CAMBIO CLIMÁTICO: ALERTA MUNDIAL

Olas de calor abrasador, inundaciones devastadoras e incendios forestales azotan al mundo

Martha Mejía
Bienestar
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Blanket of smog covers Russia’s Yakutia due to wildfires
IVAN NIKIFOROV/Anadolu Agency via AFP

El clima en el planeta aumenta tan rápido, que probablemente en cuestión de una década las temperaturas aumentarán 1.5 grados centígrados, nivel que líderes mundiales pretendían establecer como límite: en un reciente estudio del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la Organización de Naciones Unidas describe la situación como “un código rojo para la humanidad”.

Y es que las consecuencias del calentamiento se vislumbran por todo el mundo: van desde abrasadoras olas de calor en Estados Unidos, Canadá y España, hasta devastadoras inundaciones en Alemania y China, además de incendios forestales incontrolables en Siberia, Grecia y Turquía. Incluso en este último país se registran al mismo tiempo grandes deslaves que provocan las fuertes lluvias.

En este contexto cualquier intento por contrarrestar los efectos del calentamiento global será visible apenas en dos o hasta tres décadas, mientras que en menos de diez años la temperatura podría subir entre 1.5 y 3.3 grados centígrados, superando niveles preindustriales.

Reporte

El documento de más de tres mil páginas que elaboraron 234 científicos internacionales que conforman el IPCC de la ONU concluye que la interacción humana es la responsable de que la temperatura se eleve, propiamente por el efecto de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que provocaron un calentamiento del planeta en 1.1 grados centígrados desde el periodo de 1850-1900 hasta la actualidad.

Se trata de una etapa que tendería a correlacionarse con la Segunda Revolución Industrial, en la que justo se dio vida a muchos de los grandes inventos que en definitiva marcaron el siglo XX y la posteridad.

“El calentamiento ya acelera la subida del nivel del mar, derrite el hielo del planeta y empeora fenómenos extremos como olas de calor, sequías, inundaciones y tormentas. Los ciclones tropicales se vuelven más fuertes y húmedos, mientras que el hielo marino del Ártico se reduce en verano y el permafrost se deshiela. Todas estas tendencias empeorarán”, señala el informe.

La investigación también advierte que las olas de calor, por ejemplo, que antes se registraban una vez cada 50 años, ocurrirán ahora una vez por década y si el mundo se calienta otro grado ocurrirán dos veces cada siete años.

“Muchos de los eventos extremos de los que estamos viendo tan solo en este verano pueden atribuirse a la actividad humana. Este calentamiento global genera olas de calor, inundaciones y sequías. También, por supuesto, los incendios en Canadá, Grecia y Turquía, los cuales se pronostican serán más intensos. Con las proyecciones que se tienen también se prevén incrementos de sequías en algunas regiones donde ahora no llueve; eventos más extremos, así como la ocurrencia, frecuencia e intensidad en las olas de calor”, explica Ruth Cerezo Mota, investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM y autora líder del Informe del Grupo de Trabajo I del IPCC, durante la presentación del estudio en México.

El informe entregado al titular de la ONU, António Guterres, destaca que desde 1970 las temperaturas de la superficie global aumentaron más rápido que en cualquier otro periodo de 50 años durante los últimos dos mil años, además de que algunos de los cambios son irreversibles.

Sin embargo, unos cuantos podrían desacelerarse y otros podrían detenerse si se logra poner un límite al calentamiento.

¿Por qué se da el cambio climático?

Antonio Benjamín Ordóñez Díaz, profesor-investigador del Tecnológico de Monterrey, explica en entrevista que el cambio climático es producto del incremento en la concentración de GEI en la atmósfera.

“Los GEI funcionan como una lupa muy grande que calienta el aire de la atmósfera y no permite que esa energía se libere, por el contrario, la concentra y eleva a nivel de la tropósfera. Esto aumenta varios grados la temperatura. En consecuencia se provoca, por un lado, una sequía muy acentuada y, por el otro, al derretir los casquetes polares se estimula que las corrientes de aire arrastren cierta cantidad de agua de forma atípica”.

