Una de las tradiciones más vivas en nuestro país es la alfarería: piezas hechas con talavera de Puebla o barro negro de Oaxaca nos dan identidad y son reconocidas en todo el mundo. Sin embargo nuestra principal fuente de exposición al envenenamiento por plomo es la cerámica tradicional vidriada con este elemento.
De acuerdo con el Informe nacional de niveles de plomo en sangre y uso de barro vidriado en niños vulnerables, que coordinó Mara Téllez Rojo, experta del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), actualmente 1.4 millones de niños entre uno y cuatro años tienen niveles elevados de plomo en sangre, por encima de 5 μg/dL (medida de plomo en el cuerpo).
“Estamos hablando de un problema muy serio. Es importante porque un niño intoxicado con plomo no presenta síntomas, es decir, no estornuda, no tose ni tiene vómito, pero sufre efectos de largo y muy largo plazo. Por ejemplo en el desarrollo de su inteligencia, problemas de conducta, atención e hiperactividad que se pueden relacionar con actos de confrontación, incluso con agresión y violencia”, indica la experta.
Pero no solo eso, añade la especialista: “Si el contacto es permanente también tiene efectos en la salud cardiovascular, hipertensión, problemas reproductivos, aborto espontáneo, menor edad gestacional, problemas renales, de hígado…”
Por todo ello “es un problema grave, tanto para los alfareros como para quienes consumen su comida en estas piezas”.
Téllez Rojo puntualiza que “una clave son las mujeres embarazadas, es decir, cuando van a su consulta prenatal se debiera poder medir plomo en sangre y detectarlo inmediatamente para que ahí mismo intervengas y prevengas que el niño venga con un problema de intoxicación, como lo vimos en el caso de Morelos en recién nacidos. Ese es el reto: detectar la intoxicación desde el vientre y definir cómo lo voy a atender, qué le voy a hacer. Y justamente en eso trabajamos y avanzamos. Pero es un problema grande”.
Tóxico
En el país el plomo sigue presente en diversos artículos de uso cotidiano, como cosméticos de importación, algunas pinturas residenciales, dulces comerciales, baterías automotrices y electrónicas, entre otros objetos.
Sin embargo la principal fuente de exposición a este tóxico es el óxido de plomo o greta que se utiliza como vidriado en la alfarería mexicana, una tradición de cientos de años que se transformó con la llegada de los españoles, quienes introdujeron el vidriado con plomo que rápidamente desplazó a la ancestral técnica del bruñido.
El plomo se adoptó por los alfareros locales debido a su practicidad y su lustrosa apariencia, la cual se logra gracias a la cualidad que tiene el plomo de disminuir el punto de fusión del sílice, que al someterse al fuego logra una superficie vítrea que sella los poros del barro.
“Este tipo de vidriado es seguro cuando las piezas se queman en hornos de alta temperatura, pero los alfareros mexicanos utilizan hornos de leña que no alcanzan los grados necesarios para que el plomo se funda con el barro, por lo que con el uso y la aplicación del calor o alimentos ácidos el esmalte se lixivia a los alimentos e ingresa al organismo por vía oral”, explica Téllez Rojo.
Para llegar a estas conclusiones entre 2009 y 2012 se tomaron muestras de suelo en 19 hogares y talleres alfareros en siete estados de la República. El estudio reveló que las familias residentes estaban expuestas a altos niveles de plomo. Los análisis demostraron que niños menores de ocho años presentaban un promedio de 26.4 µg/dL.
Seis años después dos encuestas de salud, la Ensanut 100K y la Ensanut 2018-19, demostraron igualmente que un gran porcentaje de niños de uno a cuatro años están expuestos a altos niveles de plomo.
En 2018 la Ensanut 100K, realizada en lugares con menos de 100 mil habitantes, encontró que 22% de los niños tenía niveles de plomo en sangre por encima de 5 µg/dL.
Por su parte la Ensanut 2018-19, que se llevó a cabo en todo el país, encontró que la prevalencia de envenenamiento por plomo a nivel nacional es de 17.4 por ciento.
El estudio encontró que mientras la exposición es más común en las áreas rurales, en comparación con las urbanas, no hubo diferencias entre el sexo, la edad y los ingresos. En esta encuesta el estado de Puebla tuvo la prevalencia más alta del país y casi la mitad del total de los menores tuvieron altos niveles de plomo en sangre.
Al respecto Téllez Rojo precisa que si bien la alfarería tradicional se produce en varios estados y se vende en casi toda la República es también cierto que esta se utiliza principalmente en la región centro del país en las comunidades agrícolas, indígenas y mestizas.
Libre de plomo
“La buena noticia es que los sitios contaminados con plomo pueden rehabilitarse y restaurarse. Se puede educar a las personas sobre los peligros del plomo y se les puede capacitar para protegerse a sí mismas y a sus hijos. El retorno de la inversión es enorme: mejor salud, mayor productividad, mayor coeficiente intelectual, menos violencia y un futuro más brillante para millones de niños en todo el planeta”, asegura Richard Fuller, director ejecutivo y fundador de Pure Earth.
Con el objetivo de crear conciencia sobre el impacto negativo de la exposición al plomo en la salud y el desarrollo de los niños esta organización mundial y la Fundación Clarios crearon la iniciativa Protegiendo el potencial de cada infante, plataforma que busca prevenir la exposición de los niños al plomo. Esta iniciativa centra sus primeros esfuerzos en cinco países: Bangladesh, Georgia, Ghana, Indonesia y México.
Mediante el programa Barro Aprobado lanzan una estrategia integral que incluye educación comunitaria sobre los peligros para la salud y los beneficios económicos de prácticas más seguras, capacitar a los alfareros en el uso de esmaltes sin plomo, comercialización y aumentar la demanda de cerámica sin plomo por medio de la participación de la industria hotelera y aplicación de normas complementarias.
Además se impulsan políticas públicas en estos cinco países con la participación de expertos y funcionarios, incluidos los sectores de la salud, el bienestar, el trabajo, el turismo, la cultura y la economía.
“Se trata de que puedas tener tu precioso plato de pozole, pero sin plomo; que los restaurantes promuevan la comida mexicana, pero con ollas seguras. No obstante la clave es también que la población demande este tipo de loza, porque entonces así los alfareros tienen un mayor incentivo para cambiar el sistema de producción”, finaliza Téllez Rojo.