A raíz de los graves acontecimientos en la Delegación Tláhuac, que terminaron con el desmantelamiento de una organización que mantenía asolada y agobiada a la población, se desató una discusión en la opinión pública que, por la consistencia y calidad de los argumentos presentados, con toda nitidez muestra las muy serias limitaciones que tenemos para hacer frente a una variable que afecta ya la estructura de los sistemas políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales.
Reducir a una circunstancial polémica respecto de si se trata o no de un cártel es perder el tiempo, ya que ello no le resta un ápice de violencia a las acciones que realizaba el grupo criminal asentado en Tláhuac.
¿Por qué es importante la homologación de ciertos conceptos para mejor tratarlos y, en este caso, a los grupos del crimen organizado contenerlos, debilitarlos y someterlos? Por una sola razón: la diversificación en su tratamiento indica, a su vez, que la aplicación de las medidas y programas también tenderá a ser diversa y, por lo tanto, se corre el riesgo de distraer recursos y sobre todo perder tiempo para tratar de recuperar la paz pública y la vigencia del Estado de Derecho.
Así, sin importar si se trata de una peligrosa banda de traficantes al menudeo o de una organización diversificada en cuanto a la comisión de delitos, lo importante para la ciudadanía y las autoridades es cómo y con qué reglas se les hará frente. Argumentar que Tláhuac no es Badiraguato y que ninguno de los líderes abatidos o detenidos en esa delegación, por ejemplo Felipe de Jesús Pérez, no es Joaquín Guzmán, además de ser una postura simplista y superficial no aporta un solo elemento de análisis serio, con método, ni contribuye con propuestas viables.
Las condiciones desde los gobiernos y las comunidades (sean rurales o urbanas) para tratar una problemática en el país, que se extiende ya por más de 17 años, exigen esfuerzos coordinados con base en programas realistas y no meros exhortos personalistas-motivacionales.
GCO
El concepto de Grupos del Crimen Organizado (GCO) tiene sus antecedentes en Colombia y se utiliza para referirse a toda aquella actividad delictiva que se realiza de forma reiterada por parte de un grupo con el fin de obtener ventajas económicas y control sobre la población. Aproximación conceptual que también se encuentra en los documentos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) sobre el tema del crimen organizado.
Cuando realizamos un análisis comparativo o incorporamos las variables internacionales respecto de lo que pasa en México en materia de seguridad pública podemos encontrar, a su vez, elementos que faciliten el establecimiento de medidas, criterios, políticas y programas para articular de la mejor forma la respuesta contundente en materia de prevención y sanción de actos criminales.
De ahí que, más que continuar por la ruta de la dispersión analítica, es momento de construir una plataforma que sea el antecedente para la aplicación de las indispensables medidas, como por ejemplo la aprobación de la Ley de Seguridad Interior.
El riesgo de no hacerlo y acometer con decisión los requisitos para mejor enfrentar al crimen organizado es, en efecto, seguir en el inocuo juego de las especulaciones.