El también catedrático de la Facultad de Ciencias de la UNAM hace énfasis en señalar que no obstante el desastre climático en que nos encontramos actualmente la mayor parte de los países industrializados continúa emitiendo GEI.

“No solo dióxido de carbono, sino también metano y clorofluorocarbonos, entre otros gases. Se forman nubes que atrapan una cantidad impresionante de energía. Al desplazarse en la atmósfera estas nubes forman a su vez algo que se conoce como ‘domo de calor’, que puede medir entre 500 kilómetros a 700 kilómetros o hasta más”, dice.

Este domo de GEI, agrega, se desplaza sobre los países que están en el Hemisferio Norte, justamente los que emiten más Gases de Efecto Invernadero. Por ejemplo, China es responsable de más de 30% de todas estas emisiones; ha rebasado por mucho a otros países, pero no tiene el compromiso de reducción que tienen otras naciones.

Honestamente, añade el especialista, en cambio climático las medidas que se adoptaron hasta hoy “son textos fríos; desde la Cumbre de la Tierra de 1992, el Protocolo de Kyoto (1997) y el Acuerdo de París (2016), son textos muertos en el papel, medidas que no implementa casi ningún país, excepto Alemania y Holanda, pero ellos porque ya tienen prácticamente el agua hasta el cuello. Los demás países no han sabido recuperar todo el entorno. Entonces pagan las consecuencias de este excedente de emisiones y ahora, justamente por ser verano, los vientos mantienen esos gases sobre una franja muy grande en el norte y esto hace que aumente terriblemente la temperatura”, indica.

Extremos

En la Península Ibérica no hay ventiladores: las ventas frenéticas de los últimos días prácticamente los agotaron todos. En España hay una alerta naranja por riesgos de incendios. Toda la península enfrenta una inusitada ola de calor con una densa masa de aire africana con polvo en suspensión que aviva los termómetros entre los 40 y los 44 grados centígrados, mientras el fuego sigue consumiendo cientos de hectáreas en Grecia y en Turquía poniendo en vilo a miles de evacuados, convertidos en repentinos damnificados.

El Mediterráneo, siempre estratégico en el renglón geopolítico y geoeconómico, está condenado a padecer los peores estragos del cambio climático, lo que implica una peligrosa carambola que afecta directamente a tres continentes: sur de Europa, norte de África y extremo occidental de Asia.

Tan solo en Grecia desde finales de julio hasta agosto han ardido cerca de 65 mil hectáreas según el Observatorio Nacional de Atenas, aunque el desastre podría ser mayor a la espera de ver el desenlace de los fuegos en la Isla de Evia.

En total, hasta el 11 de agosto el país helénico enfrentaba 270 incendios en varias partes de su geografía. Los bomberos recibieron refuerzos de distintas naciones de la Unión Europea y hasta Rusia envió un batallón de apagafuegos.

Por su parte Turquía, un país no miembro del club europeo, es el que se lleva la peor parte: más de 160 mil hectáreas arrasadas por el fuego, miles de familias sin sustento directo, reclamando la atención del primer ministro Recep Tayipp Erdogan. Por si fuera poco, al mismo tiempo se registran once muertos por inundaciones y aludes en el norte.

En Italia la ola de calor y los incendios forestales ya dejaron cinco muertos y amenazan con llegar a sitios declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Esta situación llevó al gobernador de Sicilia, Nello Musumeci, a pedir al gobierno que declare el estado de emergencia para que se envíe más ayuda que se sume a las cerca de cinco mil personas que trabajan para apagar los incendios.

Otro país con salida al Mediterráneo, Argelia, lleva días devorado por más de 90 focos activos con más de un centenar de fallecidos, mientras que los lugareños huyen despavoridos.

