Poética y discurso

Jorge Humberto Chávez  “nos da una crónica precisa de la atmósfera trágica que vive una zona de México”.

Redacción
Todo menos politica
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Jorge Humberto Chávez
Foto: NTX

PoR: Federico González

Jorge Humberto Chávez. Te diría que fuéramos al Río Bravo a llorar pero debes saber que ya no hay río ni llanto. Fondo de Cultura Económica/Instituto Cultural de Aguascalientes/Conaculta. 92 pp.

El título en sí mismo podría ser ya un poema, pero no, es un verso de Otra Crónica. Sus palabras y ritmo de inmediato nos dicen dónde estamos parados: se trata de un ejercicio poético y testimonial a la vez.

Jorge Humberto Chávez (Ciudad Juárez, 1959), ganó con este volumen el premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2013 . Su trabajó, dijo el jurado, “nos da una crónica precisa de la atmósfera trágica que vive una zona de México”.

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Una vez más la violencia. Una vez más el norte. El pulso más intenso de la literatura nacional proviene de la parte alta del país. Narradores como Daniel Sada, Luis Humberto Crosthwaite, Heriberto Yépez o Carlos Velázquez, demuestran que el universo de la región fronteriza con Estados Unidos es más vasto en temas y formas de contar.

Ellos lo han hecho a través de la prosa; faltan más propuestas poéticas. Aquí es donde figura el vate juarense. Su poemario está permeado por la denuncia y el testimonio.

Abundan las líneas, sobre todo al principio, que hablan de crimen organizado, muertos, migrantes, distancia, incluso de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Chávez escribe desde ambos lados de la frontera y describe la descomposición de una zona que se ha desdibujado así misma: “En 1967 íbamos al río Bravo a lavar los coches del barrio, primero el del Chato, luego el de Bogar y al último el de Huarache Veloz”; “en el año 2010 ya sin río casi un migra y Sergio Adrián de 13 años pelearon él con una piedra en su mano y el agente con un revólver”. La elipsis funciona con contundencia y dibuja a través de un puñado de palabras el panorama.

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Trascender

Sin embargo, el reseñista busca algo más en la poesía: busca claridad —que no le falta a Chávez— y nervio; no retórica dramática, mas sí algo que sacuda al lector y sus fantasmas; algo que le hable de tú a tú.

Cuando el escritor se queda en la denuncia —ejemplo: “En el año 2006 mi país empezó a adelgazar/ la calle y la noche más flacas cada vez/ la ciudad crecida de cadáveres”— se aleja del riesgo y queda en el lugar común.

Por fortuna, en la recta final del poemario el reseñista encuentra más osadía. “En ocasiones afirmé que algo quedaba en ti/ pero ahora sé que nada hay en verdad dentro de mí”. Podrá o no gustar el ritmo o la figura, pero aquí leemos a un ser humano al desnudo y no algo que parece párrafo de un artículo o ensayo.

No se discute la sencillez, ni el acucioso esfuerzo por recuperar el testimonial como parte del discurso poético. Al contrario, se le celebra. Acaso quien esto escribe se cuestiona si no será tiempo ya de trascender el mero reflejo de la violencia y procurar ir un poco más allá.

Otros títulos de Jorge Humberto Chávez son La otra cara del vidrio y Nunca será la medianoche.

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