¡Ahí viene el lobo!

El tan pronosticado colapso final del sistema monetario mundial ya comenzó (los agoreros hace años que vienen anunciándolo). 

Guillermo Fárber
Columnas
76 millones de cuentas individuales fueron penetradas por supuestos hackers
Foto: Tiero

El tan pronosticado colapso final del sistema monetario mundial ya comenzó (los agoreros hace años que vienen anunciándolo). El encargado de dar el trompetazo de salida, comenzando el mes de septiembre, fue el banco JP Morgan Chase, uno de los más grandes del mundo. Casi 76 millones de cuentas individuales y siete millones de cuentas empresariales, dice el banco, fueron penetradas por supuestos hackers evanescentes.

La cosa es todavía peor según la versión “oficial”, pues se dice que los penetrados fueron nueve bancos, no solo el JPM. O sea, para efectos prácticos, todo mundo.


El hecho es simple: los afectados seremos todos quienes tenemos alguna cuenta, de cualquier tipo, en el sistema bancario occidental. Es posible indagar los propósitos de este trompetazo, pero no tiene caso. Quiénes lo están orquestando, para qué, con el fin de damnificar a quiénes, es motivo de sabrosos chismes y teorías de la conspiración, pero en el fondo es irrelevante para nosotros los simples mortales.

Sabemos que el megatruene cimbrará la geopolítica hasta sus cimientos. Este megasismo marcará al mundo: antes y después de él. Será un cataclismo como nunca lo ha visto la humanidad. Pero esos efectos nos quedan demasiado grandes a los mortales comunes como tú y yo. Lo importante es que el colapso ya empezó y todos los humanos saldremos afectados de una u otra manera, en uno u otro grado.


Por lo pronto la embestida mediática está en plena floración y de hoy en adelante, por todo este otoño, te la vas a topar hasta en la sopa. Lo que sigue es una guerra cibernética; fría, según los dosificadores; caliente, muy caliente, según los conspiranoicos.

Colapsos y daños colaterales

En una filtración oportunamente colada a The New York Times, “fuentes no identificadas” del banco “admiten” que el supuesto asalto sucedió en julio pasado y que los hackers etéreos y demoniacos pudieron “enraizar” más de 90 de los servidores informáticos del banco (“enraizar”: hacerse del más alto nivel de los accesos privilegiados de dichas máquinas). Peor aún, esos perversos y vaporosos hackers consiguieron con sus malas artes la lista completa de las aplicaciones y los programas que corren en cada computadora estándar del banco. Con esa lista los diabólicos hackers pueden encontrar los puntos vulnerables para volver a meterse en el sistema informático del banco como Pedro por su casa.

Obviamente la versión oficial es que al banco le va a llevar meses tapar algunos agujeros (no todos), blindar sus programas y aplicaciones. Mientras tanto, but of course, los hackers podrán realizar las peores trastadas que se les ocurran, las que eventualmente dejarán una inmensa estela de ceros (y de rabias infinitas) donde los inocentes cuentahabientes creíamos tener dígitos significativos.

Estás avisado, querido lector: la balacera que llevamos años anunciando ya comenzó. Los perdedores NO serán los banqueros sino sus cuentahabientes... o sea, tú y yo y cientos de millones de ingenuos bancarizados como tú y yo.