Mientras tanto, en Norteamérica desde hace varias semanas una ola de calor azota el oeste de Canadá y el noreste de Estados Unidos.

En Canadá, específicamente en Long Loch y Derrickson Lake, las columnas de humo dan constancia de los incendios forestales en las zonas. Las temperaturas llegaron a superar los 49 grados y no bajan de los 20 grados en las noches.

Mientras que en Estados Unidos alrededor de 195 millones de habitantes se encuentran bajo alerta máxima debido a una ola de calor extremo que se presentará durante los próximos días en el noroeste del Pacífico, en el Medio Oeste, en la mitad sur y en los estados del Atlántico Medio en la costa este.

En total más de 20 estados norteamericanos sentirán sus efectos, según informó el Servicio Meteorológico Nacional, que pronostica que el calor más intenso se registrará en el noroeste del Pacífico, en Portland y Seattle, que a finales de junio experimentaron una ola de calor “sin precedentes” y registraron máximos históricos de temperaturas.

Relacionadas con esa ola de calor se investigaron cientos de muertes en Oregon y Washington, en el noroeste de Estados Unidos, y en la provincia canadiense de Columbia Británica.

Se confirmó la cifra de 298 fallecimientos: 63 en Oregon, 230 en Columbia Británica y cinco en el estado de Washington.

“Lo que vemos son por un lado las consecuencias de un crecimiento urbano mal planificado; y, por otro, la deforestación, el deterioro ambiental y el acabar con cuerpos de agua como los que había en Rusia y que ya no existen genera lo que conocemos como un desbalance térmico, lo que acentúa la sequía”, explica Antonio Benjamín Ordóñez Díaz, experto en cambio climático.

Añade que cuando las plantas (árboles que están en los bosques) se estresan por falta de agua, comienzan a sudar algunas resinas inflamables. “Es como tener abierta la llave del gas: sueltan un flamazo que alcanzan temperaturas que superan los 300 grados centígrados. Entonces los incendios en Estados Unidos, en Italia, en Oriente Medio, son producto de este estrés, de esta falta de lluvia y del aumento de calor, solo que ahora estos siniestros son mucho más fuertes y además al estar cerca de poblaciones el daño económico es mayor: ya rebasa los siete mil 700 millones de euros”.

Con esta cifra, agrega, nos damos una idea de la falta de planificación, de ordenamiento territorial, de no frenar nuestra contaminación, porque no solo son los Gases de Efecto Invernadero sino que es todo el material de residuos que ponemos a disposición y la producción de metano: todo esto es un caldo de cultivo para nutrir estos grandes incendios.

La actual situación obligó a autoridades de Estados Unidos a extremar las medidas de prevención ante una ola de calor que también se extenderá a partes del norte de California, donde los bomberos actualmente combaten el incendio Dixie, el segundo más grande registrado en el estado, solo superado por el August Complex Fire, formado por 37 incendios de distinto origen en agosto del año pasado.

Dixie, de acuerdo con las investigaciones, tiene un solo origen situado en la carretera donde un supuesto corto circuito comenzó las llamas hace aproximadamente un mes sin que haya forma de apagarlo.

Irreversible

La otra cara de la moneda la viven China y Alemania: el aumento en las precipitaciones en el país asiático deja un saldo de 302 personas fallecidas, mientras que 50 permanecen desaparecidas.

Las lluvias récord comenzaron el 20 de julio y continúan cobrando víctimas, según confirmaron autoridades de la provincia de Henan, la más afectada, ya que las últimas cifras registradas de más de 300 víctimas triplicaron las 99 reportadas antes.

El incidente meteorológico provocó la evacuación de al menos 1.5 millones de personas después de que unas 89 mil viviendas quedaron sumergidas entre barro y escombros, en tanto que 14.5 millones de personas resultaron damnificadas en Henan.

También el impacto de esta catástrofe se traduce en pérdidas económicas directas de alrededor de 18 mil millones de dólares, con más de 580 mil hectáreas de tierras agrícolas destruidas.

