el uso excesivo de plásticos, la pesca excesiva y la minería son solamente algunas de las expresiones de esa devastación. De acuerdo con el reporte 30X30 Guía para la protección de los océanos, que elaboraron la Universidad de Oxford y la Universidad de York, en las aguas internacionales existe una impresionante riqueza de vida marina y de ecosistemas, pero muchas de las especies más icónicas —como los albatros, las tortugas o los tiburones—sufren dramáticas disminuciones en sus poblaciones desde hace unas cuantas décadas.
Por ejemplo, hábitats como los arrecifes de coral de aguas frías o los campos de esponjas tienen siglos de antigüedad en algunos casos y resultan dañados por equipos de pesca pesados que se arrastran a lo largo de los fondos marinos. Incluso disminuyen poblaciones de especies que deberían estar bajo una administración estricta. Además la población de atún rojo del Pacífico se desplomó a menos de 3% de su abundancia histórica y aún se practica su pesca.
Con respecto de México, todas las Áreas Naturales Protegidas Marinas en el país, desde Baja California hasta Yucatán, están reprobadas y por lo tanto fallan en su objetivo de conservar manglares y arrecifes, según una reciente investigación de Oceana México.
Entre ellas se encuentran Cabo Pulmo, el Arrecife Alacranes, el Delta del Río Colorado, los Arrecifes de Sian Ka’an, las Bahías de Huatulco, Los Petenes, las Islas Marías y el Sistema Arrecifal Veracruzano.
De acuerdo con la investigación el actual sistema de Áreas Naturales Protegidas demuestra ineficiencia en la conservación de hábitats de importancia crítica para la vida marina, como los manglares y arrecifes.