LOGRAN ZOOLÓGICOS DE LA CDMX CONSERVAR ESPECIES EN PELIGRO

Fernando Gual, director general de Zoológicos de la capital de la República, habla sobre los recientes nacimientos de una camada de lobo mexicano y de una jirafa hembra.

Martha Mejía
Bienestar
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Las amenazas que enfrentan diferentes especies en su hábitat hace necesario contar con estrategias alternas para su conservación. En este sentido los zoológicos de la Ciudad de México constituyen una herramienta fundamental para la conservación de las especies porque “cuentan con líneas de investigación, programas de educación, capacitación, sustentabilidad y colaboración entre instituciones”.

También desarrollan “algunos proyectos que logran vincular los trabajos que se hacen en vida silvestre con el trabajo que hacemos aquí, todo para lograr una misión primordial que es la conservación de las especies”, explica en entrevista exclusiva Fernando Gual Sill, director general de Zoológicos y Conservación de la Fauna Silvestre de la CDMX.

Lobo mexicano

Dos de los grandes aportes de los zoológicos a la conservación de las especies silvestres incluyen los programas de reproducción en cautiverio para su posterior reintroducción a vida libre y el aislamiento de amenazas que enfrentan en vida libre, como la cacería ilegal, las enfermedades y la competencia con otras especies no nativas.

Los equipos de los zoológicos de San Juan de Aragón, Los Coyotes y Chapultepec son líderes en estos temas desde 1987, cuando se iniciaron los programas de crianza y manejo en cautiverio del lobo mexicano.

En 34 años lograron reproducir varias parejas y obtener numerosas camadas, lo que representa un gran aporte al Programa de recuperación binacional (entre Estados Unidos y México) del lobo mexicano.

Se incluyen en este programa diversas actividades que van desde el cuidado médico veterinario, pasando por entrenamiento conductual, selección de linajes e investigación, hasta la capacitación de equipos para su cuidado y manejo.

“Nos gusta mucho platicar del lobo mexicano porque es una de las especies que de no ser por los zoológicos definitivamente ya estaría extinta. Desde los cincuenta esta subespecie fue perseguida, cazada y envenenada, lo que casi provoca su extinción en los setenta. Actualmente actividades humanas como la cacería y la pérdida y fragmentación del hábitat aún la amenazan”, dice Gual.

No obstante, gracias al trabajo de los zoológicos y de todas las instituciones involucradas de México y EU se logró reclasificar recientemente de la categoría Probablemente extinto en el medio silvestre a En peligro de extinción.

“Cada año se hace una reunión binacional Estados Unidos-México para definir cómo se dará el manejo de los lobos al año siguiente, ya que no son propiedad de los zoológicos: son propiedad del Programa de recuperación binacional del lobo mexicano. A partir de esa reunión se llega al acuerdo de dónde hay más espacio para tener a las camadas, tanto en México como en Estados Unidos. En ese momento se decide qué zoológicos tienen las mejores condiciones y las mejores parejas para reproducirse al año siguiente”, puntualiza el experto.

Este año, de los tres zoológicos de la Ciudad de México (Chapultepec, Aragón y Coyotes) “se destinó una sola pareja reproductiva, que es el caso de la pareja que se reprodujo en Chapultepec”, agrega.

Nueva camada

Luego de una gestación de 56 días, el 24 de abril nacieron cinco cachorros de lobo mexicano (tres machos y dos hembras) en el Zoológico de Chapultepec, lugar donde ya han nacido otros ocho.

Su nacimiento se registró a través del sistema de monitoreo de circuito cerrado instalado en la madriguera ubicada dentro del albergue de esta especie.

“Sus padres son Seje, una hembra de nueve años, y Rhi, un macho de siete años. Los lobeznos ya tuvieron su primera revisión médica, los vacunamos y los desparasitamos por primera vez en su vida. Obviamente los papás se encargan de ellos todo el tiempo. Pero los cachorros requieren de vacunas y desparasitación para prevenir y evitar enfermedades”, señala Gual Sill.

De acuerdo con datos de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema) los cachorros pesan entre 4.5 y 5.7 kilos; en este caso las hembras son las que pesan más que los machos y todos están sanos.

“Hay que recordar que por ahora los lobitos están en una etapa crítica de crianza, que es cuando más vulnerables están a enfermedades. También es un periodo de competencia entre los cachorros. Ahí empezamos a ver cuál es dominante. Por ejemplo, hay competencia por quién es el primero en comer. Es un proceso fabuloso verlos crecer y ver cómo se hacen adultos y van aprendiendo de sus padres”, indica.

Los padres, tanto el macho como la hembra, se encargan de la crianza. Obviamente la hembra tiene que dar de comer leche durante esos primeros meses, pero el macho interviene en la defensa del lugar porque son muy territoriales y cuidan mucho a sus lobeznos.

Posteriormente comienzan a enseñarles a comer alimentos sólidos: les regurgitan lo que ya ingirieron para que los lobeznos digieran la comida. Así es la naturaleza y así aprenden a comer sólidos: de lo que comen los papás.