En Alemania la situación no es mejor. Luego de las inundaciones del oeste alemán el mes pasado el fondo de ayuda a la reconstrucción podría situarse entre los 20 mil y los 30 mil millones de euros (unos 35 mil 202 millones de dólares), según el primer ministro de Renania del Norte Westfalia.

De acuerdo con los cálculos aún provisionales más de 150 escuelas sufrieron daños al desbordarse los ríos, a lo que se suman unas 200 guarderías y consultorios médicos. Asimismo, quedaron destrozadas estaciones de trenes, hubo importantes daños en la red de ferrocarriles, así como en carreteras, autopistas y puentes.

El cambio climático es irreversible, afirmó António Guterres, titular de Naciones Unidas, respecto del informe del IPCC. Agregó que el tiempo corre en contra para afrontar el mayor desafío para todos los seres vivos.

“Se trata de un código rojo para la humanidad. Hay señales de alarma que son ensordecedoras y las pruebas son irrefutables: el umbral del calentamiento global acordado internacionalmente de 1.5 grados está peligrosamente cerca”, advirtió el líder de Naciones Unidas.

Ya no es algo que llegará algún día: en diez o 20 años podría superarse este umbral —incluso antes—, lo que implicaría hacer más insoportables para la vida de los seres vivos las condiciones climáticas de la temporada con un sufrimiento además en la agricultura y la ganadería y presiones en los embalses de agua.

Guterres lo dice muy consternado: “Corremos el riesgo inminente de alcanzar el aumento de 1.5 grados centígrados a corto plazo. La única manera de evitar que se sobrepase este umbral es redoblar urgentemente nuestros esfuerzos y perseguir la vía más ambiciosa. Y se debe actuar con decisión ahora”.

Climas futuros

Las alertas que hoy lanzan los científicos del IPPC se comprueban con los modelos físicos más sofisticados que simulan el comportamiento de los diversos componentes del sistema climático.

Para ello consideran cinco hipotéticos escenarios sobre la posible evolución futura del volumen global de emisiones humanas de los GEI.

“El uso de los escenarios es una de las herramientas más añejas en el IPPC. Se trata de trayectorias de las emisiones de dióxido de carbono y otros GEI que podrían suscitarse a raíz de elementos como el crecimiento de la población, crecimiento económico, pero también de temas como el desarrollo educativo, el proceso de urbanización, así como los cambios en el uso del suelo, además del desarrollo tecnológico que puede tener el mundo”, explica Claudia Octaviano, del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), durante la presentación del estudio en México.

Añade que el primer escenario supone un aumento rápido de emisiones hasta llegar a duplicarse a mitad de siglo; en el segundo, que se llegan a duplicar las emisiones a final de siglo; en un tercer escenario se mantienen similares hasta mitad de siglo y después decrecen moderadamente; en el cuarto, disminuyen desde el presente hasta alcanzar un valor neto de cero en el último cuarto de siglo; y en el quinto escenario, esa anulación neta de emisiones se llega a alcanzar a mitad de siglo.

“El primero corresponde a un escenario de muy altas emisiones, con un mundo muy fragmentado, con una transferencia tecnológica muy baja en el que cuesta mucho a los países en desarrollo obtener tecnología limpia. El segundo es un escenario con emisiones no tan altas, pero peligroso”, explica Octaviano, coordinadora general de Mitigación del Cambio Climático del INEC.

En los últimos tres, agrega, se ve que durante todo el siglo se llega a un nivel de cero emisiones. “Por supuesto que 2050 está muy lejos de las cero emisiones, pero baja gradualmente y de forma importante. Los últimos dos escenarios son muy relevantes porque nos podrían poner en una trayectoria de cero emisiones para cumplir con el Acuerdo de París”.

