¡ESTÁ QUE ARDE!

En lo que va del año los siniestros más preocupantes se han registrado en Morelos, Jalisco y Nuevo León, entidades que cada año libran una batalla contra la sequía alentada por el cambio climático.

Martha Mejía
Bienestar
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En México la primera temporada de incendios forestales inicia en enero, se extiende hasta junio y corresponde a las zonas centro, norte, noreste, sur y sureste del país, mientras que la segunda va de mayo a septiembre y se registra en el noroeste.

Ambas coinciden con la época de mayor sequía en el territorio nacional, lo que prende las alertas este año porque ya se sienten los efectos del fenómeno meteorológico de La Niña, en el cual se reducen las lluvias y aumenta la sequía.

En lo que va de 2022 los siniestros más preocupantes se han registrado en Morelos, Jalisco y Nuevo León, entidades que cada año libran una batalla contra la sequía.

Los especialistas atribuyen la tendencia cada vez más agresiva de estos siniestros a que el país se calienta 1.6º C más que el resto del planeta.

De acuerdo con el Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM la temperatura promedio en territorio nacional aumenta alrededor de 0.3º C por década, una constante que coloca a México como uno de los países que más rápido se calienta en todo el mundo.

Este riesgo de sequía severa preocupa también a autoridades por el bajo nivel de almacenamiento de agua en los principales embalses del país, pero además representa un peligro latente de incendios forestales.

Por esta última razón, cuerpos de brigadistas deberán estar preparados para actuar de inmediato y aplicar medidas de contención oportunas para evitar que los fuegos rebasen el nivel de daño superficial.

A lo anterior se suma el hecho de que en el mundo 90% de los incendios forestales es provocado por actividades humanas, mientras que en México la cifra asciende a 99 por ciento.

“La mayor dificultad es que esta combustión genera químicos como el dióxido de carbono (CO2), un potente Gas de Efecto Invernadero (GEI)”, señala Blanca Ríos Ramos, investigadora en el área de Sistemas Atmosféricos del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.

Al menos “26% de los incendios forestales se dan debido a la quema agrícola, por lo que es necesario poner atención y convencer a estas personas para que dejen de hacerlo. Además, tenemos el problema de convertir bosques en áreas agropecuarias y el cambio de uso de suelo contribuye mucho más con las emisiones de efecto invernadero como el CO2”, señala Ríos Ramos.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Protección contra Incendios (Conapci) la mayoría de los incendios forestales se pueden prevenir. Tomando las precauciones pertinentes el número de estos accidentes podría descender dramáticamente.

Sin embargo, puntualiza, la tendencia va justamente a la inversa: como consecuencia de las alzas en temperatura que acarrea el cambio climático, los errores humanos toman dimensiones cada vez más violentas y catastróficas.

¿Cuántos?

Del 1 de enero al 7 de abril del año en curso la Comisión Nacional Forestal (Conafor) registró dos mil 425 incendios forestales en 32 entidades federativas con 64 mil 354.21 hectáreas afectadas.

Las entidades con mayor presencia de estos siniestros fueron Estado de México, Ciudad de México, Michoacán, Puebla, Chihuahua, Jalisco, Veracruz, Chiapas, Morelos y Durango, que representan 81.28% del total nacional.

Asimismo, los estados con mayor superficie afectada en este lapso son Chiapas, territorio que registra doce mil 283 hectáreas siniestradas como consecuencia de 93 fuegos registrados solo en el transcurso de este año; Campeche, con nueve mil 40 hectáreas quemadas, aunque paradójicamente se hayan manifestado únicamente tres incendios a la fecha de corte; Durango, donde durante los días previos ocurrieron 15 siniestros que arrasaron con mil 352 hectáreas; Sonora, que cuenta con cinco mil 401 hectáreas como producto de 14 incendios; y el Estado de México, con cuatro mil 250 hectáreas siniestradas y 668 quemas.

La dependencia también contabilizó que al día 12 de abril se atienden 45 incendios en 15 estados de la República.

Actualmente los incidentes también causan deterioro en nueve Áreas Naturales Protegidas (ANP) alrededor del país. En el más reciente corte, Nuevo León se ubica en primera posición de las entidades con mayores daños, al contabilizar cuatro mil hectáreas calcinadas; le siguen Tamaulipas con dos mil 338 y Chiapas con dos mil 289.

En 2020 en México se presentaron cinco mil 913 siniestros que impactaron 378 mil 928 hectáreas, mientras que en 2021 se incrementaron a siete mil 337 y 660 mil 735, respectivamente, de acuerdo con cifras de la Conafor.

Los más vulnerables

Christoph Neger, investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM, explica que los desastres forestales tienen mayor incidencia en los bosques templados de pino, que se ubican en la zona centro del país y alrededor de toda la Sierra Madre Occidental, Oriental y del Sur.

En las áreas tropicales hay menos catástrofes, pero cuando aparecen pueden ser más graves porque muchos de los ecosistemas no están adaptados al fuego, dice Neger.

“Si vemos un mapa a nivel nacional de la incidencia de incendios y agregamos los polígonos de las áreas naturales protegidas podemos ver que la incidencia es menor en estas regiones porque ahí las comunidades aplican medidas de prevención; esto puede ser una estrategia para conservar bosques y selvas. Es importante también que las personas locales participen para combatir el fuego, porque son quienes pueden llegar más rápido”, señala.

