EL CAMBIO CLIMÁTICO TAMBIÉN PROVOCA VÍCTIMAS MORTALES

Fundamentalmente por olas de calor.

Claudia Luna Palencia
Bienestar
Trabajador de Sacmex retira uno de los tubos con los que se destapan las cañerías.
Daniel Augusto/Daniel Augusto

Hace calor. Y mucho. El verano se anticipa otra vez con temperaturas récord a nivel global, lo que representa una no muy buena noticia porque en la medida en que los termómetros recrudecen, en igual intensidad se desatan fenómenos meteorológicos adversos en forma de lluvias intensas, incendios, huracanes, tifones y tornados.

Sus consecuencias son funestas porque la madre naturaleza se cobra no solo daños materiales inmensos sino también, lamentablemente, vidas humanas, lo que hace al cambio climático ser la otra pandemia para la que no hay vacuna más que sumar el esfuerzo global de todos los países para reducir su huella de carbono.

Un estudio de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, junto con la Universidad de Berna, con base en datos de 732 localidades de 43 países concluye que uno de cada tres fallecimientos en el mundo entre 1991 y 2018 tuvo al cambio climático como artífice; fundamentalmente muertos por olas de calor.

Hay unas regiones más afectadas por la severidad de este fenómeno que concentra el aire caliente provocando daños en la respiración porque afecta a los pulmones. Tanto América Central como América del Sur viven anualmente con bolsas de calor, lo mismo que el Sudeste Asiático. Y aquí en Europa se observa con preocupación la situación de España, que de media anual, solo en el verano, registra 700 decesos por el calor extremo.

Ni en el año de la pandemia se da tregua y para la temporada estival de 2021 la primavera es un tentempié con temperaturas en los 30 grados centígrados en ciudades en las que tradicionalmente sucedía un tiempo suave sobre los 21 a los 23 grados. En Suiza, Dinamarca, Noruega, Finlandia y Suecia la población está nerviosa porque de cara a julio y agosto podrían rondar los 34 o 35 grados.

Cada año la situación es más extrema y el horizonte de las emisiones cero, el de la descarbonización, parece infinitamente lejano con 2050 como el año del punto de inflexión y encima con la gran interrogante de si en verdad las economías más contaminantes del mundo, como China, Rusia, Brasil, India, Sudáfrica y Estados Unidos, lograrán cumplir sus compromisos de una transición ecológica renovable y limpia.

Lo que hay hasta el momento es que la crisis climática provoca un tsunami de desplazamientos de personas, según constata la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), con sede en Ginebra, Suiza.

Simplemente el año pasado un total de 30.7 millones de personas dejaron sus lugares de origen por el impacto del cambio climático, de acuerdo con datos de Internal Displacement Monitoring Centre, una agencia internacional auspiciada por varios gobiernos del mundo.

La misma ACNUR advierte que 200 millones de personas necesitarán anualmente “ayuda humanitaria por el impacto del cambio climático” y en unas partes estas necesidades y desplazamientos serán más acuciosos.

Por ejemplo, la región de Asia Oriental y el Pacífico el año pasado presentó la mayor parte de los desplazamientos internos: un total de 12.1 millones de personas, derivados de desastres climáticos en todo el mundo.

“También están los sitios en los que hay conflictos, pobreza y desplazamientos forzados. Los cinco principales países de origen de refugiados se encuentran entre los más vulnerables a la emergencia climática y los menos preparados para responder a ella son Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar”, señala el organismo internacional.

António Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) recién reelecto en su cargo hasta 2026, asevera que los impactos de esta crisis del clima son mayores donde la fragilidad y los conflictos han debilitado todos los mecanismos de supervivencia.

“Y donde la gente depende del capital natural para su sustento y las mujeres son las que soportan la mayor carga de la emergencia climática, casi siempre sin tener los mismos derechos”, según lo expresado por Guterres.

Las cifras que proporcionan los organismos internacionales intranquilizan porque anticipan que la gente seguirá moviéndose de sus respectivos terruños. Ya no es solo la violencia, la guerra, el hambre o la pobreza, sino que a ello se añade otro poderoso expulsor: el cambio climático que inunda los sembradíos o los desertifica y que vuelve extremas las temperaturas en general.

La ACNUR afirma que tres cuartas partes de los nuevos desplazamientos sucedidos el año pasado tuvieron como causa una serie de desastres naturales de forma pronunciada en varios países en vías de desarrollo.

Más eventos extremos

El año pasado, mientras los ojos del mundo estaban puestos en el avance del coronavirus (pasó de una epidemia en Wuhan, China, a convertirse en una pandemia oficialmente el 11 de marzo de 2020), los fenómenos naturales adversos hicieron de las suyas.

Desde los incendios forestales en Australia (se quemaron 13 millones de acres) y EU hasta las riadas e inundaciones devastadoras en algunos países del mundo que dejaron un saldo considerable de fallecidos debido a la fuerza del agua y de los deslaves. A ello se suman cuantiosos daños materiales que especialmente se recuerdan en las inundaciones de Indonesia.

En África un puñado de países sufrió una plaga de saltamontes que devastó los cultivos, como sucedió en Somalia, Kenia y Etiopía, economías tradicionalmente azotadas por la carestía de alimentos y las hambrunas. Ahora ha recrudecido.

También hubo sismos y terremotos que mataron a personas. Y hasta erupciones volcánicas como la de Filipinas, con casi un centenar de decesos y otro tanto considerable de afectados.