Al respecto, Ruth Cerezo Mota, autora líder del Informe del Grupo de Trabajo I del IPPC, expone que aun en el escenario más bajo, que es el de 1.9, seguiremos con aumento de temperatura y alcanzaríamos 1.5 grados centígrados de aumento de temperatura global para 2030. La clave aquí, remarca, es que en cualquier escenario alcanzaríamos los 1.5 grados centígrados.

“Lo importante es qué tan rápido podríamos lograr que baje la temperatura y regresar a niveles de 1 o 0.5 grados centígrados.

Con respecto de México, Cerezo Mota señala que el informe muestra un claro incremento en los eventos extremos de calor. “La certeza con lo que se puede decir con base en la evidencia y los estudios que se han realizado es media para esta categoría”.

En cuanto a eventos extremos de precipitación comparte que “no existe acuerdo, porque algunos estudios señalan que hay aumento y otros apuntan que no será tanto; pero al no encontrar un consenso entre los estudios publicados y las simulaciones de los modelos no se puede decir con certeza lo que sucede con estos cambios”.

Al respecto, Claudia Octaviano indica que para la región donde está México, de acuerdo con el informe, se prevé un decremento de la precipitación del Monzón de Norteamérica (fenómeno que genera fuertes lluvias, principalmente en el noroeste del país).

“Esto con calificación de confianza media: es probable que la precipitación media anual y de verano decrecerá, pero la cantidad todavía es incierta, hay que hacer mucha investigación para entender la estacionalidad de la precipitación; se observa un incremento en las sequías, que muy probablemente aumentarán en el futuro; se proyecta un clima propicio para toda la región de Centroamérica y América del Norte. También necesitamos prepararnos para la atención de los incendios forestales ya que es un tema que muy probablemente va a seguir acompañándonos”, alerta.

Última llamada

Para Panmao Zhai, uno de los responsables de la primera parte del Sexto Informe de Evaluación del IPCC, la única forma de mitigar el impacto ambiental es con una acción decidida entre todos los países del mundo.

“Estabilizar el clima requerirá reducciones fuertes, rápidas y sostenidas de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero y llegar a cero emisiones netas de CO2. Limitar otros GEI y contaminantes atmosféricos, especialmente el metano, podría ser beneficioso tanto para la salud como para el clima”, a juicio de Zhai.

En los últimos meses, en plena pandemia provocada por el SARS-CoV-2, la ONU ha pedido reiteradamente a los gobiernos que no distraigan los esfuerzos comprometidos contra el cambio climático del Acuerdo de París.

No obstante, el meollo, de acuerdo con los especialistas, es que si el golpe de una pandemia inesperada como la del coronavirus desestabilizó al mundo, hoy más que nunca se pone en tela de juicio que la cooperación mundial y el entendimiento puedan tener éxito a fin de evitar que la subida de la temperatura de forma gradual termine poniendo a los seres humanos al borde de situaciones de supervivencia.

En este contexto se celebrará en el mes de noviembre la Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático número 26 (COP-26) —ya se cumple más de un cuarto de siglo de estas negociaciones entre los países— en Glasgow, Reino Unido.

Rumbo a este evento que parece ser la última llamada, la conclusión, indica Ordóñez Díaz, del Tecnológico de Monterrey, es que a pesar de tener al cambio climático ya respirándonos sobre la nuca persisten poderosos intereses económicos y políticos que siguen siendo un obstáculo para lograr que no se haga lo necesario para enfrentar este grave problema, haciendo que el camino hacia un mundo que se adapte a la alteración del clima sea cada vez más largo, difícil e incierto.

“Lo que nos sucede ahora mismo da una idea de lo que está por venir. Y me refiero a sequías prolongadas, fenómenos meteorológicos extremos e intensificados e inundaciones horribles. Si no mitigamos la subida, nos arriesgamos a una calamidad… Es una cuestión de supervivencia”, afirma Guterres.