“Los lobitos que salen delante de esta etapa crítica gradualmente dejan de comer leche materna. En ese momento empiezan a madurar y nosotros como sus cuidadores estamos un poco más tranquilos, pero por ahora están en esta etapa de depender 100% de los padres”, apunta Gual.

La Sedema dio a conocer que hasta el 15 de agosto la población general puede votar para elegir el nombre de estos cincos cachorros.

Jirafas: extinción silenciosa

La jirafa es el mamífero terrestre más alto del mundo y actualmente se encuentra en peligro de extinción, de acuerdo con la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

“Se calcula que existen alrededor de 100 mil jirafas que habitan en vida silvestre en África, su lugar de origen. Sin embargo, en la Ciudad de México tenemos la fortuna de poder apreciar a 13 jirafas en los Zoológicos de Chapultepec y San Juan de Aragón. Esta es una especie cuyas poblaciones empezaron a disminuir con el paso de los años, lo que conocemos como la extinción silenciosa de la jirafa. Hoy los zoológicos permiten que sus visitantes puedan apreciar a esta y muchas otras especies que de otra manera no tendríamos la oportunidad de conocer y aprender sobre lo que podemos hacer para conservarlas”, indica el director general de Zoológicos.

En los últimos 30 años, añade, se perdió de 30 a 40% de la población de esta especie debido a razones como pérdida del hábitat, cacería ilegal y/o fragmentación del hábitat.

“Por eso nos da mucho gusto reproducir otra especie que está en peligro. Y que la gente pueda conocerla. Es un animal formidable. Es el animal terrestre más alto del mundo y su periodo de gestación es uno de los más largos de la naturaleza: entre 14 y 15 meses”, indica.

El nacimiento más reciente de una jirafa en México ocurrió el 26 de mayo de este año en el Zoológico de San Juan de Aragón. Se trata de una jirafa hembra, hija del macho Baobab, de diez años, y de Acacia, de doce. Nació después de un largo periodo de gestación de casi 15 meses.

La nueva cría, como todos los ejemplares silvestres al nacer, señala el especialista, se enfrenta a un periodo crítico para su sobrevivencia, por lo que se mantiene bajo vigilancia permanente por médicos veterinarios y cuidadores.

Hasta el momento la bebé jirafa se observa en buenas condiciones de salud y se amamanta regularmente de su madre, que muestra un buen instinto maternal desde un principio al alimentar y cuidar a su cría en todo momento.

También se logró que la jirafa bebé se acople con el resto de la familia y conviva también con los ocho antílopes Eland de la sabana africana del Zoológico de San Juan de Aragón.

“En el caso de la jirafa la mamá se hace cargo completamente de la crianza de la cría, no interviene el macho. En la mayoría de los herbívoros no interviene el macho, a diferencia de los lobos”, señala el especialista.

Zoológicos y pandemia

Luego de más de once meses de estar cerrados al público, el 9 de marzo reabrieron los zoológicos de la Ciudad de México. “Actualmente estamos con un aforo de 30%. Inicialmente tuvimos que desarrollar algunos protocolos con el asesoramiento de las áreas del sector salud para disminuir el riesgo de contagio entre los trabajadores, pero también protocolos para proteger a animales que pudieran ser más vulnerables como los cánidos, entre ellos los lobos y también felinos y murciélagos”, explica Fernando Gual Sill.

Uno de los índices que se utilizan para medir el bienestar animal es precisamente la reproducción. Es decir, un animal que está en malas condiciones de salud, de nutrición, de manejo o de cualquier otra cosa es poco probable que se reproduzca. Entonces, independientemente de la pandemia o de que estuvieran cerrados los zoológicos a los visitantes, “nosotros continuamos trabajando como todos los días; obviamente tuvimos que cambiar algunas rutinas para proteger a la gente perteneciente a grupos de mayor riesgo, pero nosotros aunque estuviera cerrado a los visitantes mantuvimos el trabajo”.

Añade que todo aquello que fue novedoso para la gente, “me refiero a los protocolos sanitarios, por ejemplo, limpiarse las suelas de los zapatos con algún desinfectante, el uso de guantes, cubrebocas… eso ya lo hacíamos nosotros para nuestro trabajo de todos los días, pero reforzamos esas medidas. Parte de la adaptación a esta situación es reforzar esas medidas preventivas con trabajadores, con los visitantes y con los animales”.

Hoy los horarios y los recorridos en los zoológicos de la Ciudad de México son más cortos que antes de la pandemia. El personal también aprovechó la contingencia sanitaria para realizar algunas reparaciones y labores de mantenimiento en albergues de algunas especies, acciones que hubiera sido más difícil efectuar con público visitante.

“Quiero pedirles que aprovechen la oportunidad de tener un espacio público abierto. Procuren seguir todas las medidas de higiene, venir temprano para tener un recorrido más cómodo y con menos gente y poder apreciar a los animales con mayor tranquilidad. Y reitero que nuestra misión primordial es la conservación de las especies”, concluye.