El planeta Tierra está cada día hablando más alto y claro. Se anticipa que los eventos de la naturaleza serán cada vez más extremos, comentó Albert Barniol, responsable del Departamento de Meteorología y del Tiempo de TVE.

“Se siguen patrones que condicionan el cambio climático que tenemos, según indican los modelos climáticos a mediano y largo plazos. En el caso de nuestras latitudes indican que los eventos extremos serán más frecuentes”, según el experto.

A la gente le importa su futuro, agrega Barniol, por eso cree que hay cada vez más una mayor conciencia al respecto de lo que está en juego con el cambio climático.

“Lo hemos visto. Tuvo que llegar Filomena y arrasar con toda la ciudad para ser conscientes. La gente que vive en el campo o bien que depende del turismo sabe que somos vulnerables al cambio del tiempo; por tanto, sí creo que existe esta percepción pero no la tenemos como prioridad”, remarca el climatólogo.

Por su lado, José Luis Blasco, director de Global Sustainability de Acciona, remarca que hay que imaginarse un futuro diferente, sin tanto consumo, porque habrá que evolucionar quizás a pensar en no tener un coche.

“Hay miedo porque habrá cambios y eso nos genera incertidumbre. Pero tener el agua limpia y disfrutar de una naturaleza recuperada nos dará muchas ventajas que superarán con creces a esa incertidumbre de cómo debemos modificar muchos hábitos”, comenta el directivo.

Tanto Barniol como Blasco fueron invitados a participar en la conferencia El desafío del cambio climático que organizó El Confidencial y a la que Vértigo asistió de primera mano.

Blasco se confiesa optimista porque cree que el cambio climático proporciona una oportunidad increíble para modificar lo que no funciona en aras de ser más proactivos y comprometidos con la naturaleza y el entorno.

“Hemos generado una cantidad de bienestar enorme. Ahora tenemos que acordarnos y ocuparnos del planeta; debemos cambiar nuestro modelo; que se haga rápido y se genere un bienestar para más personas”, esgrime convencido.

A su vez, desde su experiencia como hombre del tiempo en la televisión española, Barniol refiere que se instala el discurso de que el progreso es ir contra el cambio climático. “Para mí es una idea muy potente, porque las oportunidades deben abrirse para superar este reto enorme y mayúsculo; y van en la dirección del progreso, no hay otra alternativa”, reivindica.

El mensaje de la sustentabilidad gana mayor terreno funcionando de forma didáctica para enseñarle al consumidor de hoy a ser responsable y amigable con el medio ambiente; su contenido es una invitación a tomar decisiones racionales, siempre anteponiendo el interés de contaminar lo menos posible: el progreso no es consumir de manera desaforada.

Blasco, consultor de la empresa Acciona especializada en infraestructuras verdes, considera que el mensaje debe ser muy potente y directo para la población en un mundo invadido además por fake news o noticias falsas.

“Hace unos días me dio mucho gusto saber que los bancos centrales de Inglaterra, de la UE, de Japón, Singapur y Australia harán pruebas de estrés climáticos al conjunto de la economía. Yo lo veo muy bien”, destaca el especialista.

Actuar rápidamente

¿Tendrá España el clima mediterráneo seco de Marrakech en los próximos años, en 2050? Hay un análisis de prospectiva no solo en el país ibérico, sino en muchos otros, relacionado con las perspectivas adversas del clima y el ascenso de las temperaturas.

Eso condiciona el ámbito económico. Al respecto, Barniol explica que hace unos años se presentó un informe de la Agencia Estatal de Meteorología que proyecta el clima en los próximos cinco a diez años.

“¿Se va a repetir un Filomena? No lo sabemos, pero sí esperamos más eventos extremos como las olas de calor. Las tendencias naturales, en este caso en España, son que tengamos más olas de calor y temperaturas extremas más frecuentes y más duraderas. Eso implica también mayor desertificación del territorio”, subraya Barniol.

El meteorólogo español advierte que el clima semiárido se extiende por el país ibérico, incluso hacia el sur de Madrid avanzó 20% y no va a detenerse.

No hay ningún pronóstico bueno en este sentido para los próximos años. Madrid incluso podría tener un clima similar a Las Vegas con mínimos de 30 grados y máximos de 43.

“Tenemos una visión sobre el cambio climático: los episodios extremos serán más acuciosos y las estaciones de verano más extensas, en tanto que las de invierno serán más cortas. El régimen de precipitación no lo tenemos claro, pero lloverá en periodos más cortos e intensos”, acota Barniol.

El cambio climático pone muchos valores en riesgo, no solo la vida humana de forma directa: también de manera indirecta a través del turismo, la economía, los viñedos y los cultivos.

Blasco insiste en ver una oportunidad e invita a tener perspectivas para cuidar el agua considerando que aumentará la desertificación en el mundo y los climas serán más extremos y más duraderos en esas condiciones.

“Hay una amenaza y nosotros tenemos una responsabilidad. Esto ya no es algo que va a pasar algún día: sucede ahora. Hay que hacerlo lo mejor posible, es verdad, tenemos en nuestras manos efectos paliativos para mitigar”, reconoce.

¿Se puede revertir? Desde hace un par de décadas se manejan varios escenarios y los modelos señalan que si persiste la emisión de CO2 como acontece actualmente el resultado es que la temperatura del planeta subirá y subirá de forma riesgosa y grave; en cambio, si se mitigan y se logran frenar las emisiones de gases contaminantes y la temperatura global no pasa de los 1.5 grados centígrados el escenario será adverso pero no tan funesto.

El cambio climático también mata.