Para el líder de la ONU no existe otra cosa más que la unidad: “Tiene que darse una unión de las economías del G-20 en torno de una coalición de emisiones netas cero y reforzar sus niveles de compromiso y de promesas para frenar el calentamiento global sobre la base de planes creíbles, concretos y mejorados”.

Esa sin duda es la mejor ruta para todo el mundo.

Naciones con mayores emisiones de CO2

País

Participación global (2018 y 2019)

China
30.3%
Estados Unidos
13.4%
Unión Europea
8.7%
India
6.8%
Rusia
4.7%
Japón
3.0%
Irán
1.8%
Corea del Sur
1.7%
Indonesia
1.6%
Arabia Saudita
1.6%

Fuente: Comisión Europea

¿Cuánto contamina México?

Nuestro país se encuentra en el lugar número 13, con 1.3% de la contribución de emisiones de CO2.

La nación presentó su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) actualizada al 30 de diciembre de 2020.

En esta sus objetivos se mantuvieron sin cambios, mientras que sus proyecciones de emisiones bajo la modalidad de negocio habitual continúan aumentando.

Fuente: Rastreador de actualizaciones de objetivos climáticos

Puntualizaciones sobre el cambio climático

En el informe Cambio climático: las bases científicas, que elaboró el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), se hace una serie de puntualizaciones con base en el consenso científico global.

Desde la época industrial la temperatura global incrementó 1.1 grados centígrados; en 2021 el alza oscila cerca de los 1.2 grados centígrados y la meta es evitar que sobrepase el nivel de 1.5 grados centígrados.

Cada año los seres humanos emiten 40 miles de millones de toneladas de CO2.

Se anticipa un incremento del nivel del mar a los dos metros a finales de este siglo. Los océanos seguirán calentándose y se volverán más ácidos, mientras los glaciares de las montañas continuarán derritiéndose durante décadas. La tasa reciente de aumento del nivel del mar casi se ha triplicado en comparación con 1901 a 1971.

Los últimos cinco años han sido los más calurosos registrados a nivel global desde 1850.

Para propiciar el cambio climático la influencia humana ha sido definitiva.

Las temperaturas extremas, incluidas las olas de calor, se han vuelto más frecuentes e intensas desde la década de 1950 y en cambio los eventos fríos son menos frecuentes.

Alertan sobre el Mar de Alborán

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España elaboró un estudio multidisciplinar en el que analiza la situación del suelo marino y encontró que “las fallas de salto en dirección tienen más potencial para generar tsunamis costeros” de lo que hasta ahora se sabía.

De acuerdo con la investigación, que analiza la falla activa de salto en dirección de Averroes, ubicada en el Mar de Alborán, esta zona sería muy propicia para tsunamis.

El Mar de Alborán tiene aproximadamente 180 kilómetros de ancho y unos 350 kilómetros de longitud y toca las costas de cuatro países: España, Reino Unido, Marruecos y Argelia.

“Estas olas gigantes pueden representar una amenaza para las poblaciones costeras, dañar infraestructuras marinas y terrestres, y provocar una crisis económica y medioambiental. Estos resultados serán vitales para mejorar las medidas de planificación encaminadas a la mitigación del impacto de un posible tsunami”, abunda Ferran Estrada, del Instituto de Ciencias del Mar.

La explicación de Estrada indica que la falla de Averroes presenta en su extremo noroeste un salto vertical de hasta 5.4 metros que habría sido generado por un terremoto de magnitud siete.

Por medio de un modelo matemático de la deformación del suelo marino el equipo de investigadores calculó cómo sería el comportamiento de las masas de agua del Alborán si aconteciera otro episodio sísmico en la falla y de una considerable magnitud.

“Según esta simulación de escenarios posibles las olas de tsunami se propagarían en dos ramales principales y alcanzarían e inundarían sectores densamente poblados de la costa sur de España y del norte de Marruecos. Estas olas podrían alcanzar los seis metros de altura y tardarían en llegar a la costa entre 21 y 35 minutos”, señala el estudio.