Por Elena Fernández del Valle
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En los últimos años se han multiplicado exponencialmente las publicaciones en revistas científicas dedicadas a esa variedad de meditación llamada Mindfulness en inglés y Atención plena en español. El impulsor de sus muchas aplicaciones en medicina es Jon Kabat-Zinn, fundador en 1979 de la Clínica para la Reducción del Stress de la Escuela de Medicina en la Universidad de Massachusetts.
Kabat-Zinn tiene una historia peculiar. Se doctoró en Biología Molecular en el MIT con una tesis dirigida por Salvador Luria (en cuyo laboratorio trabajó), Premio Nobel 1969 por sus descubrimientos acerca de la estructura genética y el mecanismo de replicación de los virus. Era estudiante en el MIT cuando a los 22 años entró sin saber porqué a una conferencia sobre budismo zen. Poco después comenzó a meditar, a practicar yoga y a estudiar budismo. ¿Raro? No creo. Para un apasionado de la naturaleza puede ser tan atractivo el abismo de silencio de la conciencia abierta a su propio acontecer como el abismo de la complejidad de la vida en sus unidades más pequeñas. Emprendió un posdoctorado en Biología Celular y Anatomía buscando entender cómo es que las posturas del yoga afectan a la estructura corporal y tuvo así oportunidad de entrar en contacto con ortopedistas, que tan frecuentemente enfrentan casos de dolor crónico de muy difícil solución. Por fin, durante un retiro budista, encontró lo que verdaderamente quería hacer: llevar la meditación al hospital general.
Comenzó a trabajar un par de veces por semana con pacientes enviados por el servicio de ortopedia, en el cubículo de un fisioterapeuta. Pronto se le sumaron otros profesionales interesados en aprender qué era aquello y obtuvo el apoyo explícito del director de la Escuela de Medicina. Esa fue, en sus inicios, la Stress Reduction Clinic. En ella se aprendía a enfocar la atención en el momento presente de manera propositiva, amable y sin juicios, y a no enredarse en esas narrativas que continuamente generamos todos sobre los fracasos del pasado o las amenazas del futuro. El estado mental que se alcanzaba tras cierto tiempo de práctica era más abierto, menos cargado de prejuicios y preocupación, más dispuesto a la aceptación y a la empatía y los pacientes dormían mejor, usaban menos analgésicos y dejaban atrás la depresión.
Impacto
Vino después la estructuración de un programa de ocho semanas: el MBSR (por Reducción de Stress Basado en Mindfulness). Mediante el seguimiento de los casos y la investigación de los resultados quedó comprobado que la meditación llevada a cabo en esa forma abate los niveles de depresión y ansiedad y el uso de analgésicos, disminuye la inhibición por el dolor de la actividad física, y mejora la calidad del sueño y la satisfacción de los enfermos crónicos con su propia vida.
De acuerdo al índice PubMed, que cataloga lo publicado en revistas médicas indexadas de todo el mundo, los artículos referentes al Mindfulness son ya dos mil 148 y dan cuenta de su aplicación en patologías tan variadas como fibromialgia, esquizofrenia, trastornos de la alimentación, soriasis, enfermedad de Alzheimer, esclerosis múltiple… En resumen cualquier condición que pueda empeorar debido a la ansiedad puede mejorar por medio de la meditación.
Después de probar que los efectos del Mindfulness son reales, resta averiguar cómo surgen. Aquella visión dualista que catalogaba este programa de reducción de estrés entre las intervenciones sicosociales de dudoso resultado, totalmente diferentes de las biológicas que se consideraban más sólidas y científicas, va cayendo en desuso ahora que conocemos el fuerte impacto de la meditación sobre la respuesta fisiológica al dolor y sobre la actividad del sistema nervioso autónomo. Actualmente se investiga con gran interés su influencia sobre el sistema inmune y sobre el envejecimiento celular.