DIABETES EN PERROS Y GATOS: ELLOS TAMBIÉN SUFREN

Es una enfermedad que puede dejar a una mascota ciega, con problemas de circulación, daño renal permanente irreversible e incluso llegar hasta la muerte.

Martha Mejía
Bienestar
Adorable pug and cute cat lying together on pillow�

La diabetes mellitus es un mal que se origina por la falta de la hormona insulina y también afecta a animales de compañía. “Es una enfermedad metabólica, endocrina, determinada por una permanencia de glucosa en niveles por encima de los normales: es lo mismo para perros, gatos y humanos”, explica en entrevista Elizabeth Lara Reyes.

La médico veterinario del hospital San Patricio Médicos Veterinarios Especialistas puntualiza que al igual que en los humanos este padecimiento no duele ni existen molestias pero dentro del organismo se llevan a cabo grandes cambios que a largo plazo pueden dejar a una mascota ciega, con problemas de circulación, daño renal permanente irreversible e incluso llegar hasta la muerte.

Joaquín Aguilar Bobadilla, académico del departamento de Medicina, Cirugía y Zootecnia para Pequeñas Especies de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM, señala por su lado que en perros y gatos existen tres tipos de diabetes: “En perros se presenta la diabetes tipo 1, que se da por la destrucción autoinmune de las células que están en el páncreas, encargado de producir la insulina mediante las células beta pancreáticas. Generalmente la diabetes se da en animales de edad avanzada, animales gerontes, de ocho años en adelante en canes y de seis años en gatos”.

En la diabetes tipo 2, añade a su vez Lara Reyes, sí se produce insulina pero los tejidos, las células no la captan y por lo tanto no la pueden utilizar. Es muy común en gatos y en humanos; su origen es multifactorial y es lo que en humanos conocemos como el síndrome metabólico: diabetes, hipertensión y obesidad.

Respecto del tercer tipo se asocia con otros factores como son problemas hormonales o de administración de medicamentos que pueden favorecer la presentación de un paciente diabético.

“Independientemente del tipo, ya sea que no se produzca insulina o que no se pueda utilizar, el efecto en el organismo es el mismo: la persistencia de glucosa en la sangre”, indica Lara Reyes.

Signos de alarma

De acuerdo con los especialistas existen tres principales síntomas: el primero es la poliuria, es decir, que el paciente orine con mayor volumen; el segundo es la polidipsia, que tome más agua; y la tercera es la polifagia, que consuma mayor cantidad de alimento.

“Una cantidad más alta de glucosa en la sangre provoca en el organismos de los animales una diuresis osmótica, es decir, la glucosa no alcanza a reabsorberse en una parte de los riñones, lo que hace que se elimine y que la glucosa jale agua y, por ende, produzca mayor cantidad de orina. Por ello perros y gatos empiezan a orinar mucho más. Muchos propietarios reportan que donde han orinado sus mascotas queda una consistencia pegajosa, lo cual se debe a que sacan la glucosa en la orina. La otra cuestión es que comienzan a tomar mucha más agua para no deshidratarse”, explica Aguilar Bobadilla.

Elizabeth Lara Reyes agrega que también es muy característico que las mascotas que sufren este padecimiento coman más, pero a pesar de ello tiendan a perder peso. “Son animales que bajan de peso repentinamente, pierden grasa o se les empiezan a marcar el tórax o la región debajo de las costillas; en los casos más extremos se palman los huesos de la cadera. Otros síntomas son animales muy delgados y con debilidad”, comenta.

Daños severos

La especialista agrega que tanto en humanos como en mascotas la diabetes tiene una complicación que puede comprometer la vida y se llama cetoacidosis. “Se trata de un proceso que consiste en que el organismo comienza a mover grasas para que se reciba energía ya que por la vía metabólica normal no se genera. Entonces se activan vías metabólicas alternas; se empiezan a mover reservas del propio organismo. Lo primero que se comienza a consumir son las grasas y después las proteínas del propio organismo. Aquí hablamos de una urgencia médica: los perritos llegan en estado de deshidratación importante, debilidad, no responden a estímulos, están en shock literalmente; la otra complicación es que estén hipoglucémicos, es decir, que presenten una disminución de la cantidad normal de glucosa en la sangre. Lo más común es que lleguen en cetoacidosis, porque todavía no se diagnostica la enfermedad y no se tiene tratamiento”.

Algo que también puede generar que se descompense un perro o un gato con diabetes, expresa Joaquín Aguilar Bobadilla, es cuando cursan otra enfermedad donde hay un proceso inflamatorio o infeccioso: estos males hacen que se secreten hormonas que compiten contra la insulina y que el paciente desarrolle cuadros de cetoacidosis diabética.

“Igual que en los humanos la enfermedad renal es una complicación potencial en pacientes que no son tratados. Entonces la calidad de vida se afecta paulatinamente. Por ejemplo hemos tenido pacientes que son diabéticos y tienen un tumor de glándula mamaria. También algo muy común en perros y en gatos es la enfermedad periodontal, donde hay una infección severa; a veces este proceso inflamatorio o infeccioso hace que se produzcan otras hormonas que compiten contra la insulina y esos pacientes se descompensan más fácilmente, incluso estando bajo tratamiento”, puntualiza.

Otra consecuencia es la ceguera, en perros mucho más frecuente que en gatos. Las cataratas se desarrollan en un perro con diabetes porque los niveles elevados de glucosa en la sangre causan que el agua se acumule en el cristalino del ojo, dando lugar a la inflamación, la ruptura de las fibras de la lente y el desarrollo de cataratas. Estas causan que la lente del ojo se vuelva blanco. Cuando esto sucede la luz no puede atravesar la lente y el perro queda ciego.

El desarrollo de cataratas no se puede revertir una vez que comienza pero pueden ser tratadas con cirugía para que el can pueda recobrar entre 75 y 80% de su visión.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico de la diabetes siempre deberá realizarlo un especialista. Para confirmar la enfermedad se suele medir la glucosa, que debe estar por debajo de 120 mg/dl en mascotas; medir si hay glucosa en la orina; si hay dudas también se puede medir la fructosamina, que permite saber si la glucosa ha estado alta en las últimas dos o tres semanas. También se debe comprobar si el animal está deshidratado, si tiene daño en el hígado y analizar si hay infección de orina.

Los especialistas también recomiendan comprobar si hay cuerpos cetónicos y si hay pancreatitis ya que este otro padecimiento puede desembocar en una diabetes y es muy importante comprobarlo para tratarla cuanto antes.

De acuerdo con los especialistas la diabetes es una enfermedad que puede tener buen pronóstico siempre y cuando, al igual que en los humanos, se tenga apego al tratamiento el cual principalmente incluye dosis de insulina, además de complementarlo con una dieta especial y actividad física.

“Los gatos podrían en etapa inicial recibir un tratamiento oral pero conforme avance la enfermedad van a requerir insulina. Es importante que junto con el equipo médico se determine la dosis, el tipo y la frecuencia de insulina que se debe administrar al paciente. Hay que tomar en cuenta que se debe tener apego al tratamiento porque es una enfermedad que progresa lentamente. En términos generales se habla de una supervivencia de un perro o gato diabético de tres a cinco años, pero depende de cada organismo: pueden tener una supervivencia mucho mayor”, concluye.