51 manifestantes muertos y más de 400 heridos fue el saldo de la masacre del pasado domingo, cuando militares abrieron fuego contra una multitud que exigía la liberación de Mohamed Morsi, frente a la sede de la Guardia Republicana en El Cairo, donde se creía que estaba detenido el ex presidente derrocado.
Las versiones sobre quién inició el fuego y por qué son variadas: pues mientras la versión del ejército es que actuaron en defensa propia, los sobrevivientes afirman que se encontraban realizando la oración del amanecer cuando se vieron inmersos en gas lacrimógeno y una lluvia de balas.
“Comenzaron lanzando gas y después dispararon municiones. Nosotros gritábamos ‘es en paz, es en paz’ , pero los disparos continuaron”, relató a The Guardian Mohamed Atia, uno de los tantos heridos que sobrevivió.
Los militares afirman que un “grupo terrorista” trataron de asaltar el edificio de la Guardia Republicana, y que dos oficiales habían sido asesinados.
Uno de los médicos que atendió a los heridos declaró a Al Jazeera que la mayoría tenía heridas en la cabeza, y un video en la red muestra a una persona disparando a los civiles desde una barda del edificio.
“Fue barbárico”, comentó Mohamed Abu Sayed , un catedrático de la Universidad al-Azhar, que se encontraba esperando el cuerpo de su amigo Mohamed Abdel Rahman, un químico. “Fue un día negro en la historia del ejército egipcio”, agregó Sayed, quien también pidió a los islamistas que continuarán con una resistencia pacífica.
El derrocamiento de Morsi
Las manifestaciones más grandes que ha visto Egipto iniciaron el 30 de junio, cuando miles se concentraron en repudio de Mohamed Morsi, que apenas hacía un año había asumido el poder. Era el primer presidente en tomar el mando tras haber sido elegido de forma democrática.
Ahora los grupos que habían luchado por quitar la presidencia a Hosni Mubarak y pugnado por el derecho a elegir a su gobernante exigían su destitución, apoyados por las fuerzas militares a las que se habían enfrentado hace menos de dos años para instaurar la democracia en Egipto.
Jóvenes revolucionarios, liberales e islamistas se unieron a fines del 2011 para combatir a la policía militarizada y a los remanentes del antiguo régimen para exigir al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que entregara el poder a los civiles y convocara a elecciones, pues el CSFA lo había tomado tras la caída de Mubarak.
Las elecciones dieron la presidencia a Mohamed Morsi, perteneciente a los Hermanos Musulmanes, un grupo fundamentalista que se encontraba reprimido bajo el régimen de Mubarak y veía su oportunidad de acceder al poder.
El gobierno de Morsi no consiguió resolver el problema del declive económico, ni el del desempleo y la pobreza. Además hizo lo que había prometido no hacer: formaron una asamblea predominantemente islamista y excluyeron a todos los demás grupos de liberales, cristianos y laicos.
El 1 de julio el ejército dio al presidente un plazo de 48 horas para que dejara el poder, y al cumplirse el tiempo las fuerzas militares tomaron el gobierno, los medios de comunicación y apresaron a Mohamed Morsi. Al día siguiente Adly Mansour, un veterano juez de 68 años, fue elegido presidente interino del país.