De acuerdo con la Conafor existen tres tipos de incendios forestales. Los primeros son los superficiales y en ellos el fuego se propaga en forma horizontal sobre la superficie del terreno, alcanzando hasta metro y medio de altura. Afectan combustibles vivos y muertos, como pastizales, hojas, ramas, ramillas, arbustos o pequeños árboles de regeneración natural o plantación, troncos, humus, entre otros. También se les denomina incendio ecológico.

Los segundos se denominan subterráneos. Ocurren cuando la combustión superficial se propaga bajo el suelo. En este caso llegan a quemarse la materia orgánica acumulada y las raíces e incluso puede alcanzar los afloramientos rocosos. Generalmente estos no producen llamas y emiten poco humo.

El tercer tipo son los incendios de copa o aéreos. Se les consideran los más destructivos, peligrosos y difíciles de controlar debido a que el fuego consume toda la vegetación. También comienzan en forma superficial, pero en este caso las llamas avanzan primero sobre el nivel del suelo y se propagan por continuidad vertical, es decir, escalan vegetación dispuesta hacia arriba que sirve de combustible en escalera hacia las copas de los árboles.

Los más intensos

Entre los más graves siniestros ocurridos en marzo figuran el del Bosque de la Primavera en Jalisco, que arrasó con 280 hectáreas, y el del cerro del Tepozteco en Morelos, que dejó 95 hectáreas afectadas.

En la Sierra de Santiago en Nuevo León el fuego que se esparció desde el 24 de marzo y no ha podido ser controlado: ya afectó casi cuatro mil hectáreas de bosque y con esta numeralia la entidad se mantiene con el incendio forestal activo con mayor afectación, acumulando 26% de los daños causados actualmente en todo el país.

Hasta el cierre de esta edición el avance de este siniestro sobre Puerto Genovevo continuaba con rachas de 30 km/h, por lo que Protección Civil emitió una alerta a la población por posible evacuación por protocolo de seguridad de las comunidades de La Nogalera, Covadonga y Cola de Caballo.

Contingencias

Ricardo Torres Jardón, investigador del ICAyCC de la UNAM, destaca que un efecto de las quemas agrícolas para sitios como la Ciudad de México es que el humo es transportado por el viento y las emisiones se suman a los contaminantes, que de por sí son generados en las ciudades llegando a niveles atípicos que no corresponden a la química local y generan contingencias ambientales como la registrada en días pasados.

El especialista apunta que el olor que fue reportado en redes sociales se debió a quemas en los estados de México y Morelos, cuyas partículas fueron transportadas por el viento, especialmente por la tarde, con lo cual se registraron incrementos en los niveles de ozono, monóxido de carbono y Partículas Menores de 2.5 micras (PM2.5), consideradas de riesgo para la salud humana.

En este contexto el especialista sugiere “mantenerse dentro de casa. Es muy recomendable evitar hacer ejercicio de las cuatro a las siete de la tarde, si son sensibles. Seguramente no nos enfermaremos porque la exposición es corta, pero es molesto estar respirando este tipo de materiales. Es importante hacer mayor presión social con nuestros vecinos, o con quien se pueda, para convencer a quien realiza este tipo de quemas que deje de hacerlas”.

Medidas

Ante la eventual presencia de una quema las autoridades recomiendan conservar la calma; identificar la fuente que origina el fuego; evitar hacer fogatas, encender asadores o leña; y en caso de ir de campamento llevar alimentos fríos o previamente cocinados.

En caso de observar una columna de humo, reportarla al número de emergencias 911.

Como medidas de autoprotección, en las proximidades de un siniestro de este tipo se recomienda: si el fuego es muy pequeño o incipiente tratar de apagarlo priorizando siempre la propia seguridad; en el caso que el fuego sea extenso, alejarse en dirección opuesta al humo, respirando por la nariz y procurando cubrir esta con un trapo mojado. Además, evitar buscar refugio en zonas profundas.

También se recomienda seguir el pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional a fin de saber qué condiciones predominan en los últimos tres a cinco días.

“El papel de la meteorología no es decir si se presentará una contingencia o no, sino si las condiciones serán favorables para que esto se desarrolle”, explica Torres Jardón.

Por su parte, la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC), la Conafor y la Conagua acordaron estrechar objetivos a fin de fortalecer el control de incendios forestales durante la actual temporada de estiaje.

La Conagua, se explica en un comunicado, proporcionará —de acuerdo con su disponibilidad operativa y de recursos— aeronaves y tripulación de que disponga para realizar actividades de combate de incendios forestales, así como para transportar a personal combatiente, herramientas y equipo.

También brindará información de sus bases de datos sobre los “puntos de calor” detectados a través de imágenes de satélite.

Por su lado, la Conafor aportará bases de datos e información estadística y geográfica para apoyar en la elaboración de estudios meteorológicos y participará en la capacitación a personal técnico en temas de meteorología, climatología y monitoreo atmosférico ambiental.

Igualmente, apoyará a personal de Conagua en la capacitación de sus tripulaciones en materia de uso de equipo aéreo para la detección y combate de incendios.