Como una forma de conservar y mejorar la semilla de maíz y de otras plantas endémicas de la región de los Valles Centrales de Oaxaca, comunidades indígenas, autoridades agrarias y expertos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) inauguraron un banco comunitario de semillas en el ejido Unión Zapata, en el municipio de San Pablo Villa de Mitla.
“El banco ayuda a garantizar la seguridad alimentaria en la región frente a lo ocurrido en Oaxaca, tanto por las cuestiones sanitarias como por las derivadas del cambio climático, como las lluvias y las sequías, más los temblores. Todo ello dejó a varias comunidades sin producción y sin semillas. En este sentido los bancos comunitarios ayudan a resguardar las semillas que son base de los sistemas de producción y de la disponibilidad de alimentos”, explica en entrevista Girmey López Martínez, experto regional del Proyecto Agrobiodiversidad Mexicana de la Conabio.
Agrega que ya son doce bancos comunitarios de semillas que se instalan en la entidad y son importantes no solo a nivel de comunidad sino también de región y estado ya que permiten el intercambio de las muestras.
La condición más importante de un banco de semillas es que los granos estén protegidos; es decir, que no tengan contacto directo con el aire, la luz del sol o la lluvia.
“Debe ser un espacio cerrado; de preferencia que no tenga luminosidad y que no haya acceso de personas; tiene que ser un lugar exclusivo para las semillas. La regla general es que sea un espacio fresco, seco y que no haya cambios bruscos de temperatura”, explica.
Cómo funciona
La comunidad del ejido Unión Zapata lleva más de diez años siendo sede de la Feria Estatal de la Biodiversidad. “En ese tiempo han tenido la idea de instalar este banco. Hace tres o cuatro años la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) les apoyó con recursos económicos para acondicionar el espacio; hicieron un mural, pintaron las paredes, compraron anaqueles y frascos, pero no lograron instalar el banco con semillas. El año pasado, mediante el proyecto Agrobiodiversidad Mexicana de la Conabio (que opera con recursos del Fondo para el Medio Ambiente Mundial o GEF), con el trabajo del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y con la comunidad, retomamos el proyecto. Y en conjunto con los campesinos se volvió a nombrar al comité del banco y se instaló a través del acopio y resguardo de las semillas”, explica López Martínez.
El proceso de operación del banco comienza por motivar a la gente de la comunidad para que aporten su semilla. “Se conforma un comité comunitario para administrar el banco, que en conjunto con todos los agricultores construyen un mecanismo de control y regulación del uso, arman un reglamento, un manual y diferentes instrumentos para autoorganizarse. Después, una vez que ya tienen claro cómo operar, los agricultores aportan su semilla. Lo mínimo que se pide son cuatro kilos, que es lo que cabe en un frasco para estar resguardado en los anaqueles”.
Girmey López señala que tanto los agricultores que participaron aportando semilla como otros de la comunidad tienen el derecho y la oportunidad de usar las muestras, “pero existe la obligación y la responsabilidad de devolver lo doble de lo que se pidió; este es un acuerdo básico y común entre bancos, aunque puede variar de comunidad a comunidad”.
Indica que antes de que empiece el periodo de siembra, que puede ser entre los meses de junio y julio, dependiendo de la disponibilidad de agua, el agricultor puede solicitar semilla al banco y una vez que termina el ciclo de producción el productor cosecha, desgrana, limpia y devuelve las semillas al banco.
¿Qué resguarda?
En el banco comunitario del ejido Unión Zapata se pueden encontrar “muestras de la alimentación básica. Estas especies están representadas por varias razas de maíz, frijol de diversas variedades, chile, tomate y calabaza. También encontramos quelites y algunas especies de parientes silvestres de estas plantas”, explica.
El especialista se refiere a las semillas encontradas y resguardadas por la comunidad en la cueva de Guilá Naquitz, lugar donde se ubican algunas de las muestras más antiguas de maíz, frijol y calabaza. Dicha cueva fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2010 por la Organización de Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (UNESCO).
“El banco también aloja maíz bolita, una de las razas endémicas de la región. Esta zona por ser valle ha adoptado varios cambios tecnológicos, incluyendo el uso de maquinaria e insumos, y se ha promovido mucho el uso de otras semillas que tienden a ser muy productivas, como los híbridos, lo que provoca que semillas endémicas se encuentren marginadas. Pero actualmente se cultivan y resguardan al mismo tiempo variedades rojas, negras, blancas y amarillas de la raza bolita”, explica Girmey López.
Sustentables
El 31 de diciembre de 2020 se publicó en el Diario Oficial el decreto por el que se establecen las acciones para sustituir gradualmente al glifosato y los agroquímicos que contengan este como ingrediente activo por otras opciones, con lo que de acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se da un paso fundamental hacia la preservación de la agrobiodiversidad protegida por los pueblos originarios y campesinos desde hace miles de años.
Al respecto López explica que la mayoría de las semillas y plantas que tenemos en nuestros territorios están adaptadas a sus suelos; es decir, tienen la capacidad de obtener nutrientes o alimentos directo del suelo, del agua, del aire y de los microorganismos que están presentes en nuestros territorios. Entonces “las plantas que son originarias de nuestra comunidad y de nuestro territorio no necesitan de estos aditivos”, comenta.
Respecto de las semillas híbridas apunta que es más factible, redituable y apropiado cultivar semillas nativas adaptadas a las condiciones de cada región. “No necesitamos transgénicos, esa es una; la otra es que con la promoción y adopción de estas variedades criollas o nativas se permite reducir el cultivo de otras semillas que no son de nuestra comunidad. Hacerlo a nivel comunitario también nos permite discutir y analizar la importancia de nuestra semilla y realizar acuerdos para defenderla”, dice.
Otra recomendación es la variedad: “Si hacemos monocultivos de maíz, calabaza u otras especies generamos condiciones para que se desarrollen plagas y enfermedades; en este sentido es muy importante el manejo de la biodiversidad en la parcela. Ahí también recae la importancia de los bancos, que te puede ofrecer diversidad de semillas”.
El especialista agrega que es importante que estas iniciativas que surgen localmente se puedan retomar a nivel nacional y puedan incluirse en las políticas públicas. “Es muy importante que nuestros tomadores de decisiones volteen a ver la oportunidad que nos da la agricultura campesina en nuestros territorios”, finaliza.