Canabinoides: conocer para decidir libremente

Lo que no entendemos bien nos inspira temor y lo evitamos.

Elena Fernández del Valle
Todo menos politica
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Planta de Marihuana
Foto: Creative Commons

Lo que no entendemos bien nos inspira temor y lo evitamos. No sabíamos por qué los derivados de cannabis sativa producen a veces relajación, euforia y una percepción sensorial más intensa, y en otras ocasiones paranoia, ansiedad y un verdadero viaje al infierno.

Tampoco sabíamos a ciencia cierta cuál era su potencial adictivo: altísimo, de acuerdo a algunos expertos, o casi nulo, según otros.

Así las cosas, los reguladores de hace 50 años prefirieron pecar de prudentes y clasificaron la planta y sus derivados como sustancias peligrosas que había que evitar a toda costa. Lo mismo en nuestra Ley General de Salud, que en la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 de la ONU, que en la Controlled Substances Act de 1971 de Estados Unidos, cannabis figura en la Lista 1, que es la que agrupa a los estupefacientes carentes de toda utilidad terapéutica, de altísimo potencial adictivo y cuyo uso acarrea graves consecuencias físicas y sicológicas.

En los años que siguieron imperó la prohibición. Se dedicaron mayores recursos públicos a hacerla efectiva, que a la prevención de las adicciones y al remedio de los daños causados por estas.

¿Estudiar los ingredientes activos de cannabis y su farmacología? De eso, ni hablar. La prohibición casi acabó con la investigación de las propiedades de la marihuana y sus efectos, a nivel mundial.

En México, la Ley General de Salud impide el uso médico o industrial de la planta.

Explicaciones

Por fortuna, en Israel, Raphael Mechoulam había comenzado ya a investigar metódicamente la biología y la química de cannabis. Quería saber cuáles son los ingredientes activos de la planta, qué efectos fisiológicos tienen, qué tan tóxicos son…

En 1963 identificó y describió el cannabidiol (CBD); en 1964 el tetrahidrocanabinol (THC) y para 1970 había aislado ya unos cuantos canabinoides más. Gracias a él sabemos que la planta contiene casi 100 compuestos únicos, no presentes en ningún otro vegetal. Por temor e ignorancia nos hemos vedado el uso racional de todos ellos.

Al estudiar a fondo cómo es que actúan estos compuestos, Mechoulam descubrió en los noventas que sus efectos se deben a que ocupan ciertos receptores celulares destinados a recibir moléculas transmisoras que el cuerpo produce. Llamó a estas endocanabinoides (canabinoides internos). Los endocanabinoides se encargan de la regulación de un sinfín de procesos fisiológicos, en el sistema nervioso y en el resto del cuerpo, como la maduración neuronal, la modulación del dolor, la regulación de la temperatura corporal y el apetito, del tono muscular y la memoria. También intervienen en procesos relacionados con la reproducción, como la producción de esperma, y con la respuesta inmune.

Gracias a estos nuevos conocimientos comenzamos a explicarnos por qué la marihuana distorsiona la percepción del tiempo, aumenta la avidez por los carbohidratos, apaga las náuseas o provoca alucinaciones. Y también podremos ya decidir de manera responsable si queremos o no consumirla con fines lúdicos, en cuanto esa ventana de libertad que abrió para cuatro personas la Suprema Corte de Justicia de la Nación sea accesible a todos.