ÁRBOLES NATURALES DE NAVIDAD: DE TRADICIÓN MILENARIA A ECONOMÍA SUSTENTABLE

Martha Mejía
Bienestar
“El Ocote Chino” es parte de las 61 plantaciones del municipio de Xonacatlán que se encuentran listas para la comercialización de árboles de Navidad, ofrecen precios accesibles y convivencia con la naturaleza; esperan no ser muy afectados por la pandemia por COVID-19.
Crisanta Espinosa/Crisanta Espinosa

Una de las tradiciones más esperadas en todo el mundo durante la época decembrina es decorar el árbol de Navidad. Su origen se remonta a principios del siglo XVII, en Alemania; aunque ya antes los antiguos habitantes de Europa colocaban manzanas y otros frutos sobre algunos árboles como rito para recibir la primavera y honrar a dioses como Frey, señor del sol y la fertilidad.

Esta tradición pagana evolucionó hasta que a mediados del siglo XIX la Iglesia católica aceptó el “árbol de Cristo” como parte de las costumbres de Navidad que convivían con el tradicional pesebre.

Actualmente cada año millones de personas ponen un pino natural para decorar sus casas, el cual además de ser un adorno, representa beneficios económicos, ambientales y sociales para miles de personas.

De acuerdo con la Comisión Nacional Forestal (Conafor) esta temporada 2020 existe una disponibilidad de 529 mil 345 árboles de Navidad, siendo el Estado de México el mayor productor con 385 mil árboles. Le siguen la Ciudad de México, con 46 mil 200 distribuidos en 131 hectáreas ubicadas en las alcaldías de Tlalpan, Magdalena Contreras y Milpa Alta; Veracruz, con 44 mil 400; Puebla, 23 mil 285; Michoacán, 18 mil 700; Guanajuato, seis mil 100; Querétaro, mil 700; Morelos, mil 280; Zacatecas, mil 280; Jalisco, 750; Coahuila, 350; y Tamaulipas, con 300 plantas disponibles.

Sustentable

Las plantaciones se establecen en terrenos que no tienen cobertura forestal o de reconversión productiva (de usos agropecuarios a forestal) y desalientan la extracción clandestina de árboles pequeños de los bosques naturales.

Además estos pinos después de usarse se pueden reciclar para producir abono orgánico o sustrato para producir más árboles. “Comprar un árbol de Navidad natural producido en el suelo de conservación es mucho mejor para la naturaleza que comprar un árbol de plástico que desde su generación hasta su disposición final genera una gran cantidad de deterioro ambiental y, por lo tanto, para nosotros mismos”, indica Marina Robles García, titular de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México, al iniciar la temporada de corte y venta de árboles navideños en la capital.

Desde Enverdece, plantación forestal comercial de árboles de Navidad ubicada en el kilómetro 43.5 de la carretera México-Cuernavaca, Robles detalla la importancia que tienen los bosques en las ciudades, sitios donde se limpia el aire que se respira: “Es donde se infiltra 70% del agua que se consume en la ciudad; viene de lo que se cosecha en estos bosques”.

Estas plantaciones también proporcionan sitios de percha, anidación y alimentación para aves, mamíferos, reptiles y anfibios, además de crear microclimas adecuados para el crecimiento y reproducción de hierbas y arbustos. Un ejemplo es que llegan a alojar en sus ramas a murciélagos, los cuales son polinizadores y controladores de plagas.

“Aquí además está la riqueza biológica, toda esa belleza que nos dan los animales, las plantas. En este suelo de conservación en que estamos ahora está representada 2% de la biodiversidad del planeta, que significa también 12% de la diversidad de nuestro país”, agrega la titular de la Sedema.

Las autoridades medioambientales puntualizan que en la venta de este tipo de árboles no existen productos provenientes de la tala clandestina ya que la figura pequeña, cónica y de follaje tan abundante es resultado del trabajo largo y constante de las personas silvicultoras que podan los árboles durante su crecimiento, es decir, es muy poco probable encontrar pinos con estas características dentro de los bosques naturales.

“Para que un árbol pueda ser vendido tenemos que esperar entre seis y ocho años. Durante ese tiempo hacemos trabajos de cajeteo, limpia del terreno, reforestación, control de plagas y poda, todo para darle la forma de pino”, explica Juan Hernández, comunero de la zona.

A diferencia de los naturales pocos árboles artificiales se fabrican en México: la gran mayoría son importados y su transportación suele ser dañina para el medio ambiente, además de que al provenir del extranjero no apoyan la economía local.

“Un árbol artificial es sometido a procesos químicos nocivos al medio ambiente al pintarlo, ensamblarlo y embalarlo. Generalmente son producidos en países de Asia, lo que implica costos de transportación mayores y un incremento en la emisión de gases contaminantes. Así que los arbolitos de plástico no generan beneficios ambientales y toma siglos revertir el daño que ocasionan”, señala la organización Reforestamos.

¡Peligro!

Luego de 15 años el operativo especial de verificación a la importación de árboles naturales de Navidad procedentes de Estados Unidos que realizaba la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) se canceló por falta de presupuesto, lo que de acuerdo con especialistas pone en grave riesgo a los ecosistemas mexicanos ya que existe el riesgo de que alguna plaga afecte a los bosques nacionales. Se trata básicamente de árboles de las especies Pinus, Abies y Pseudotsuga menziesii, que provienen principalmente de plantaciones ubicadas en Oregon.

De acuerdo con Rafael Parrilla, director general de la cooperativa Navidad Bosque Esmeralda en Amecameca, existe una práctica desleal en la introducción de árboles naturales de Navidad a México —que llegan a abastecer hasta 60% de la demanda interna— ya que no pagan aranceles y llegan a los centros comerciales en muy malas condiciones, a precios que van de mil 300 a dos mil 500 pesos, mientras que los pinos mexicanos se pueden conseguir desde los 700 pesos.

Recreación

Durante un recorrido por la zona alta del Ajusco, en la alcaldía Tlalpan, donde la familia García Medrano tiene una empresa con este giro desde hace 23 años, Miguel Gallegos Mora, suplente legal de la Conafor en la Ciudad de México, invita a la población a visitar este tipo de plantaciones que pertenecen a productores 100% mexicanos.

Expresa que recorrer los bosques y estar en contacto con la naturaleza es una experiencia diferente que fomenta el ecoturismo, ayuda a liberar el estrés y genera empleos para los habitantes de las comunidades de los ejidos y de la capital del país.

Agrega que estos espacios cuentan también con las normas de higiene necesarias para evitar los contagios por Covid-19.

Por su parte Palmira Arnaz Durán, coordinadora de Conafor en la capital, explica que las especies más comunes de árboles de Navidad que se producen son especies nativas, como el pino blanco o pino vikingo (Pinus ayacahuite) y el oyamel (Abies religiosa), ambas emblemáticas por su aroma.

Ambos funcionarios reiteran que las plantaciones forestales de árboles de Navidad las certifica la Semarnat y de manera constante las supervisa la Conafor, por lo que son una opción de suma importancia para los productores de la capital del país porque incentivan la economía regional y el comercio justo.